Por Diego Castañeda
Jacob Viner, uno de los más famosos economistas de principios del siglo XX, planteaba en un ensayo la disyuntiva del comercio mundial en los tiempos del mercantilismo en su forma clásica: la de los siglos XVI al XVIII que describe como una relación entre “poder y abundancia”; el poder militar conducía a ganancias económicas y las ganancias económicas a mayor poder militar conforme los estados adquieren recursos para financiar sus expansiones. No es extraño que la era del mercantilismo ocurriera en paralelo con las épocas del imperialismo europeo por el mundo.
Hoy Trump y su anuncio de imponer aranceles equivalentes al total de las exportaciones de China hacia Estados Unidos nos transporta a esa época, con algunas diferencias pero en lo esencial como si fuera un renacimiento del pensamiento mercantilista de otros tiempos. De acuerdo a estimaciones del Fondo Monetario Internacional, el costo para la economía global de esta guerra comercial podría rondar los 5 o 6 puntos del PIB global, una distorsión enorme que afectaría el crecimiento global y que es una fuente de inestabilidad enorme.
Una disrupción tan grande al comercio mundial no sólo haría que los consumidores de todo el mundo pierdan, también tendría efectos que pueden ser duraderos: puede mover las trayectorias de crecimiento de muchos países hacia sendas de menor crecimiento en varios años en el futuro.
¿Y la globalización corre peligro?
Ésta es una pregunta que muchos economistas y científicos sociales se hacen con mucha frecuencias en la actualidad y la respuesta es que no lo sabemos. Los historiadores económicos dicen que es algo que ya ha pasado antes, que cuando el mundo comenzaba a integrarse hace más de 200 años, las guerras napoleónicos frenaron esa integración, luego a finales del siglo XIX y principios del XX las crisis y guerras destruyeron un sistema global que era a todas luces tan globalizado como lo que tenemos hoy.
Las acciones del gobierno de los Estados Unidos con China aseguran que al menos las dudas sobre la globalización se mantendrán por un tiempo hacia el futuro. Lo que el conflicto comercial entre China y Estados Unidos nos debe obligar a pensar es que la globalización como la conocemos necesariamente va cambiar.
En la historia, y no es diferente hoy en día, son los arreglos políticos y el equilibrio de poder entre las naciones más importantes las que le dan forma a la integración de la economía global. Esa integración no puede ser la misma en un mundo bipolar, unipolar o multipolar. Estados Unidos le dio forma al sistema actual después de la posguerra de la segunda guerra mundial con los acuerdos de Bretton Woods, pero hoy ese sistema ya no funciona. Estados Unidos ya no tiene el poder que tenía y existen otros países que tienen mucha influencia en el mundo como China. Por necesidad, las reglas de la globalización tienen que cambiar para adaptarse a las nuevas circunstancias del mundo.
Un segundo aspecto que es importante tener en cuenta, y que es un tema recurrente en este espacio, es que si hoy tenemos este tipo de reacciones en Estados Unidos y en otras partes del mundo, sobre todo en Europa, es porque los distintos agentes económicos en el mundo, en específico los Estados, han sido negligentes con el deterioro de la calidad de sus habitantes. Lo que deshizo la primera globalización en el siglo XIX y XX fueron los grandes cambios en la distribución del ingreso que trajo el comercio en el mundo, que los Estados no sabían cómo lidiar con la desigualdad.
Lo que pone en riesgo a nuestra era de la globalización no es algo muy distinto, durante años y especialmente desde la crisis financiera global de 2008 (que por cieerto está cumpliando 10 años), y es que ha hecho evidente que nuestra globalización no funciona para todos y, mientras no se haga nada al respecto, siempre existirá una base política que respalde revertirla. Lo que hoy hace Trump no es producto de la ignorancia o de la estupidez, es producto de un malestar que tiene mucho tiempo cocinándose sin que se le atendiera.
Es un buen momento para que comencemos a discutir cómo queremos que sea un nuevo arreglo global, el que tenemos hoy no va durar mucho más, los aranceles de Trump a China son un síntoma del cambio.
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Diego Castañeda es economista por la University of London.
Twitter: @diegocastaneda