Jazz Bustamante es una mujer trans que luego de vivir algunas experiencias con las “terapias de conversión” y ECOSIG se convirtió en una activista que defiende a la comunidad LGBT+, que está en contra de estos lugares y de los crímenes de odio, por lo que en esta ocasión nos cuenta un poco sobre sus actividades luchando a favor de los derechos de estas personas.
¿Cómo comenzó el camino de Jazz Bustamante como activista de la comunidad LGBT+?
Nos cuenta que todo comenzó entre 2011 o 2012, cuando asesinan a su amiga Claudia, una mujer trans y trabajadora sexual en Veracruz.
“Creo que a partir de ahí hay un antes y un después, hay como una pauta muy profunda de lo que decido yo hacer sobre el tema de los derechos humanos”, aunque agrega que desde muy joven ya intentaba ayudar a muchas personas.
Esto sumado a que después de este hecho, también pasó por experiencias con las “terapias de conversión” y ECOSIG en la iglesia y en un supuesto retiro espiritual, por lo que a partir de 2018 o 2019 comienza a denunciar este problema.
¿Pero por qué hasta esos años? Explica que primero tuvo que pasar por un difícil proceso para digerir todo lo que le había pasado, para darse cuenta de que había sido una víctima y para no considerarse culpable.
Y sí, fue durante un foro de derechos humanos que Jazz se llenó de valor y decidió dar a conocer que había sido víctima de las llamadas “terapias de conversión”.
Después de este momento, empieza a exponer su caso, a trabajar el tema de los crímenes de odio y apoyar a personas que igualmente habían pasado por ECOSIG.
Además, señala que estaba acompañada en el comienzo de esta lucha por varias organizaciones civiles y colectivos.
“Me sentía yo arropada”, añade y comenta que estaba segura de denunciar su caso y el de otras personas, a la vez que luchaba por exponer los crímenes de odio, ya que también había pasado por una situación así, cuando el 15 de marzo de 2014 sufrió un ataque con el que casi atentan contra su vida.
El colectivo “Soy Humano”
Uno de los pasos más importantes que dio Jazz Bustamante en su camino como activista a favor de la comunidad LGBT+ fue haber participado en la creación del colectivo “Soy Humano”.
Así es; esta nueva aventura se dio cuando dos hombres gay le pidieron que presidiera su nueva organización, justo cuando acababa de denunciar el asesinato de unas personas de la diversidad sexual.
“’Soy Humano’ ha sido un proyecto muy noble porque hemos apoyado a todas las causas de grupos vulnerables en general, pero con una visión muy clara de darle mayor énfasis a las personas de la comunidad LGBT+”.
Sobre éste, cuanta que gracias a él llegó apoyar a varias personas, incluso albergándolas en su casa y en la de su hermana. Por todo esto, es que cree que este proyecto es diferente, ya que asegura que ayudan a la gente por convicción y con empatía.
“Creo que el llevar a alguien a tu casa, el arroparle, todo eso lo hace más genuino a ‘Soy Humano’”.
Los obstáculos a los que se ha enfrentado Jazz
Uno de los obstáculos más grandes a los que se ha enfrentado como activista de la comunidad LGBT+ es a grupos vinculados con la Iglesia, ya que asegura que están invirtiendo mucho dinero para normalizar las “terapias de conversión” y decir que la homosexualidad y transexualidad es una patología que se puede revertir.
Sí, agrega que todo esto lo hacen por medio de redes sociales con noticias falsas, donde lanzan “medias verdades, medias mentiras”. Incluso señalando que los homosexuales o transexuales quieren convertir a las niñas y a los niños, o que solo necesitaron de una figura paterna para ser “normales”, pero que eso se puede solucionar gracias a las “terapias”.
“Te están diciendo que eres enferma y enfermo, pero además te están dando la pastilla, te están dando el tratamiento, y el tratamiento es a través de negar, de reprimir tu ser homosexual, tu ser lesbiana, tu ser trans y que vayas con ellos”.
Por eso piensa que se enfrentan a toda una infraestructura sociocultural desde la religión, desde lo político y desde lo social. Un ejemplo, agrega, es que en el Senado sigue congelada la propuesta de ley para frenar las “terapias de conversión” en México, a pesar de que partidos como Morena o Movimiento Ciudadano prometieron que las frenarían.
