Ulises Figueroa: la vida y la muerte se abrazan en el deterioro
Pocas personas saben que el edifico del Museo del Chopo fue alguna vez Museo Nacional de Historia Natural. Fue exactamente desde 1913 y hasta 1964 cuando en el Chopo, como en cada museo de Historia Natural, se cosificaba la vida y se plastificaba la muerte.
Ulises Figueroa, artista mexicano, a través de su obra, se apropia de un espacio en el Museo del Chopo y dialoga con su pasado, regalándonos una propuesta que pone en jaque precisamente esas ansias para mantener en vida inmutable y permanente a los seres.
Las piezas de Figueroa representan al ser vivo en un estado permanente de descomposición, ese lugar en donde la vida y la muerte se abrazan en el deterioro. Con distintos materiales como esqueletos reales y plastilinas, las criaturas de Figueroa engañan por estar a mitad del camino: uno no sabe si van hacia la muerte o regresan a la vida.
El elefante de Figueroa es una criatura cuya vida está hecha de despojos, de desechos, de materiales que antes formaron parte de algo y que se corroen mientras le dan forma a un nuevo ser: ahí está una de las proposiciones más interesantes del artista, lograr poner en un pieza el concepto mismo de que los seres están hechos de lo efímero, de otras partes que ya vieron la muerte y vuelven a la vida.
Este rinoceronte va más allá de una discusión interesante entre los materiales utilizados (madera y arena) pues logra transmitir de manera inmediata y diáfana una melancolía contundente. Si el encuentro con el otro se traduce en una pequeña muerte entonces sólo la soledad es el común denominador de la vida.
Museo Universitario del Chopo
Por Luis Miguel Albarrán