El pasado viernes 16 de diciembre, el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, culpó abiertamente a Rusia de haber hackeado al Comité Nacional Demócrata, con la intención de dañar la campaña presidencial de su candidata, Hillary Clinton. Los rusos hackearon tanto a los demócratas como a los republicanos, pero sólo la información de los primeros fue filtrada a través de la plataforma Wikileaks, por lo que se infiere que buscaban beneficiar al empresario Donald Trump.

Obama dio su última conferencia de prensa del año —y probablemente de su mandato— en la cual en lugar de hablar sobre los logros que ha conseguido su administración a lo largo de los últimos doce meses, se tomó tiempo para recopilar las metas que ha cumplido en sus ocho años en la Casa Blanca. Sin embargo, también abundó sobre un tema que preocupa al interior de Estados Unidos: la participación de Vladimir Putin en su proceso electoral.

Luego de que los servicios de inteligencia estadounidenses concluyeran que el gobierno ruso intervino en la contienda electoral para beneficiar a Donald Trump (aunque el Kremlin y el presidente electo Donald Trump lo negaran), Obama habló abiertamente sobre la violación a su seguridad virtual y le aseguró a los rusos que habría represalias en su contra por tratar de vulnerar las elecciones; sin embargo, el mandatario estadounidense afirmó que las acciones no tuvieron influencia en los resultados de los comicios del pasado 8 de noviembre.

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Las reacciones no se dejaron esperar, y diferentes personajes de la política ya se han posicionado al respecto: la excandidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton, aseguró el pasado 16 de diciembre que el ataque cibernético de los rusos fueron causales de su derrota y señaló directamente al presidente Putin, de quien dijo tiene una “afrenta personal” contra ella. La exsecretaria de Estado también calificó el ciberataque como una agresión contra la democracia estadounidense y el propio país.

Su esposo, el expresidente Bill Clinton, la secundó en sus aseveraciones afirmando que la excandidata demócrata luchó contra todo y todos y terminó prevaleciendo, aunque no se pudo sobreponer a las interferencias conjuntas del FBI y el hackeo por parte de los rusos. El presidente electo Trump sigue desestimando las conclusiones de la CIA a la vez que aseguró que sólo se trata de una conspiración para quitarle legitimidad a su triunfo en las elecciones.

Mientras que algún sector del Partido Republicano se mostró pasivo frente a la intervención rusa, un grupúsculo republicano se ha apoyado en los demócratas para pedir que se forme un comité selecto para investigar los hallazgos que realizó la CIA respecto a la participación de Rusia en las elecciones y su presunto apoyo a Trump. John McCain, prominente político republicano y uno de los firmantes de la petición, indicó que los hackeos rusos atentan con “destruir la democracia”, además de calificar la respuesta del gobierno estadounidense como “paralizada totalmente”.

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¿De qué se trata todo el asunto del hackeo?

El 19 de marzo de este año, John Podesta, jefe de campaña de Hillary Clinton, recibió un correo electrónico conocido como ‘phishing‘, una trampilla con el propósito de robar información personal de un usuario y de esta forma poder suplantar su identidad. Podesta alertó a su equipo tecnológico sobre el sospechoso email, quienes consideraron que era legítimo. ¿Qué pasó después? Le recomendaron que cambiara su contraseña, ¡JUS-TO como lo decía el mensaje!

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No hubo señal alguna del hackeo hasta que en octubre comenzaron a aparecer en Wikileaks antiguos correos electrónicos de Podesta, entre los que se encontraban una receta para preparar risotto al estilo de Modesta, el anuncio del nacimiento de la hija de uno de sus amigos y otras conversaciones sin relación con la campaña de Clinton o el gobierno estadounidense.

El pasado 7 de octubre, el Departamento de Seguridad Nacional acusó a altos funcionarios rusos de intervenir en su proceso electoral, aunque hicieron referencia directa al hackeo de la Convención Demócrata.

El equipo de Clinton alegó que el mismo criterio podía aplicarse a los correos sustraídos de Podesta y acusaron a Trump de trabajar en conjunto con el gobierno ruso. Las quejas de los demócratas persistieron hasta que casi a finales de octubre, James Comey, director del FBI, anunció que la investigación por el caso de los emails se reabría, ya que se había encontrado nueva información que podía ser relevante para el caso.

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Cuando se dice que Rusia hackeó la contienda electoral en Estados Unidos, las autoridades no se refieren al saqueo de urnas o a alguna modificación de las máquinas para votar, como muchos electores temieron. El comportamiento de los estados péndulo fueron acorde a las tendencias nacionales, e incluso en Michigan, el conteo de votos no evidenció algún comportamiento fuera de lo común. Más bien hablan de la influencia que ejerció el país liderado por Vladimir Putin al revelar información que pudiera afectar los resultados de la contienda.

El mecanismo con el que pudieron acceder a los correos de Podesta no es nada sofisticado y está al alcance de un “¿Quieres saber quién visitó tu Facebook?”.

FOTOS: GETTY IMAGES

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