Desde hace semanas, en Francia, hay una polémica entre sus ciudadanos, y es que un grupo de intelectuales sacó una iniciativa titulada El manifiesto de los 343 bastardos: No toques a mi puta.

La carta ha sido firmada por intelectuales y artistas que se opone al proyecto de ley que prevé penalizar con multas de hasta 3000 euros (poco más de 53 mil pesos) a los clientes de la prostitución.

El manifiesto fue publicado en Causeur.fr y se hizo como protesta en contra de la ley que, según la publicación, intenta criminalizar a los hombres y trata de sancionar algo que no está prohibido.

Es por eso que en el número de este mes publicaron el manifiesto que intenta apoyar con «humor» una causa «seria».

Ahora, lo que a ellos les ha dado gracia, a muchas organizaciones civiles no les ha dado tanto, y es que, lo que pretende ser una causa en defensa de la libertad, parece que sólo ha logrado reafirmar los viejos estereotipos y dinámicas de poder.

Para ellos se criminaliza a los clientes y se victimiza a las prostitutas, muchas de ellas realmente víctimas no sólo del sistema machista, sino, además, de la trata de blancas a manos de organizaciones criminales que las obligan a prostituirse.

Ellos dicen que no defienden la prostitución, ni la trata, sino la libertad, pero sería buena preguntarnos ¿La libertad de quién?¿en general?¿se puede lograr de esta manera específica?

Según el País, la propuesta para la multa debe ser revisada este mes en el Congreso francés.

El manifiesto dice:

«En materia de prostitución, somos creyentes, practicantes o agnósticos.

Algunos de nosotros han ido, van o irán de “putas”, y no se avergüenzan de ello.

Otros, que nunca han sido personalmente clientes (por razones que sólo a ellos les competen) nunca han tenido y nunca tendrán la reflexión ciudadana de denunciar a aquellos de sus semejantes que recurren al “amor tarifado”.

Homosexuales o heterosexuales, libertinos o monógamos, fieles o volubles, somos hombres. Eso no nos convierte en los frustrados, perversos o psicópatas que describen los defensores de una represión disfrazada de lucha feminista. Paguemos o no por relaciones carnales, bajo ningún pretexto lo haríamos sin el consentimiento de nuestras parejas. Pero consideramos que cualquiera tiene derecho a vender libremente sus encantos, y que incluso le guste. Y rechazamos que los diputados dicten normas sobre nuestros deseos y nuestros placeres.

No nos gustan ni la violencia, ni la explotación, ni el tráfico de seres humanos. Y esperamos que los poderes públicos hagan todo lo posible para luchar contra las redes y sancionar a los proxenetas.

Amamos la libertad, la literatura y la intimidad. Y cuando el Estado se mete en nuestros pantalones, las tres están en peligro.

Hoy la prostitución, mañana la pornografía: ¿qué se prohibirá pasado mañana?

No cederemos ante las ligas de la virtud que están en contra de las mujeres (y los hombres) de “moral distraída”. Contra lo sexualmente correcto, pretendemos vivir como adultos.

Todos juntos, proclamamos:

¡No toques a mi puta!»

Al final hacen referencia a la proclama de izquierda «No toques a mi camarada», según el diario español, este lema fue popularizado en los ochenta por la asociación SOS Racisme.

Entre los firmantes del manifiesto está el humorista Basile de Kosh, marido de la líder del movimiento francés en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo, además del periodista y polemista Eric Zemmour y el abogado Richard Malka.

Las críticas que le podríamos hacer al manifiesto

Ahora, si de algo podemos calificar a la carta es, en el mejor de los casos, de «ingenua» (a pesar de haber sido hecha por «intelectuales») ya que, para empezar, y si le damos una leída a algún reporte actual sobre la prostitución, mucha de ella no es consensuada, y si no hay un criminal detrás de la prostituta, por lo menos sí hay un sistema que la ha orillado a vender su cuerpo para sobrevivir. En un mundo ideal en el que quisiera prostituirse lo hiciera por gusto, sería otro nuestro cantar, pero, lamentablemente, ése no es el caso.

Así que, fuera de que podrían tener razón en que la tarea del Estado no es prohibir conductas sino ver la manera de eliminar un tipo de situaciones, tal como la prostitución no voluntaria, no podemos dejar de lado la pésima forma en la que trataron de hacer llegar su queja.

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No solamente por la «ingenuidad» sobre la libertad del que se prostituye (la cual, en la mayoría de los casos no existe) sino, además, en el tipo de oraciones que utilizaron. El titulo lo tomaron de una carta que en 1971 escribió la feminista Simone de Beauvoir para reclamar por el derecho al aborto, ellos han utilizado uno de los documentos más importantes en la historia del feminismo que fue firmado por 343 mujeres que aceptaban públicamente haber abortado (cuando era ilegal, es decir, en ese momento eran criminales) para defender su derecho de disponer de su cuerpo. Probablemente no se vea lo chocante a primera vista pero podríamos cambiar un poco la situación para que vean de lo que hablamos:

¿Mi puta?

¿Y qué tal si el manifiesto se llamara 343 blancos contra la esclavitud: No toques a mi negro? o ¿343 Occidentales contra la colonización: No toques a mi indio?

El problema con ambas construcciones es que el «mi» parece supeditar a la «puta/negro/indio» y lo convierte en una posesión. La oración podría haberse utilizado por estos intelectuales para refuncionalizar las palabras y reactualizar la función original de «¡No toques a mi camarada!» es decir, defender al que es igual a uno, al que es par de uno. Pero, lamentablemente, las palabras tienen significaciones tan arraigadas, que no importa la intención de uno, la palabra activa dinámicas de poder y dominación que podrían actuar en contra de la intención de uno, sobre todo si no se utilizan con una estrategia adecuada. Así, su estrategia que empezaba con algo «chocante» para llamar la atención, termina sólo replicando lo mismo que critica. Es decir, fue una estrategia fallida. No lograron comunicar lo que querían.

El contraataque

Se ha realizado un proyecto para obligar a los firmantes a retractarse del documento que publicaron. La cosa consiste en meterse al sitio 343connards.fr (343cabrones.fr) y darle click a alguna de las fotos de los firmantes. Automáticamente aparece un botón para mandarle un tuit con el siguiente mensaje:

«@luiestici Salut Frédéric Beigbeder, aucune femme n’est ta pute, connard ! #343connards #343salauds http://343connards.fr»

«@luiestici Hola Frédéric Beigbeder, aquí hay una mujer que no es tu puta, ¡Cabrón! #343cabrones»

343 cabrones

Hasta el momento ya se ha logrado que dos se hayan arrepentido de firmar el manifiesto.

Aquí puede checar el manifiesto original en francés

 

***Vía El País

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