Mientras que en otras latitudes el Ejecutivo es el blanco de las cábulas, en Rusia las cosas son diferentes. En primera, porque aquel que se atreva a burlar de Vladimir Putin seguro va directo a hacerle compañía a Boris Yeltsin y, en segunda, porque el mandatario de la tierra del vodka no es tan fácilmente mareable.
Prueba de ello lo que ocurrió el pasado viernes, cuando el ministro de Desarrollo Agrícola, Alexander Tkachev, dio a conocer su justificación para que Rusia no deje de producir chanchitos. “Alemania produce 5.5 toneladas de cerdo al año. Casi tres partes de ellas son para exportación. A todos los países, principalmente a China, Indonesia y en parte de Japón, Corea, etcétera. Espero por eso que no deberíamos de parar con la producción de cerdo, en ningún caso”…
Dicho lo anterior – y aunque no es el geógrafo de la casa – Putin hizo ver a Tkachev su error. Pues cómo no, si querer venderle cerdos a Indonesia es como venderle lápices a millenials. “Indonesia es un país musulmán, no comen cerdo”, señaló el líder ruso que, en lugar de mandar a azotar a su ministro por su equivocación, no se aguantó y se rio en su cara. Que, quién sabe qué será peor: una reprimenda del ejecutivo o que, con su alegría, evidencia que pareces miembro del gabinete de EPN. Difícil pregunta, sobre todo si ven el siguiente video, en el que don Vladimir le pone una cajetiza a su ministro de Transportes, al grado que éste estuvo al borde de las lágrimas.
En fin, para corroborar si es buena idea comenzar a exportar cerditos para consumo humano, el presidente ruso se dará una vuelta por el país asiático, pero eso hasta el año que viene, en 2018.