Una año más llega a su fin, pero no fue un año feliz, y, lejos de que todos estuvimos presionados por los cambios políticos, las protestas y que toda la cobertura mediática se centró en estas cosas, hay que recordar y tener muy presente la violencia que vive nuestro país y que no está para nada lejos de la violencia que desató Felipe Calderón ¿a qué nos referimos?
Según el director de Artículo 19, Darío Ramírez, los primeros 11 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto se han registrado 19 mil ejecuciones. Ustedes podrían decir: obviamente deben ser tantos, ¿que no ves que estamos saliendo del sangriento sexenio de Felipe Calderón? y les daríamos la razón de no ser porque el último año de gobierno de Calderón registró 18 mil 161, es decir, un número menor. Así que en lugar de ir a la baja parece que aumentaron.
También, Martín Moreno, en su columna del 17 de diciembre en Excélsior, nos dice que los datos fueron sacados del semanario Zeta con base en cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y de las Procuradurías de Justicia Estatales.
No obstante, el periódico Reforma publicó el día de hoy una nota con el título «Bajan 15 % homicidios con Peña», el dato lo toman del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), ellos afirman que con el presidente Peña se han denunciado 15 % menos asesinatos que en el último sexenio de Calderón. No sabemos si esta diferencia tiene que ver con que aquí se habla de las denuncias. Si es así, ¿no sería entonces una disminución del 15 % de la confianza de las personas en la instituciones de justicia? Pues sólo habrían bajado las denuncias, no los asesinatos.
Según Transparencia Mexicana, México se ubica en la posición 106 de 177 en el Índice de Percepción de la Corrupción 2013, no es un lugar nada alagüeño y además, muestra cómo nuestros conciudadanos no confían en sus autoridades.
Aún así, los números no nos cuadran, sobre todo porque Reforma dice que en el último año de Calderón se abrieron 21 mil 728 casos , varios miles más que los 18 mil 161 que manejan los otros medios.
De todos modos, esta reducción nos lanza un promedio de 59 asesinatos al día. 59 personas que no regresaron a sus casas ¿creen los gobiernos que denunciar la violencia que azota nuestro país es sólo algo que se hace con afán de ensuciar sus nombres? ¿no les preocupa a ellos también la cantidad de muertos, la baja seguridad en el país?
Reforma mismo dice que a pesar de todo, los números lanzan a la Administración actual como una de las peores cifras en materia de homicidios dolosos desde 1997.
Lo más preocupante es que no son solamente los asesinatos los que van a la alza, también lo secuestros.
Según la Organización Alto al Secuestro, presidida por la ex candidata a Jefe de Gobierno, Isabel Miranda de Wallace, a partir del inicio y hasta el 13 de noviembre pasado se han registrado 2 mil 421 secuestros, solamente si contamos los denunciados al MP, esto quiere decir que en promedio hay 7 secuestros diarios. De entre las entidades, es el Estado de México el que registra el mayor número de secuestros. El Mapa de Riesgos de Control Risks reveló que nuestro país es el líder de secuestros en el mundo.
¿Qué sucede entonces? ¿Por qué el gobierno se concentra en hacer publicidad para sus reformas y no gasta esa energía y ese dinero en esto que es realmente urgente?
Si saben que si quieren que sus empresitas vengan a invertir es necesario que el lugar sea seguro, si no, se irán volando.
Además, según el Índice de paz, México cayó 45 lugares y ocupa el lugar 133 de 162 países a nivel global.
Nuestro país también es el único país de América Latina y el Caribe donde creció la pobreza, los mexicanos que viven por debajo de la línea mínima de bienestar subió a 60.6 millones de personas, un millón más que en el 2010.
Nuestros número educativos tampoco son muy halagüeños, recordemos que, dentro de la OCDE, obtuvimos el último lugar en la prueba PISA (cómo olvidar también los errores en los libros de texto de nuestros niños), de este modo tenemos mala educación más pobreza, un caldo de cultivo que podría nutrir sin empacho alguno nuestros alarmantes número en violencia.
Además, anteriormente la Ciudad de México había sido el bastión que servía de contrapeso política al Ejecutivo Federal, en la administración actual parece que se ha desdibujado esta diferencia y, en lo que algunos llaman trabajo coordinado, se ha llegado al alineamiento con el presidente Peña.
Mancera pide la autonomía política de la Ciudad de México, pero la ciudadanía capitalina no ve dónde si de verdad nuestro alcalde quiere deslindarse del Ejecutivo Federal. El Distrito Federal quiere convertirse en un estado y tener su propia gestión, pero, a la mera hora, no vemos que plante cara a la política federal, que se distinga de ellos, a diferencia de nuestros alcaldes anteriores que se distinguieron por imponerse al gobierno federal y mostrar cómo se hacían las cosas al estilo capitalino.
Pero no sólo es Mancera, diputados como Jorge Sotomayor, han pensado en limitar las manifestaciones como si no se dieran cuenta que el boom de las manifestaciones viene de que gritar en las calles ya es la única válvula de escape que encuentran los sectores de la sociedad para manifestar su descontento ante la precaria situación que están experimentando. Sobre todo porque los grandes medios de comunicación han mostrado a la ciudadanía que no están de lado de ellos si no del lado del Estado.
Darío Ramírez nos habla de que, ante este crecimiento de la violencia y la criminalización de la protesta, probablemente podríamos dirigirnos hacia una sociedad del miedo que permita la implantación de un autoritarismo (a la vieja usanza). La visión del estudioso y activista no es muy optimista, y no ve que las cosas pinten para mejorar.
Por nuestro lado, pinte como pinte la cosa, es ley de vida seguir ante la denuncia de la corrupción y pedir mejores políticas públicas, cuentas claras, transparencia, no podemos permitir que hagan lo que quieran, que sigan asesinando a los periodistas, que sigan evitando hacer licitaciones para crear buena infraestructura pública y a buenos precios. Que sigamos con el peor salario mínimo de América Latina. ¡En fin! Tenemos mucho que hacer, no podemos estar apáticos y tristes por lo que nos han hecho, debemos seguir al pendiente con todo lo que falta por hacer.
**Vía Sin Embargo, Excélsior, Vanguardia, Reforma