¿Dónde estaban ustedes cuando gobernaba Peña Nieto o Calderón? ¿Acaso usaban popotes y ahora se quejan de la contaminación de los océanos? ¿Se fueron de vacaciones a Yucatán y no mencionaron los daños ecológicos del Tren Maya? La discusión política en México —especialmente la de las redes sociales— ha llegado a un momento engañoso que está lleno de pleitos, insultos y ataque personales. Un fenómeno con una larguísima historia, aunque parezca nuevo.

De hecho, es tan larga que, como muchas otras falacias que se utilizan en las discusiones, tiene nombre en Latín.

Cómo verificar cuenta de Twitter
Foto: Reuters

Aunque probablemente no lo sabíamos —y saberlo no nos evita caer en ello—, resulta que la técnica de apelar a una supuesta hipocresía de las personas con las que se discute se se llama Falacia Tu Quoque. 

Tu quoque sería la traducción directa para decir “tú también”.

Como dato curioso, que nada tiene que ver con la discusión de la grilla política en México y que tampoco sabemos a ciencia cierta, esas habrían sido las últimas palabras del emperador romano Julio César. Cuando se dio cuenta que Bruto, su hijo adoptivo, estaba participando en el complot para asesinarlo. En ese momento, habría dicho: “Tu quoque, Brute, fili mi”.

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Foto: Art Archive

Pero bueno, volvamos a las discusiones tuiteras de tres pesos y cómo, en momentos de polarización política se usan argumentos engañosos para, desde el gobierno, desacreditar las críticas o a quienes las emiten. 

La Falacia Tu Quoque

La Falacia Tu Quoque es un tipo de falacia, de discusión engañosa o falsa, que se origina de los ataques ad hominem. Esos son super populares porque se enfocan en atacar a las personas que emiten los argumentos, más que a los argumentos en sí.

Normalmente, la Falacia Tu Quoque sigue estos tres puntos de discusión:

  1. La persona A dice que Argumento X es verdadero.
  2. La persona B dice las acciones de la persona A son inconsistentes con Argumento X.
  3. Por ende, sin aportar pruebas o discusiones profundas, la persona A es una hipócrita y el Argumento X sería falso.

Aunque es una popular herramienta de persuasión pública, resulta que… este tipo de discusión no hace que el Argumento X sea falso. De hecho, solo sirve para acusar a una persona de hipocresía sin refutar la razón de sus argumentos, aunque la tengan.

Como el Latín no es nada atractivo —en la escala de sex appeal lingüístico está solo por arriba del Klingon— en tiempos modernos se han creado nuevos nombres para referirnos a este fenómeno.

Foto: Pexels

En inglés tienen el whataboutism. 

Juntando la frase “what about…”, lograron encontrar un término para estas discusiones en las que solamente se acusan de hipócritas y se presentan ejemplos, engañosos, pasados o falsos, para desacreditarse personalmente. Traducido al español se le ha dicho “quemedicesdeísmo” o “yestoqueísmo” aunque la mera verdad, los dos están bien raros.

Tu quoque, whataboutism o yestoqueísmo en la vida real

Al final de nada sirve aprendernos los términos si no podemos verlos en las discusiones reales y en estas semanas nos encontramos con una interesante discusión.

Un grupo de artistas, famosos, cantantes y personajes de la farándula emitieron un video pidiéndole al Gobierno de México que reconsiderara la nueva ruta del Tren Maya por los daños ecológicos que presenta. Esa ruta ha provocado la tala de árboles de forma masiva, pasaría por un sistema de ríos subterráneos y además, se está construyendo sin la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) necesaria.

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Las respuestas al video no se hicieron esperar. Uno de los efectos más interesantes lo vimos en la aparición de Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba.

Un académico conocido por su cercanía al gobierno exigió encontrar videos del cantante quejándose en otros sexenios. “Me pueden pasar el video de indignación de Rubén Albarrán y demás famosos cuando EPN anunció el NAIM y con ello la destrucción el Lago de Texcoco”, escribió. Un periodista escribió un mensaje con casi 4 mil likes en el que acusaba a Albarrán de preocuparse por la ecología, al mismo tiempo que se hospedaba en hoteles de lujo en la Riviera Maya.

La prueba era un foto del músico en traje de baño, disfrutando de la playa.

El diputado federal Miguel Torruco —hijo del secretario de Turismo—, escribió en su cuenta de Twitter que Rubén Albarrán y otros famosos “viven en Los Ángeles pero hoy se vuelven ambientalistas”. El mismo legislador los acusó de no haberse pronunciado así en contra de las concesiones de litio.

El presidente, Andrés Manuel López Obrador hizo lo mismo. En su conferencia de prensa dijo que eran fifís, conservadores y acusó que estos “pseudoambientalistas” no se habían pronunciado por los daños ambientales que se iban a hacer en gobiernos anteriores. Específicamente se refirió a “la destrucción que se iba a llevar a cabo del Lago de Texcoco”.

¿Saben qué fue lo más gracioso de todo? Que sí existe un video de Rubén Albarrán protestando contra los daños ambientales del NAIM en Texcoco.

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Pero más allá de Rubén Albarrán y que el vocalista de Café Tacvba sí alzara la voz contra los daños ambientales de otros gobiernos, ¿vieron cómo hasta nosotros desviamos la conversación?

Ahí es donde encontramos los mayores riesgos del whataboutism, yestoqueísmo, o la falacia tu quoque. 

El comediante y comentarista político John Oliver comentaba que el problema con estas discusiones es que “en realidad no solucionan el problema o ganan el argumento, solamente enlodan el agua y enojan a la otra persona”. En la misma línea, la revista Foreign Policy recordaba que en las épocas de Trump estas acusaciones impedían al público tener conversaciones “razonables, basadas en hechos, sobre las fallas lógicas o morales de la política”. 

Al final pasamos todo el día peleando, viendo los reclamos de artistas, analizando su vida o sus historias y nada platicando de… de… ¿de qué? Ah sí, del Tren Maya o su impacto ambiental.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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