Apenas la semana pasada, los oriundos de Zimbabue celebraron por las calles la renuncia del hombre que, después de encabezar la independencia de su país, no dejó que nadie le quitara el hueso presidencial por laaaargos 37 años… y que además pretendía prolongar su mandato después de la muerte, al dejarle el trono a su esposa, Grace Mugabe… Y todo parecía dicha y felicidad. Es más, no tardaron en salir los comentarios que decían: “¿ven?, mejor allá lograron sacar al dictador y no acá, donde nomás no podemos”… sin embargo, lo que el país africano nos deja como enseñanza es que quitar a quien se acusa de causante de todos los males de una nación no es sinónimo de mejoría.

Tras la salida de Mugabe quien quedó en el puesto fue el depuesto vicepresidente Emmerson Mnangagwa, quien lejos de alejarse del gobierno del longevo exmandatario, inició su mandato de una forma no muy esperanzadora: aunque admitió que Mugabe cometió varios errores, el nuevo mandatario no dejó de reconocerse como su discípulo y, por ello, lo primero que ha hecho al estar en el poder es instaurar al cumpleaños de su mentor como día de fiesta nacional. Así que… a celebrar cada 21 de febrero al hombre que masacró a más de 20 mil personas.

Hazme el fabrón cavor… pero así fue: la decisión fue publicada el pasado viernes, día en que Mnangagwa tomó posesión del cargo de presidente provisional de Zimbabue, tres días después de que Mugabe renunció, esto tras un golpe de Estado (que el Ejército aseguró que no fue tal), en el cual el exmandatario y su esposa fueron detenidos (aunque luego perdonados). Es más, los de la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU-PF), quienes encabezaron la rebelión contra el nonagenario líder, secundaron al actual Ejecutivo y tampoco negaron que Mugabe se había rifado como presidente.

“Bueno, no por reconocer al autócrata quiere decir que el nuevo gobierno va a ser lo mismo”, dirán quienes todavía tienen esperanza en que Zimbabue sea tomado como ejemplo de cambio por otros pueblos del mundo… Podría ser, pero que pongan mucho ojo en quién queda como sucesor. En Zimbabue parece que no tomaron esto en consideración y ahora tienen a Mnangagwa, una persona que desde los años 70 se dedicó a hacer el “trabajo sucio de Mugabe”, señala para la Deutsche Welle (DW) el especialista en estudios africanos, Ludger Schadomsky. “Mnangagwa es visto como el cerebro detrás de la sangrienta represión de la rebelión de los 80 del grupo étnico Ndebele en contra de Mugabe y su mafia Shona, durante la cual miles murieron. Es difícil imaginar que los Ndebele en el desfavorecido sur del país estarán ahora felices de extenderle la mano en reconciliación al nuevo presidente”.

Para Schadomsky, Mnangagwa – más conocido como El Cocodrilo – quedó en el poder sólo por ser el hombre correcto en el lugar correcto durante todo el rápido proceso de transición. Tiene una ideología más abierta que la de Mugabe, por lo que sí podría representar la vuelta de Zimbabue a la comunidad internacional… pero hasta ahí. El que los zimbabuenses hayan salido a las calles a gritarle “chinja” (cambio), ya es mucho esperar… bueno, la prueba será el próximo año, cuando se celebren las elecciones presidenciales y tenga que entregar el poder. A ver si lo suelta.

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