Han pasado ya dos semanas desde la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y nada se sabe de ellos, ni de qué fue lo que realmente ocurrió la noche del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero. Al menos  las autoridades no se han detenido a explicar cómo es que pudieron desaparecer los jóvenes.

Omar García, integrante del comité ejecutivo estudiantil de la normal de Ayotzinapa y testigo de parte de los ataques que la policía y grupos armados realizaron contra sus compañeros, narró para Telemundo lo que él pudo presenciar. “Teníamos miedo y rabia a la vez”, recuerda que fue su sentir mientras aquella noche era resguardado por elementos del Ejército:

“Nos decían ‘¡cállense!’, ustedes se lo buscaron, querían putazos, ponerse con hombrecitos… pues ahora éntrenle y aguántense”

García no estuvo presente desde el inició de los ataques, ya que se encontraba en la escuela, sin embargo, sabía que sus compañeros habían salido a Iguala para realizar una colecta. “A eso de las 7 u 8, me llamó un compañero y me dijo: ‘oye, no están balaceando los policías aquí en Iguala’”. A bordo de las urban de la escuela, Omar y otros compañeros fueron a prestar ayuda. “Creímos que al llegar íbamos a calmar las cosas”. No fue así.

Sin saber el motivo de la agresión, la intención del segundo grupo de normalistas que llegó a Iguala era llevarse a sus compañeros, “a eso íbamos”. Al llegar al lugar de los hechos, García se encontró con uno de los heridos: Aldo Gutiérrez Solano, hoy en estado de coma y con muerte cerebral, resultado de un impacto en la cabeza.

Además del compañero herido, Omar se halló frente a una escena que no hubiera imaginado: autobuses totalmente destrozados a balazos, sangre dentro de ellos: “no era así de una gotita… era sangre en cantidades”.

Ocultándose de los ataque, quien narra y otros compañeros lograron llegar hasta “la parte de la carretera proveniente de Teloloapan y de todo ese lugar hacia Iguala”, ahí nuevamente retornaron la agresiones: “Escuchamos otra vez el tableteo de los disparos, aproveché un rato en el cual supuse estaban cambiando de parque, los cargadores de sus armas y es cuando brinqué hacia la calle (…) que va rumbo el centro, donde estaban corriendo mis demás compañeros”.

En el lugar al que llegaron fueron resguardados por elementos del Ejército, quienes en todo momento vigilaban las comunicaciones que los dejaban sostener: “Decían: ‘sí pueden recibir llamadas para que no se den cuenta que los tenemos, pero no digas que te tienen los militares, tú di que estás bien’. Algo así”.

Lo que recuerda García sólo es una parte de todo el rompecabezas que evidencia la saña con que las autoridades trataron a los estudiantes aquella noche, en que los heridos no recibieron la atención necesaria y todo mundo hizo lo necesario para encubrirse.

“Somos un caso más de gente desaparecida. En México y en Guerrero se mata gente, en esos llamados daños colaterales y su chingada política que hay contra diferentes fuerzas, incluso entre ellos mismos. Nosotros no queremos ser parte de eso. Queremos un México justo y libre”, concluye García.

@plumasatomicas

*Vía Telemundo

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