Celebrando los XV años del Vive Latino, es difícil imaginar que muchos de los asistentes ni siquiera habían nacido cuando se llevó a cabo el primer festival en 1998. Jordi Puig, fundador del Vive Latino, estuvo ahí cuando se montó el primer escenario y en esta charla con Sopitas.com, buscamos reconstruir la historia alrededor del primer festival de música iberoamericana.
Parece que fue ayer cuando todos disfrutábamos de esas pinceladas de Zinedine Zidane en el mundial de Francia, cuando soñábamos con alcanzar una verdadera democracia en nuestro país al ver por pimera vez en la historia, a un régimen de izquierda gobernar en la Ciudad de México, o cuando nos embrutecíamos como locos en Sixtina, Fixión o el viejo Bull Dog Café, disfrutando las presentaciones de Ilya Kuriaki, Molotov, Zurdok o unos chavos desconocidos, llamados Zoé. La realidad es que 1998 ocurrió hace quince años, y este es el largo camino recorrido por el Vive Latino para consolidarse como lo que es hoy en día: El festival más importante de música latinoamericana.
- En 1998 se empezaba a consolidar una generación de rock en español y yo promovía mucha música en ingles. Nos dimos cuenta que había una buena generación, pero carecía de poder de convocatoria, a menos que fuera en los pocos eventos masivos gratuitos que había. O sea, había el gusto pero nada más. Y en una de estas juntas de lluvia de ideas nos preguntamos qué pasaría si llegáramos a reunir a todas estas bandas. A lo mejor las ve más gente y al tener calidad, podría cada una salir a vender más boletos ya con sus propias giras. Yo tenía la inquietud de hacer un festival de los que vi en Europa, cuando yo vivía por allá, y se unieron las dos cosas. Las ganas de que mucha gente viera a estas bandas de rock en español y las ganas de hacer algo que yo, en su momento, vi en Europa y me parecía fantástico que eran los festivales.
La verdad es que hoy en día no creo que haya esa preocupación que dice que los gobiernos no quieren que los jóvenes se reúnan. En aquellos tiempos, hace veinte años, sí era un tema porque no existía, los jóvenes no se reunían mucho. Digamos que el antecedente directo de un festival como el Vive más bien son estos eventos de “Serpientes sobre ruedas” de la UNAM, o de algunos festivales que se hacían en plazas, el Rockotitlán, pero la realidad es que en la región no había un festival como tal y en Estados Unidos había muy pocos. El único que yo recuerdo era Lollapalooza, pero era itinerante porque Lolla se estableció en una ciudad allá por el 2004 o 2005 y el festival de Coachella nació en el 99. Entonces el Vive es más hijo de una idea propia, mexicana, con algunas inspiraciones más europeas.
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Más de 500 bandas han desfilado por el Vive Latino a lo largo de los años, pero ¿saben cuál fue el primer artista en haber sido contratado para presentarse en el festival? Miguel Ríos.
A través de una amiga busqué -con esta inquietud de hacerle homenaje a los que yo vi en mi generación de chavito- a Miguel Ríos, porque me parecía importante el concierto de Miguel Ríos en la Plaza de Toros México que ha de haber sido como en el 88 o 89. Fue muy significativo. Entonces me basé en ese, me basé en el concierto que hubo de Radio Futura y los conciertos que se dieron en el Hotel de México. Ahí tocó Radio Futura, tocó Botellita de Jerez, tocó Caifanes, tocó Soda Stereo… Entonces esos fueron los primeros que busqué, como para darle validez al Vive, me fui sobre esos pocos pilares-conciertos cuando a finales de los 80 realmente no había conciertos masivos. De vez en cuando había algunos que se quedaban en la memoria.
Te cae que es tan difícil hacer un festival y tener unos resultados tan magros después de tanto trabajo. Afortunadamente yo no vi el saldo pero -honor a quién honor merezca- Alejandro Soberón si lo vió y en ese momento nos felicitó a todos y nos dijo que habíamos creado ALGO, que era cuestión de tiempo. Y el siguiente ya reventó. El siguiente festival cuando los tres headliners eran Los Fabulosos Cadillacs, Molotov y Jaguares. Ya fue una locura, se nos fue de las manos, a lo bueno. La convocatoria fue increíble.
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¿Alguna vez te has preguntado cómo es que una persona mayor de 40 años puede acordarse de un concierto que ocurrió en los 90 mientras que nosotros apenas nos podemos acordar de lo que vimos hace un par de semanas? En la actualidad, un fanático puede ir a tres o cuatro conciertos POR SEMANA, pero hace un par de décadas, con suerte podías ir a uno o dos POR AÑO.
Hoy como que se dice fácil, pero es que en el 98 no había ni conciertos sin sillas. Los conciertos (así fuera Metallica o Megadeth) eran con sillas. Entonces, esos resultados de lo que hicimos en el 98 fueron muy satisfactorios artísticamente. Pero en el 2000 fue un año raro y nosotros todavía estamos un poco ciscados porque no nos había ido tan bien en una convocatoria. Tengo que decir que lo que nos motivó a hacerlo fue el asunto del septiembre 11 en las torres gemelas porque en ese momento asumimos que no iban a venir por mucho tiempo grupos extranjeros por todo este rollo y la paranoia. Entonces dijimos, pues vamos a hacer otro Vive Latino; por lo menos vamos a hacer con grupos de aquí un festival. Y lo que fue un recurso, vimos que estaba más vivo que nunca. Cuando empezamos a hacer llamadas y dijimos, oye vamos a hacer la segunda edición, había tanto entusiasmo que fue un festival que explotó por todas partes. Pero realmente empezamos con miedo de decir, pues vamos a hacer uno muy localito porque no vamos a tener bandas ¿Cuál? Vinieron bandas argentinas, bandas españolas, inclusive ya hubo algunas bandas anglo, digamos como Save Ferris o Fishbone, y el festival creció más de lo que esperábamos.
