Como si estuviera en escena de película de Capulina, un amante de lo ajeno se quedó engarrotado para intentar pasar desapercibido a los ojos de unos policías. Lástima que no tenía buenos dotes histriónicos y cayó ante la ley.

La historia esta vez no pasó en México, sino en Argentina, donde  un hombre quería cambiar de gafas y al no tener dinero para comprarlas, optó por entrar a la tienda de madrugada y llevarse más que un par.

Sin embargo, la brutalidad con la que rompió la reja que daba acceso al establecimiento hizo que se activara la alarma, por lo que la policía no tardó en llegar al lugar, y al verse acorralado y sabiendo que los novatos no se la pasan muy bien que digamos en las cárceles, el joven de 26 años hizo lo que las películas cómicas dictan: se colocó unas gafas y posó junto a los demás maniquíes.

Por poquito y le salía el truco, ya que los policías no daban con el presunto ladrón. Fue hasta que con lámparas en mano revisaron rincón por rincón del comercio, que uno de los oficiales alcanzó a percibir la extraña hechura de  uno de los monigotes.

El comisario del distrito, Guillermo Morgan, señaló que el ladrón al ser descubierto pensó que “con su actuación teatral podría engañar a la policía simulando ser un maniquí, incluso no respondió a ninguna de las preguntas que le hicieron los agentes”.

Eso es meterse en el personaje.

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