Después de algunos días de seguirla con atención, de que científicos africanos y europeos la estudiaran de cerca… y de que las personas en todo el mundo la tratáramos de entender, la variante B.1.1.529 por fin tiene un nombre oficial. Un nombre ad hoc a las que hemos ido conociendo durante los últimos meses.
Sirve que ya no parece que andamos googleando al hijo de Grimes y Elon Musk.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió que —oficialmente— la variante B.1.1.529 se llamará Variante Ómicron, siguiendo con los protocolos de las letras del alfabeto griego.
Sin embargo, lo más importante del anuncio internacional no es el nombre, aunque claro que es útil. En realidad, en el aviso de la OMS señalaron que la flamante Ómicron se trata de una Variante de Preocupación debido a que tiene mutaciones genéticas que pueden hacerla más transmisible, más peligrosa o que se “escape” de las vacunas conocidas.
La mutación fue encontrada por primera vez en Sudáfrica, pero se ha ido extendiendo a otros países de África y algunos casos aislados en Hong Kong, Israel o Bélgica.
Variante Ómicron
La letra Ómicron es la decimoquinta en el alfabeto griego. Es la que le dio origen a la letra O, en el alfabeto latino.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el primer caso de la Variante Ómicron se detectó el pasado 9 de noviembre y desde entonces ha tenido un crecimiento exponencial en muchos países de África. El primero en informarlo internacionalmente fue Sudáfrica.
La variante puede ser detectada con pruebas comunes de PCR.
¿Qué pasará ahora? Pues la OMS le recomendó a los países que empiecen a tomar medidas preventivas sobre la Variante Ómicron, como vigilar los viajes, hacer más pruebas, subirle a los esfuerzos por secuenciar la variante y por supuesto, reportar cualquier incremento sospechoso en los contagios.