Chepo logró lo que pocos… unir a millones de mexicanos, en una misma voz.
No importan los pobres partidos ni los malos resultados. No importan los fracasos acumulados, ni los reproches de la afición, mucho menos los de algunos medios de comunicación, a los que, sorpresivamente se unieron las televisoras en los últimos días.
“Chepo está firme al frente de la selección”.
Al menos ésa es la versión que, según nos cuentan, recorre los pasillos de la Federación Mexicana de Fútbol y no es que los altos mandos no estén enterados del enojo, frustración y desasosiego que existen a raíz del pésimo año que ha tenido José Manuel de la Torre al frente del Tricolor, por supuesto que lo saben. Sin embargo, también saben de todas las cláusulas del contrato que firmaron hace un par de años con el entrenador nacional y con el que un precavido Chepo se blindó ante la posibilidad de encontrarse en un escenario como el que vivimos.
De ahí la inagotable paciencia de los federativos, quienes, por un lado, saben que el Tricolor está viviendo uno de sus peores momentos, no sólo en lo deportivo, sino también en cuanto a imagen se refiere, pero también están conscientes de que no es tan fácil despedir a otro técnico (Chepo sería el tercer técnico que indemnizaría la Federación en un periodo de 5 años, después de Hugo Sánchez y Sven Goran-Eriksson) primero, por el tema económico; segundo, por la aventura que significaría buscar a un sustituto a estas alturas del partido, y tercero, (que si me preguntan, debe ser lo más que les importa a ellos) porque sus puestos y decisiones volverían a ser puestos en dudo por la opinión pública.
Sin embargo, más allá de los albures internos a los que se enfrenta la Federación Mexicana de Fútbol, me parece que alguien tendría que decirle a José Manuel de la Torre, que, si bien su contrato superblindado estipula que su chamba se limita a dirigir a un equipo de veintitrés pelados vestidos de verde, fantasear con formaciones 4-4-2, 3-5-1-1, 8-1-1, y salir a dar ‘cátedras Godínez’ en sus conferencias de prensa, las cuáles deberíamos estar memorizando para el día en el que lleguemos a la oficina y seamos reprendidos por nuestro jefe, contestemos con un elegante “Mira, obligados no estamos a nada. Estamos comprometidos con nuestros objetivos. Para ti, defíneme que es obligación y yo te digo para mí qué es el compromiso” (o mejor aún, tras cajetearla a lo grande, responder con un “no tengo límites” quitados de la pena), la realidad es que, para bien o para mal, vivimos en un país en donde el ánimo colectivo depende en gran medida de lo que haga o deje de hacer la selección nacional.
¿Que está mal? No hay forma de negarlo, pero como dicen por ahí, es lo que es y hay lo que hay. Vaya, no hay mejor prueba de esto que despertar el día de hoy y encontrarnos con que, pese a la problemática que está viviendo Michoacán, o el terrible video que muestra el abuso de un funcionario público de Tabasco contra un niño, lo primero de lo que se queja la gente es de que ¡perdió la selección contra Panamá!
En fin, cada quién. A lo que voy es que me parece increíble que sabiendo lo importante que es la selección nacional para el ánimo de un país que día a día es golpeado por diversas problemáticas políticas y sociales ¡nadie haya tenido la sensibilidad de acercarse a José Manuel de la Torre y todo su equipo para explicarles todo lo que puede provocar (para bien y para mal) su trabajo!
Vayámonos por la fácil:
¿Cuántas cervezas se han dejado de vender en el Estadio Azteca porque la selección de José Manuel de la Torre ha sido incapaz de anotar un sólo gol como local en toda la eliminatoria mundialista?
¿Cuántas fondas, bares y restaurantes que acostumbraban llenarse para ver cada partido de la selección, se han quedado con mesas vacías en las últimas semanas?
¿Cuántas camisetas se han dejado de vender porque “no estamos obligados, sino comprometidos”?
¿Cuantas personas que religiosamente veían todos los partidos de la selección (entre los que me incluyo) decidimos ocupar nuestras vidas en mejores cosas que el estar derramando bilis frente al televisor?
Y aunque de primera instancia nos ‘alegramos’ porque pensamos que si apagamos la tele “nos estamos chingando a las televisoras”, como si Emilio Azcárraga o Ricardo Salinas Pliego se fueran a poner a llorar, la realidad es que si bien la crisis de la selección llega a afectar a las grandes corporaciones, los verdaderos perjudicados terminan siendo personas trabajadoras que realmente dependen del consumo para sobrevivir, como por ejemplo, los cuates que venden chelas en el Azteca, los meseros de los restaurantes, o hasta los que atienden los puestos de la calle que venden trompetas, banderas o tatuajes de la selección.
¡¿Y todo porque Chepo de la Torre decidió que no está ‘obligado, sino comprometido’?!
Personalmente, había decidido no pelar a esta selección en la Copa Oro, por el simple motivo de que, a mi entender, salvo algunas honrosas excepciones, el equipo que viajó a Estados Unidos para disputar este certamen, es el cascajo de una liga mediocre. Basta ver que el capitán terminó siendo Joel Huiqui, y vaya, para que hasta a Omar Bravo le haya dado flojera ir…. ¿de verdad se le podía llamar selección a ese combinado?
Sin embargo, el ánimo del país, tristemente depende en gran parte, al desempeño de la selección.
Eso sí, habrá que reconocerle a José Manuel de la Torre que en estos siete meses logró lo que muy pocas personas: ¡Unir a millones de mexicanos en una misma voz!
El problema es que esta ‘unión’ parece ser ignorada por la Federación Mexicana de Fútbol, una Federación que de nueva cuenta va a dar muestra de su hipocresía, solicitando apoyo incondicional en los momentos difíciles, pero al mismo tiempo, ignorando los reclamos de esa afición a la que tanto exigen.
Y es que, pareciera que para algunas cosas como el vender boletos, camisetas, patrocinios y generar un gran valor comercial para su producto, la afición es lo más importante para la Femexfut y ahí sí #Jugamos12, pero cuando se trata de escuchar reproches y tomar decisiones que al menos den la impresión de estar en el mismo canal que la afición (como por ejemplo, pedirle a Chepo que le baje tres rayitas en sus conferencias y muestre un poco más de autocrítica), ahí entonces, nadie se atreve a dar la cara. Y ojo, que arriba de Chepo hay muchos otros responsables de que esta crisis haya llegado a estos niveles.
Y es justamente en estos momentos, donde lejos de indignarnos porque Chepo alinea a Huiqui, mete a tres contenciones, o pierde contra Panamá, deberíamos de abrir los ojos y darnos cuenta de que, aunque durante años nos han vendido la idea de que la selección nos representa a todos y casi casi se juega partido a partido parte del orgullo nacional, a final del día, no es más que el negocio de unos cuantos, a los que probablemente el fútbol sea lo que menos les importe, y es aquí donde volvemos al inicio de esta entrada. Si no han corrido a Chepo, no es porque no les importe lo deportivo, sino porque les importa más el dinero.
¿Que vamos a ir al Mundial? De eso no me queda duda.
La pregunta que se deberían estar haciendo en la Federación, es ¿a qué vamos al mundial?