El Gozadero Dancing Club siguió con su buena racha este sábado de lluvia en el Vive Latino. No por el hecho de ser un escenario que no aloja a las bandas taquilleras, ha de ignorarse lo que ha venido pasando en estos últimos días. Y es que si se trata de bailar y pasar un buen rato, este es el lugar para ustedes.

Abrió la pista Chancha Vía Circuito que con su música cercana al sonidero, ritmos sudamericanos, sonidos de la naturaleza y una voz grave, puso a bailar a varios después de la granizada que azotó brevemente al Foro Sol. Pedro Canale ha logrado que su propuesta sea celebrada por Mike Powell, crítico que escribe para Pitchfork. Powell menciona que el sonido repetitivo de Chancha Vía Circuito logra que pueda escuchar el álbum “Río arriba” una y otra vez. Ese ritmo marcado y lento hizo que los asistentes abandonaran sus preocupaciones y se movieran al ritmo de la música. Excelente inicio a pesar de los caprichos del clima.

A esto siguió Sonido Martines. Este Dj de domicilio itinerante vino a mezclar sonidos tropicales con buenos resultados. Es necesario decir que sí, la lluvia logró ahuyentar un poco a la gente, pero todos los que estuvimos ahí nos hicimos al ánimo de bailar y lo pasamos bien. La mezcla de sonidos me resulta un poco indescifrable, a ratos remite a la cumbia peruana pero definitivamente no podría encasillarlo en eso, los invito a escucharlo dado que el producto de su dedicación es digno de tomarse en cuenta. El Martines no interactuaba mucho con el público de manera directa, se mostraba muy concentrado en sus consolas, pero claro, con el propósito de lograr que la gente no parara de moverse. Sus intenciones llegaron a buen fin.

Después vino Quantic, nombre del proyecto de Will Holland. Ya con el apoyo de la noche y por lo tanto de las luces, el escenario del Gozadero Dancing Club lucía imponente. Este Dj, notable conocedor de la música colombiana, logró reunir a un número considerable de personas que bailaron una interesante mezcla de sonidos andinos con ritmos de cumbia, soul y house entre otros. Era fascinante cómo los tiempos marcados de la canción se apoderaban de los cuerpos de los espectadores que no dudaron en sacar sus mejores pasos de reggae y salsa o simplemente brincotear mientras se dejaban llevar por el trabajo de Holland. Es agradable que un Dj interactúe con su público en vez de sólo dedicarse a mezclar; agradezco al Dj que aunque veía al público complacido, preguntó “¿Cómo vamos?” Holland en cuanto sincroniza su par de tornamesas disfruta de su propio trabajo y baila para unirse con el público desde el escenario.

Ya con los ánimos bien echados a andar, llegó Sonido Sonorámico.  El sonidero se apoderó de las bocinas y alegró el ánimo y los cuerpos de los espectadores. La voz con delay y reverb que ya no es un efecto involuntario a consecuencia de la distribución de las bocinas, sino que constituye una de las cualidades distintivas del género, es lo que mejor distingue a este grupo de los demás que se presentaron en el Gozadero. Esa voz constantemente lanzaba frases hechas, como “se ve” o “cumbia colombiana”, pero también mantenía un contacto especial con los asistentes. A ratos jugó un papel de preponderancia total, ya que silenciaba la música para mandar saludos a todos aquellos que lo pidieron mediante una hojita. El baile también tuvo una expresión particular durante los 50 minutos que duró la presentación, ya que en el público se formaron círculos en los que bailaban vistosamente dos parejas, mientras en el escenario tres bailarinas con faldas blancas y evanescentes completaban el show. Fue curioso notar que una de las bailarinas era la que iba decidiendo qué pasos ejecutarían las otras dos que la seguían, a veces, torpemente. Eso no fue obstáculo para que todos los que estuvimos ahí estuviéramos alegres y satisfechos.

Siete catorce con un modesto show de luces a su espalda, nos regaló piezas que recurren a géneros que no habían estado presente el día de hoy en El Gozadero. Algo de noise y de dubstep se mezclaron con de 3ball  y tanto sonidos como ritmos caribeños, siempre cubiertos por un velo obscuro. Hay que señalar que algunas secuencias minimalistas impacientaron a un sector del público, incluso hubo quien gritó “sin miedo, wey, tócale”. No sé si como respuesta, pero Marco Polo Gutiérrez, nombre del Dj, saturó el ambiente con multiplicidad de beats certeros y definidos que hacían que te temblara el pecho como consecuencia de las vibraciones de las bocinas. La música logró poner a varios de los asistentes en un estado similar al trance pues apenas movían la cabeza de un lado hacia el otro. Eso sí, no faltó el entusiasta que ante cualquier variación de los beats gritaba “¡a webo!”, como si el Dj estuviera leyendo su pensamiento y ejecutara su voluntad.

Si querían escuchar algo nuevo y extraño, mi recomendación del día es Frikstailers. Sus atuendos son un preludio de lo inusual de la propuesta de este dueto argentino; los ojos de los integrantes son dos fuentes de luz que, junto con su música, ayudan a hipnotizar al público. Sin dejar de lado un ritmo próximo a la cumbia, las herramientas sonoras de las que echan mano pertenecen a la música electrónica más pura. Los asistentes permitieron que el ritmo de sus beats se apoderara de sus cuerpos y bailaron sin descanso; como si ellos mismos fueran un elemento más que, como un estrobo, parpadea controlado por el panel de luces que siempre responde a la música. Las voces de pronto se hacían presentes y la atención se centraba sobre ellas. Aunque en el Escenario Indio estaba Calle 13, alrededor de 400 personas asistían a las ráfagas de sonidos eléctricos de Frikstailers.

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Para cerrar con broche de oro, Schlachthofbronx se presentó en El Gozadero. Este dueto alemán se permite equivocarse en el escenario y hacerlo evidente: “No, that was the wrong song” dijo uno de ellos entre risas. Dialogan con el público constantemente, algo que se agradece a las doce de la noche cuando lo único que uno quiere es pasarla bien y ser consentido por el artista. Su “música sucia para bailar”, como la llaman ellos, es profundamente persuasiva y convenció a todos los asistentes de moverse. De algunos puedo decir que parecía que lo hacían anárquicamente, pero estaban en total sintonía con la música. Su estilo es difícil de definir, pero ¿han escuchado a Major Lazer? El estilo y la calidad son similares, de hecho han colaborado con ellos. Si tienen dudas sobre la calidad, tengan en mente que también han colaborado con M.I.A. Les recomiendo que lo escuchen, probablemente al principio no será música de fácil digestión, pero al poco tiempo no podrán evitar mover los pies como nos pasó a todos lo que vimos a este dueto.

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El Gozadero Dancing Club se va haciendo de muy buena reputación. Sería recomendable que en los próximos Vives, nos hagamos a la idea de que es obligatorio asistir al menos un momento a ver qué tiene para ofrecernos; por el momento no tenemos nada qué reprochar y tenemos mucho qué agradecer.

Reseña por: Adam Vázquez

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