Luego de las violentas protestas registradas en Nicaragua, en las que murieron más de 60 personas y otras 500 resultaron heridas, comenzó la mesa de diálogo entre universitarios y el presidente Daniel Ortega…

Bueno, “diálogo” es lo que pensó Ortega que habría, ya que incluso se contaba con la mediación de representantes de la iglesia católica. Sin embargo, los líderes del movimiento iniciado desde hace un mes fueron muy claros: “Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida. Ríndase ante todo este pueblo, ordene el cese del fuego ahorita mismo. Lo que se ha cometido en este país es un genocidio”, sentenció Lesther Alemán, uno de las cabezas del movimiento universitario.

Recordemos que las protestas en Nicaragua iniciaron luego de que Ortega decretó reformas en contra de la Seguridad Social. De por sí ya existía descontento contra el líder del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por sus dos reelecciones presidenciales… y aún así, creyó que era buen momento para imponer un impuesto del 5% a las pensiones, esto con el objeto de financiar la atención médica de los jubilados y la elevación de las tasas de pago que los trabajadores hacen por ley.

Las protestas inmediatamente se hicieron sentir en diversos puntos del país, principalmente en la capital Managua, donde el sector universitario se organizó y durante cinco días consecutivos  salió a las calles a protestar. No hubo flaqueza en el movimiento, pese a que el gobierno respondió agresivamente con la Policía Nacional. En los primeros días de manifestaciones, el Centro de Derechos Humanos de Nicaragua había contabilizado al menos 25 muertos y 64 heridos: niños, periodistas, ancianos, jóvenes, adultos… todos eran reprimidos por igual.

Protestas en Nicaragua. Foto: Getty Images.

Debido a la presión de la ciudadanía y a las críticas de la comunidad internacional, Ortega acabó por cancelar su decreto. Algo que no había ocurrido durante el tiempo que ha estado al frente del país. Sin embargo, las protestas no disminuyeron y, por la muerte de sus compañeros, los jóvenes nicaragüenses exigieron la salida del presidente.

Así es como llegamos al punto de ayer: Ortega llegó a la mesa acordada para dar resolución a la crisis acompañado de la vicepresidenta Rosa Murillo que, para acabarla de amolar, es su esposa. La recepción no podía ser más hostil: “¡Asesinos, asesinos, asesinos!”, gritaron los que estaba dentro y fuera del Seminario Nuestra Señora de Fátima, sede del llamado diálogo nacional. “Como usted es jefe de la policía y del ejército, le decimos que ordene el cese de los ataques de la policía, los paramilitares y las turbas adeptas al gobierno”, exigió Lesther, quien previamente le aclaró al mandatario que ni se hiciera ilusiones de que se trataba un simple diálogo y después todo a la normalidad. No: “es una mesa para negociar su salida. Ríndase”.

En respuesta, Daniel Ortega dijo que la policía había sido “víctima” de los manifestantes; además, aseguró que en las cárceles de Nicaragua no había un solo preso políticos como le reprochaban: todos los detenidos ya fueron liberados, afirmó. Por otra parte, pidió la lista de los supuestos muertos… según la vicepresidenta Murillo, no existen: “fueron inventados”. Madeleine Caracas, estudiante de solo 20 años, tomó el micrófono y leyó la lista de todos los universitarios muertos. ¡Presente! Gritaban los presentes cada que uno de los nombres era citado.

La iglesia, mediadora en este encuentro, no se mostró en favor de Ortega. De acuerdo con El País, Abelardo Mata, secretario de la Conferencia Episcopal, también exigió al presidente el cese de la represión contra las protestas que, de forma pacífica, exigen su salida. “Ha comenzado una revolución no armada (…) Si usted quiere desmontar esa revolución, no va a ser a fuerza de balas”, le advirtió el obispo. Es más, ni siquiera el sector empresarial (al cual Ortega puso de frente para pedir a los universitarios terminas con las manifestaciones, “ponen en riesgo miles de empleos”) se ha apoyado al mandatario: “Al final de este diálogo deberíamos tener un nuevo Gobierno, interino, que venga a poner el orden, y posteriormente llamar a elecciones libres”, señaló para El País Michael Healy, presidente de la Unión de Productores y Agropecuarios de Nicaragua (UPANIC).

Pese a todos los señalamientos, Ortega se negó a terminar con la represión contra las manifestaciones.

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