El Vive Latino yo lo tengo como en tres etapas. El origen, la visión, que fue en el 98, y en aquel 2000 empezó la segunda etapa ya de consolidarse, e internacionalizarse, y hacerse ya parte de la agenda del DF. Pero seguía siendo un festival muy joven y con una personalidad muy fuerte. La verdad es que yo sí escuchaba en la calle, Uy que el Vive Latino. Nada más van los bravos al Vive.
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Aunque se han escuchado muchas quejas sobre la inclusión de géneros como la cumbia, el norteño y los sonideros, o la “invasión” de bandas anglosajonas, Jordi Puig cree que el fan de hoy está mucho más abierto a nuevas propuestas.
En esos orígenes del festival había un sentido de pertenencia muy fuerte, pero también creo que hoy en día no tiene mucho sentido. El público que le gusta la música es más global, es más sofisticada y más abierta a escuchar de todo. Yo creo que es la apertura digital, como que conlleva a menos perjuicios. Si te gusta el metal, la salsa, el reggae y de repente el pop… estas mezclas ahora se valen.
Antes todo salía del rock. De ahí salía el discurso, de ahí salían los grupos, las tendencias, y ahora se diversifica y ese mismo discurso puede venir de un DJ. Puede venir de una banda más poppera, más hip-hoppera, reggaetonera, o de rock puro. Pero todas convergen en que son bandas con actitud, que nos gustan y que por lo tanto pueden estar en el festival. Soy muy fan y me gustó mucho lo de Blur el año pasado y yo creo que lo de Arcade Fire este año puede ser muy interesante también.
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El fundador del Vive Latino percibe que hay intereses compartidos entre el festival y las bandas latinoamericanas que se han presentado en sus escenarios. Lo cual no debe de ser sorpresa. Cuando una banda es invitada por primera vez al Vive, su nivel de exposición explota al ser introducido a una audiencia mucho más amplia.
Hemos crecido juntos. Hay grupos muy grandes y muy consolidados que han crecido junto con el Vive. Son de esa generación, Panteón Rococó lo es, Zoé lo es, Babasónicos lo es, el mismo Café, Molotov… o el Vive se subió al éxito de estos grupos o viceversa, pero somos de la generación.
El proceso con Caifanes fue muy satisfactorio porque la verdad es que en el año que se presentó Jaguares el tema de Caifanes estaba muy conflictuado. En ese momento nunca esperamos que hubiera un retorno. Te hablo que lo de Jaguares fue en el 2000. Entonces pensar que once años después regresa Caifanes al mismo escenario y curándose las heridas, ese proceso estuvo muy bien. Y los otros procesos que me encantan es acordarme dónde o cómo se presentó Zoé la primera vez y verlos ahora de headliner. Esas cosas también dan mucho satisfacción porque ves el proceso.
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¿Cómo organizador de un festival de tal magnitud, cuáles son los pasos más complicados para que se pueda llevar a cabo un festival sin algún contratiempo?
No hay que olvidar que somos muchos, que estamos disfrutando de algo y que tienes que tener todos los cuidados y todos los servicios. Ahora la tenemos muy clara, pero hace diez años no la teníamos tanto. Entonces sí, por momentos sentías que estaban un poco al filo. De repente programabas bandas que eran más grandes de lo que uno creía en un escenario no tan grande y ahí mismo hacíamos el cambio. Yo me acuerdo que después de una experiencia justo con Panteón Rococó, en un escenario que ya no tenemos ahí, tuvimos que cambiar al siguiente que era José Fors de Cuca al escenario principal. Dijimos, no no no no… El otro momento siempre complicado es intentar ver para dónde va el festival, qué refleja. Sentimos que es un reflejo de la sociedad, primero chilanga, luego mexicana, luego latina. Entonces tienes que tener esa ida y vuelta con la gente, y no es tan fácil leer hacia dónde va la gente y qué es lo que busca.
Te puedo decir que repartimos 17,000 acreditaciones entre los cuatro días. Te hablo de grupos, comité organizador, gente que trabaja en la operación del festival. 17,000 pulseras. Es un Palacio de los Deportes trabajando. Casi el 10% de la asistencia este año. Es un número grande.
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¿Y qué hay de un Vive fuera de México? Festivales como Lollapalooza y Rock in Rio ya tienen sus bases en otras partes del mundo.
Hicimos un Vive Latino en Chile, bastante exitoso, en el 2007 y podría ser algo que considerase en el futuro. A nosotros, los que hacemos el Vive, nos encanta hacerlo, nos encanta el proceso y nos gusta el aprender de nuevas bandas. Somos un grupo muy grande. De hecho, nuestro calendario laboral está conforme al Vive Latino. De repente, al núcleo pequeño del festival nos cuesta trabajo desprendernos de toda esa dinámica. Somos tantos que ya sería cosa de mover un monstruo de dimensiones muy interesantes. Pero bueno, quizás como concepto si podría ser algo para exportar.
-Jordi Puig
Director y fundador del festival Vive Latino