Todo esto sumado a que para Jazz, México es un país patriarcal, machista y que la sociedad lo justifica. Así como que dentro de las familias se puede encontrar rechazo por la falta de conocimiento de la diversidad sexual, o por la influencia que luego tienen las organizaciones religiosas en éstas.
¿Qué opina sobre las leyes que se han aprobado contra las “terapias de conversión”?
“Mi experiencia muy personal es que el hecho de que cambie una ley no quiere decir que la sociedad va a cambiar. Ojo con ello”, dice Jazz Bustamante sobre que se han aprobado leyes contra las “terapias de conversión” y ECOSIG en más de 10 estados del país.
Da como ejemplos lo que pasó en Veracruz y en la Ciudad de México, ya que indica que en ésta, aunque se reformaron leyes en contra de los crímenes de odio, éstos siguen dándose.
Algo parecido a lo que pasó en Veracruz, donde ella estuvo involucrada directamente, pues comenta que según las mediciones de varias organizaciones, los crímenes de odio aumentaron un 20 % durante 2018 y 2019, a pesar de las leyes.
“Entonces nos dimos cuenta, justamente, que estábamos siendo muy inocentes, creyendo que con la política pública disminuían los crímenes de odio”, comenta y afirma que las “terapias de conversión” no van a dejar de existir en México porque quienes las realizan se escudan en la religión.
¿Cuáles han sido las buenas experiencias que ha tenido como activista?
“Es una satisfacción que no la puedo explicar con palabras, tienes que experimentarla”, dice Jazz y pone como ejemplo una ocasión en que en Veracruz acompañó a una chica lesbiana que había sido víctima de un ECOSIG y que se sentía muy feliz por dar su tiempo, esfuerzo y dinero a una persona que no conocía, pero que necesitaba de su ayuda.
Incluso menciona que la albergó en su departamento para dar seguimiento a su caso hasta que se salió y se fue a vivir a la Ciudad de México. “El lograr sacarla de ese contexto tan violento es muy satisfactorio porque yo la verdad, en el fondo, hubiese querido que me acompañaran en su momento, que me dijeran ‘tú eres víctima, Jazz’”, comenta.
Pero a la vez de sentir mucha empatía hacia estas personas porque también fue una víctima, siente que el ser activista conlleva cordura y disciplina para no dejar que se eleven sus emociones y ser útil en los acompañamientos.
“Necesitamos tener un equilibrio a veces en nuestras propias emociones, ya luego cuando estoy yo sola haciendo yoga, meditación, me tiro a llorar, me tiro a hacer catarsis, sí, pero cuando estamos haciendo un acompañamiento, hay que mostrar firmeza, hay que mostrar disciplina y hay que demostrar que somos muy fuertes, personas muy fortalecidas porque eso es lo que está buscando la persona, la víctima a la que hay que arropar”.
La actualidad de Jazz Bustamante como activista LGBT y sus metas a futuro
Ahora se encuentra en Canadá y da acompañamiento a personas latinoamericanas que necesitan ayuda en este país por medio de un colectivo local. Sin embargo, sigue vinculando y apoyando en algunos casos de la república a la distancia por medio del colectivo “Soy Humano”, de la Coalición Mexicana LGBT+ y del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio.
Por otra parte, menciona que los obstáculos que ahora ha encontrado fuera de México es el idioma y el conocimiento de las leyes locales, ya que eso vuelve un poquito más complicado su trabajo como activista. Pero no se desanima y una de sus principales metas es dominar el inglés y empaparse de la situación legal de este país para seguir ayudando a más personas.
Comenta, además, que otro de los problemas no es tanto las leyes canadienses, donde sí existen castigos hacia las “terapias de conversión”, sino la parte emocional de las personas, el hacerles ver que son víctimas y que necesitan ayuda.
Ya para acabar, Jazz Bustamante nos cuenta que sus metas a futuro como activista y defensora de la comunidad LGBT+, son crear una coalición en Latinoamérica para sancionar los crímenes de odio, las “terapias de conversión” y ECOSIG, así como colaborar en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).