El día de ayer, a las 20:00 hrs. tiempo del centro de México, en Florida (uno de los estados clave para las elecciones) se realizó el tercer y último debate presidencial de Estados Unidos.

Era el que más esperaba el mundo porque estaba dedicado exclusivamente a política exterior. Cada zona quería escuchar cómo serían las relaciones con el mandato del candidato republicano, Mitt Romney, y cómo ve el balance de poder en el mundo. Ya se conoce la posición de Obama al respecto, por lo que no había tanta expectativa. Él no tenía que proponer, sino defender lo que había hecho.

Sin embargo, casi todo el mundo se quedó con las expectativas pues el debate se centró en Medio Oriente y a penas tocó el tema de China.

Por otra parte, si en general los debates tienen más que ver con presentar una imagen que un plan verdadero, lo que Romney ha llevado casi al ridículo, éste en específico fue absurdo y cínico.

Los candidatos siguen hablando de la política exterior en términos del “Destino Manifiesto”, lo que Romney resumió perfectamente en una frase:

Nuestra misión en el mundo es hacer un planeta pacífico… Ese papel le cayó a América… no lo pedimos… América tiene una responsabilidad y un privilegio de defender la libertad y los principios fundamentales.

Estados Unidos como policía del mundo, defensor de la libertad y la democracia, es una doctrina que evidentemente no se sigue sosteniendo, por lo menos para el resto del mundo y en especial para Latinoamérica.

Por eso fue ridículo y desesperante ver cómo Bob Schieffer, el conductor del debate, además de no preguntar sobre temas fuera de Medio Oriente, no cuestionaba a los candidatos sobre el derecho de Estados Unidos para intervenir en otros países, la importancia de los intereses económicos de empresas privadas para las relaciones internacionales, la implementación de gobiernos títeres para controlar la política interna del país, etcétera.

El colmo de la inocencia y el cinismo llegó cuando los dos candidatos hablaron de las relaciones con China. Los dos dijeron que podría llegar a ser un gran aliado siempre y cuando juegue bajo las “reglas”… ¿que quiénes implementaron? El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, dos instituciones “internacionales” que históricamente se han regido bajo los intereses de los Estados Unidos ¿eso es jugar bajo las “reglas”?

O qué tal invadir un país para poder controlar su producción y mantener el flujo económico activo hacia los Estados Unidos, como en Guatemala, Haití, República Dominicana, Líbano, Liberia y un largo largo etcétera. O apoyar golpes militares a cambio de aumentar su influencia en la zona, como lo hizo en Chile, Panamá, Libia y otro largísimo etcétera. O imponer bloqueos económicos cuando un país no quiere regirse bajo los intereses económicos estadounidenses como lo hace con Cuba o lo hizo alguna vez con México cuando la expropiación petrolera. ¿Eso sí es jugar bajo las “reglas”?

Si quieres ver cuales son esas famosas “reglas” lo puedes hacer en este link que te llevará a la página del Fondo Monetario Internacional.

Pero ignorando este teatro de cinismo e inocencia, veamos qué podemos rescatar del “debate”.

La estrategia de Romney fue tachar la administración de Obama como débil y que eso permitía que los enemigos de los Estados Unidos (léase Irán) se fortalecieran llegando a niveles de peligro extremo. Sin embargo, dijo estar en contra de la intervención militar, a excepción de casos radicales, y a favor de las presiones diplomáticas, como las que se realizaban con Irán, sólo que radicalizarlas.

Con relación a esto, el candidato opositor criticó la “apology tour” de Obama:

El presidente empezó lo que he llamado una gira del perdón, yendo a varias naciones en el Medio Oriente y criticando América. Creo que ellos observaron eso y vieron debilidad.

Por su parte, Obama optó al principio por asimilar la estrategia de Romney, como un plan bélico que basaba la política exterior en el poderío militar. Pero, al ver que el candidato opositor estaba manteniendo un doble discurso promilitar pero antiintervencionista, aprovechó para evidenciar su inexperiencia y contradicción.

En este sentido sobresalieron dos frases de Obama:

La Guerra Fría terminó hace más de 20 años, cuando se trata de su política exterior, usted parece querer importar las políticas exteriores de la década de 1980.

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Cuando Romney quiso criticar la reducción de la cantidad armamento militar argumentando que eso daba una imagen de debilidad ante el exterior, el presidente le respondió:

Usted mencionó la Marina, por ejemplo, y el hecho de que tenemos menos barcos que en 1916. Gobernador, también tenemos menos caballos y bayonetas. Ahora tenemos menos barcos pero más aviones de combate, poderosos submarinos nucleares y otras armas modernas.

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A Romney sólo le quedó decir:

Atacarme a mí no es una agenda, atacarme a mí no es la manera de lidear con los desafíos en Medio Oriente.

En general, los dos estuvieron de acuerdo con las cosas que Estados Unidos debía de hacer en la zona: apoyar y defender a Israel, procurar mantener buenas relaciones con los aliados (Turquía, Arabia Saudita, Irak), no permitir que Irán obtenga poder nuclear, presionar para que caiga el presidente de Siria, Bashar al-Assad (quien convenientemente es aliado de China y Rusia) y combatir a las organizaciones terroristas.

Sin embargo, los dos candidatos se salieron continuamente del tema de política exterior, hablando sobre sus planes económicos y sociales interiores.

Un comentario del cómico político Bill Maher es muy pertinente para ilustrar lo que fue el debate:

Jobs, teachers, education – gentlemen, please, can we get back to killing foreigners?

Si quieren ver el debate completo:

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Aunque la victoria de Obama en este debate fue evidente, las encuestas ubican a los dos candidatos en un empate técnico. Todo pinta que las elecciones (quizá las más importantes del mundo) que se realizarán en tan sólo dos semanas, serán muy cerradas.

Por Julián González de León Heiblum (@JulianBuba)

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