La Primavera Árabe, la más famosa, la que logró tumbar del poder a un Hosni Mubarak el dictador del Nilo, terminó con el ascenso al poder de Mohamed Morsi, el primer presidente islamista de Egipto, miembro de los Hermanos Musulmanes, el partido de oposición más prestigioso del país.
Morsi es un pragmático, el líder de la comunidad musulmana en el país más poderoso de África. Desde el primer día de su gobierno, afirmó que Egipto no se convertiría en un estado secular, sino en una democracia laica de cáracter islámica, al estilo turco.
Pocas semanas después de sustituir a los directores de los medios de información estatales, el domingo apareció por primera vez en la historia de la televisión pública egipcia una presentadora ataviada con el hiyab, el velo islámico que cubre totalmente su cabello y que según la religión musulmana todas las mujeres deben de vestir en público.
Lo hizo en el horario estelar, el matutino de medio día y con su aparición, Fatma Nabil, la presentadora estrella de la televisión pública ha desatado un viejo debate: la televisión egipcia había aplicado férreamente durante décadas un código de vestir estrictamente secular, de acuerdo con la ideología de la revolución de 1952 liderada por Gamal Adbdel Nasser.
Los laicos y feministas consideran que la aparición de Fatman con un velo blanco es la prueba irrefutable de que la administración de Morsi impondra una agenda conservadora en la política pública, entre los musulmanes se justifica como un paso hacia la normalidad y a favor de la libertad de elección de las mujeres.
Hace un año la presentadora Lamiya al-Sayed denunció al Ministerio de Información por prohibirle cubrirse con el velo en la televisión pública. El pasado mes de diciembre, un tribunal de Alejandría le dio la razón e impuso al Gobierno una multa de 20.000 libras egipcias (unos 2.200 euros).
Según el fallo, el pañuelo islámico “no se interpone entre la mujer y su trabajo, y no plantea ningún obstáculo para que las mujeres trabajen”. “La prohibición del hiyab va contra la libertad personal y de religión”, afirmaba el veredicto… pero los laicos no estan tan seguros.
¿Libertad o retroceso?
