“Cuba y el mundo necesitan cambios..”.
La frase resonó amplificada por el defectuso sistema de sonido cubano y distorsionada por la falta de acustica de la Plaza de la Revolución en la Habana. Allí, Fidel Castro se hizo del poder hace más de cincuenta años, allí frente a la estatua gigante del Che Guevara y José Marti, Benedicto XVI ha terminado, frente a más de cincuenta mil personas, su visita oficial a Cuba.
Luego, un poco más tarde, Ratzinger se ha reunido en privado con Fidel Castro, el barbado líder de una Revolución que partió en en un barco para treinta personas desde Tuxpan en Veracruz con unos pocos hombres entrenados por un ex profesional de lucha libre.
No hablaron mucho, ni discutieron sobre nada realmente importante, lo que tenía que hablar el Santo Padre de política ya lo habló ayer con Raúl. Tampoco con Raúl habló mucho, ni de nada importante, “libertad religiosa y más espacios apra la iglesia católica” fue lo que pidió Ratzinger al menor de los Castro.
Hoy, Joseph, sólo se ha tomado la foto con Fidel. Fidel que es más o menos el mismo que antes, Fidel que ha dicho ayer en su blog oficial antes de su reunión:
“Camaradas, los tiempos no han cambiado, la Revolución avanza”.
