No hay en el mundo furia similar a la que puede desatar una mujer que se descubre engañada. Eso lo comprobó una señora que fue atacada y humillada en plena vía pública por la esposa de su amante.
Aunque el párrafo anterior podría ser digno de un programa de La Señorita Laura, ocurrió en la vida real.
¿Dónde creen? Pues claro, ¡en China! Uno de los tres lugares del planeta donde ocurren las cosas más pintorescas, raras e inimaginables (los otros dos sitios son Rusia y México).
Todo pasó cuando Lin Yao Lin, de 38 años, caminaba muy quitada de la pena por las calles de la ciudad de Puyang y de pronto fue rodeada por cuatro mujeres, quienes la tiraron al suelo y comenzaron a golpearla y patearla.
Tan loco se puso el mitote, que las cuatro mujeres comenzaron a quitarle la ropa. Aquello hasta parecía bronca de un América – Pumas.
Como este ataque ocurrió a plena luz del día en un distrito comercial de la ciudad, no fueron pocas las personas que se reunieron para ver cómo la pobre Lin Yao Lin quedaba como Santo Cristo. Hasta había niños presenciando el show, y pues uno cómo sea, pero ¿y las criaturas?
Entre el escándalo, el público pudo enterarse que una de las mujeres era la esposa del amante de Lin Yao y para cobrar venganza, acudió en compañía de tres amigas para darle una lección “a la otra”.
A pesar de lo desigual de la contienda, ninguno de los curiosos se atrevía a intervenir pues consideraban que la víctima del ataque no merecía ser ayudada por ser la amante de un hombre casado, y claro, por miedo a que les fuera a tocar un trancazo de alguna de las furicas doñas.
Finalmente un alma acomedida se ánimo a intervenir y ayudó a Lin Yao a levantarse del suelo. Este buen hombre de nombre Jun Feng no se mostró tan sorprendido por lo ocurrido.
“Este tipo de cosas es bastante normal. Esposas y novias enojadas se vengan de sus hombres infieles atacando a la otra mujer. La gente no suele involucrarse porque lo ven como una pelea del corazón”.
Él es héroe de la historia (chavas, no vayan a enamorarse):
Lin Yao fue llevada a un hospital cercano, donde fue atendida por hematomas, heridas y abrasiones, además sufrió un ataque de nervios.
No aplaudimos la violencia pues creemos que ésta sólo empeora las cosas, pero esta historia puede dejarnos una valiosa lección: si alguno de ustedes es la capillita, pónganse abusadas y abusados, no les vaya a caer la Catedral encima.
Así son las peleas del corazón.
Para una bonita experiencia multimedia, pueden volver a leer esta nota escuchando esta melodía de fondo: