Fue de lo más vaciado. Después de tomarse algunos minutos para explicar cómo sería una fiesta épica que estaríamos recordando por años, termina diciendo: “están todos invitados”. Y lo puso en Facebook. Públicamente. Eso no eran más que memes que estaban pidiendo a gritos ser producidos. ¿Cómo perderse los XV años de Rubí? Si de por sí nos vuelve locos el “esto se va a descontrolar”, ¿cómo no jugar con la idea de la fiesta que desde la invitación daba pie al descontrol épico?… ¿sin querer? Vamos, que hasta el Papa Francisco confirmara su asistencia y le entrara a la rifa de la chiva.
La risa como buen placer que es, algunos la experimentan con culpa. Algo no puede estar moralmente bien si alguien se está riendo. Sobre todo si es a expensas de otro, de la pifia del otro, aun cuando sea inocente o “inofensiva”. Durante un par de décadas lo más pedestre de la televisión pre-internet era ver videos de personas que se resbalaban y caían. Carcajadas básicas de nuestros remanentes evolutivos en nuestros cerebros. Ahora lo vemos en GIFs. Algo no puede estar bien si nos dan tanta risa los XV de Rubí. ¡Clasistas!
¿Por qué se ríen? No se rían. Qué feos que se ríen.
Y es que la risa, como buen placer que es, algunos la conducen con perversión. Algo debe estar moralmente mal para que sea gracioso. El patinón es sólo una excusa para aniquilar al otro: todas sus posiciones de desventaja con respecto al mundo condujeron a su pifia y, entonces, merece su pifia. Lo que es gracioso en él o ella no lo es en alguien más aventajado. Ay, no sean políticamente correctos. Ya nadie puede hacer chistes de nada. Qué horror nuestro tiempo. Qué feos que no nos dejan reírnos.
Los XV de Rubí y también a quien llamaron #LadyWuuu nos trajeron una risa saturada de todo lo que está bien y está mal en reírnos y de todo lo que creemos que está bien y está mal en reírnos… del otro.
Patetismo mágico. pic.twitter.com/FNo5R16EAi
— José Acévez (@joseantesyois) 8 de diciembre de 2016
Tal vez por eso fueron tan virales. Tal vez por eso hasta brincaron a la televisión, incluso a los noticieros titulares – por lo que dejó de parecernos gracioso a muchos-. Ya lo chotearon. “Por eso no podemos tener memes bonitos”, alguien tuiteó.
@joseantesyois por eso no podemos tener memes bonitos.
— Eduardo San Epifanio (@limadp) 8 de diciembre de 2016
A mí los XV de Rubí me despertaron la misma ternura que Cecilia Giménez, la pintora española que arruinó la imagen de un Cristo en una iglesia. Como a tantos –creo-, la risa nos brotó desde la empatía. Del reconocernos iguales. Todos la hemos… regado. Todos hemos dicho algo que fue malinterpretado hacia una confusión cómicamente catastrófica. Todos tuvimos la intención de hacer o decir algo y lograr el efecto contrario.
¿Te imaginas decir “están todos invitados” y que todo México te tome la palabra? Para mí esos fueron los memes. Para mí, los XV de Rubí son esas cosas de internet que en realidad nos humanizan, nos acercan, nos hacen encontrarnos en el otro que también se patina y se cae. Nos hacen reírnos de nosotros mismos.
Algo similar ocurrió con #LadyWuuu quien, más que una pifia, nos regaló una expresión inusitada de emoción y entusiasmo que estamos más bien acostumbrados a ocultar o a mostrar sólo de determinadas maneras que, dependiendo el objeto de la exaltación, pasan por el género, la edad y la clase. La desinhibida emoción de #LadyWuuu fue tal que cimbró al internet. Decenas de miles sólo nos conmovimos y envidiamos esa exaltación. Pero también le pusimos “lady”. No pudimos evitar advertir no sólo el entusiasmo, sino que nos resultara afeminado; transgresor, pues. Tal vez nos conmovió por superar cualquier sanción y “atreverse”. Escándala le realizó una entrevista a LadyWuuu que pintaba para ser un desastre de las peores mofas y, sin embargo, lo hizo muy bien: sólo buscaron contactar y darnos a conocer un poco más de quien por días nos contagió ese gran entusiasmo.
Pero por esto no hay que pasar por alto el lado oscuro. Hay quienes encontraron en los XV de Rubí y en #LadyWuuu una carcajada en el sentido contrario. Donde la risa no está en el sentirnos uno, sino en el sentirnos distintos. Memes horribles que sacaron lo que siempre sacamos: lo peor de nosotros mismos. Superioridades de clase, de raza, de género, de identidades sexuales, de gustos, de vida urbana, ¡de edad!
En Rubí encontramos una terrible exotización de la vida ranchera. En #LadyWuuu encontramos homofobia, clasismo y seguramente otros ángulos todavía más desastrosos.
No podemos condenarnos por reírnos de los XV de Rubí o conmovernos por #LadyWuuu. No todas la risas fueron intrínsecamente malas o buenas. No hay una manera simple de calificar a todo el fenómeno. Ahí estuvimos los que encontramos un apapacho en esos memes. Ahí estuvieron los que encontraron una oportunidad para demostrarse cosas a sí mismos. Pero, por supuesto, también están ahí los que encontraron negocio.
Al final, la tragedia del entretenimiento masivo es que hoy la fiesta de Rubí deberá ser custodiada… si no es que cancelada. #LadyWuuu podría dejar de ser un simple momento, un video de un segundo, para convertirse en un patiño televisivo.
A nosotros nos dio unas cuantas risitas… para ellos fue algo más.
José Ignacio Lanzagorta es politólogo y antropólogo social.
Twitter: @jicito