Incendio a bordo, gritos de pánico, caída a las aguas negras del mar Mediterráneo: el naufragio cerca de la isla italiana de Lampedusa. Los equipos de rescate italianos recuperaron 211 cadáveres de esta tragedia y se calcula que aún falta un centenar.
Los buzos siguen trabajando para sacar del barco hundido tantos cuerpos como sea posible antes de que empeore el tiempo. La embarcación, en la que viajaban unos 500 inmigrantes principalmente del continente africano, se hundió el jueves, arrojando al mar a cientos de personas. Sólo fueron rescatadas con vida 155 y se calculan más de 300 muertos.
Lampedusa, una pequeña isla entre Sicilia y Túnez, se ha convertido en una de las principales entradas a Europa para los inmigrantes clandestinos de Africa, que llegan por miles en embarcaciones saturadas e inseguras en los últimos años.
Los sobrevivientes describen que pasaron 13 días en la embarcación antes de que el motor se detuviera a poco más de dos kilómetros de la pequeña isla del Mediterráneo, a medio camino entre Sicilia y Túnez. Surgieron críticas sobre la lenta reacción de los rescatistas de la Guardia Costera italiana, quienes dejaron pasar un tiempo valioso filmando el rescate en lugar de salvar más vidas.
Mohammed, un sirio de 53 años que abandonó su país con su familia huyendo de los bombardeos, quería viajar a Suiza, pero tuvo que dejarlos en Egipto porque no tenían bastante para pagar los viajes hasta Europa.
“Tomé el autobús para cruzar el desierto y llegar a Libia. Era un viaje aterrador de cuatro días. Sufría porque sabía que debía hacerlo, pero dejaba atrás a mi esposa, mis dos hijas y mis dos hijos. Son muy jóvenes, necesitan a su padre; nosotros salimos huyendo del peligro en Siria, pero también me trataron muy mal en Libia, era desesperante. Cuando llamé a mi familia, estaban felices de saber que seguía con vida, pero no sabemos cómo podré salir de aquí o como hacerlos venir”, dice.
Otro de los sobrevivientes de nombre Alí, expresó lo ocurrido en esa tragedia:
“Estábamos cerca de la costa, a eso de las tres de la madrugada. Esperamos mucho pero nadie acudió en nuestra ayuda, intentamos mandar señales y el capitán prendió fuego a una camiseta en lo alto del barco y dijo a los pasajeros que prendiéramos fuego a la ropa y a algunas mantas para llamar la atención. Pero explotó el contenedor de benceno, cuando la gente vio las llamas, se precipitaron todos al otro lado y el barco se desequilibró. Muchos cayeron al fondo del mar. Ahí empezó el terror”.
Alí, salió de Eritrea huyendo del régimen dictatorial y pagó 1,400 dólares por embarcar en Libia en este barco con destino a Italia después de seguir un tortuoso itinerario por el desierto del Sáhara. La organización humanitaria Save the Children instó al Gobierno italiano a evacuar inmediatamente a los 228 menores que se encuentran allí, entre ellos 40 no acompañados que sobrevivieron al naufragio. Los refugiados están sentados en bancos verdes bajo un techo de chapa ondulada o se juntan bajo los árboles, detrás de una alambrada de espino. Residuos, colchones viejos y mantas sucias siembran las inmediaciones.
Germani Nagassi, de 30 años, otro sobreviviente declaró que nunca olvidará lo que vio.
“Durante cinco horas estuvimos flotando con los cadáveres de nuestros compañeros, no hay nada peor que esto. Había muchos niños. Había una madre con sus cuatro hijos, una mamá con un bebé, todo quedó perdido en el mar. Mi mente está llena de cicatrices y está en una condición terrible”
Los sobrevivientes están ayudando a reconstruir el hecho porque el barco terminó en el fondo del mar con la mayor parte de los pasajeros debajo de la cubierta.