Más obligado, porque ya no había de otra, el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, terminó por reconocer que su hijo no resultó ganador de las pasadas elecciones… o, lo que es lo mismo, aceptó que el candidato de Morena, Cuitláhuac García, será el futuro mandatario de la entidad.
En una conferencia de prensa, el panista inició anunciando que el árbitro electoral del Estado ya oficializó el triunfo de Cuitláhuac García, al entregarle la constancia de mayoría de votos en las pasadas elecciones gubernamentales. Y pues ni modo: la protocolaria, pero nada calurosa enhorabuena. Como crudo frente a plato de sandía, Yunes Márquez envió su “cordial felicitación” y “deseos de éxito” al gobernador electo, asegurándole que hará lo que le corresponde para que la transición de administración sea leve.
Mensaje a los Veracruzanos https://t.co/N24KA3yLoU
— Miguel Ángel Yunes (@YoconYunes) 9 de julio de 2018
Luego de chulear al electorado, por haber hecho un proceso electoral ejemplar (cof, no le hace que no hayan elegido a Yunes Linares, cof), el gober jarocho invitó a Cuitláhuac García a reunirse en Palacio de Gobierno, para más o menos decirle cómo le va a entregar el changarro y en qué condiciones: “el proceso de transición está en marcha, en su fase interna”, advirtió Yunes, quien todavía administrará la entidad por cinco meses. “Estaremos siempre en la posición de contribuir, con la información que se requiera, a efecto de contribuir a que el gobierno entrante pueda integrar sus planes y programas y logremos así que el proceso de transición sea un impulso más al desarrollo de Veracruz”.
Olvidándose de que como que metió su cuchara gubernamental en favor de la campaña de su hijo, Miguel Ángel Yunes aseguró que su administración actuará con la misma “actitud democrática y republicana” con la que se condujo durante el proceso electoral. Y de ahí se arrancó al clásico auto-halago: “En menos de dos años, Veracruz se ha transformado profundamente. Luchamos por el cambio para alcanzar la democracia (…) Hoy vivimos en plenitud democrática (…) Prueba de ello es que, a diferencia de esta elección, en la que ningún candidato ni partido impugnó el proceso, cuando fui electo como gobernador todos quienes entonces participaron en relación con el mismo cargo, buscando el mismo cargo, impugnaron el resultado de la elección”.
Bueno, hay que señalar que -efectivamente- pese a las muchas acusaciones de meter la maquinaria del Estado en favor de Yunes Márquez, el gobierno del actual gober veracruzano no hizo (¿o no pudo hacer?) mucho para que el electorado eligiera su veneno. Así, el domingo Cuitláhuac García acabó por recibir la constancia de mayoría de votos que lo acredita como gobernador electo, al haberse impuesto con 43.7% de la votación, contra el 38.3% alcanzado por su más cercano rival, el panista e hijo del actual mandatario, Miguel Ángel Yunes Márquez. “Los veracruzanos debemos sentirnos profundamente orgullosos del proceso electoral que vivimos. Las elecciones se llevaron a cabo en un ambiente de paz y estabilidad”, agregó Yunes Linares en su mensaje.
¿Y ya, así se acaba la dinastía Yunes en Veracruz? Pero claro que no: luego de reconocer la participación de los candidatos que no ganaron, Yunes Linares insinuó que intentará regresar al gobierno. O quién sabe, igual manda otra vez a su hijo. El caso es que los Yunes intentarán retornar al poder jarocho. “La historia no termina, la historia nunca concluye, la historia no se escribe en un día y en un solo acto; hay mucho por hacer, hay mucha historia que construir en Veracruz. Que quede claro: la lucha sigue”, concluyó.