“Tragicomedias”, nombre de esta pequeña sección, tendrá como misión rascarle un poquito más a algunos datos que cuenta José Agustín en su trilogía “Tragicomedia mexicana” (de ahí el nombre de ésta), la cual será nuestra guía por este curioso y gracioso camino por la historia moderna de nuestro país. Por ejemplo, en esta ocasión les traemos la vez en que el muralista David Alfaro Siqueiros le soltó unos plomazos al revolucionario ruso León Trotsky.
¿Qué dice José Agustín?
Justo en el volumen 1 de su trilogía, el escritor nos cuenta que en 1940 la Ciudad de México era el meritito “centro inequívoco de la vida nacional”.
Y es que en ésta, cuenta, vivían personajes tan importantes como el ruso León Trotsky, “quien un día vio aterrado que un comando, que incluía al muralista David Alfaro Siqueiros, asaltaba su casa e interrumpía a balazos en su recámara”…¿Pues qué pasó esa vez? Se estarán preguntando.
¿Quiénes eran Siqueiros y Trotsky?
Antes que nada, por si no conocen muy bien a David Alfaro Siqueiros y a León Trotsky, acá les van unos cuantos datos generales de estos personajes:
David Alfaro Siqueiros
- Pintor y uno de los fundadores del muralismo
- Participó en la Revolución Mexicana
- Participó en la Guerra Civil de España
- En su obra representa su ideología comunista, a los indígenas y la revolución
- Estuvo encerrado varias veces en Lecumberri
- Estuvo exiliado en diferentes países como Chile
- Igual formó parte de sindicatos y del Partido Comunista Mexicano
León Trotsky
- Político ruso
- Uno de los principales dirigentes de los grupos revolucionarios rusos
- Organizó con Lenin la Revolución de octubre de 1917
- Organizó al Ejército Rojo durante la Guerra Civil
- Se enfrentó a Stalin tras la muerte de Lenin
- Lo expulsaron del Partido Comunista Ruso y de su país
- Vivió en México desde 1937
Como podrán darse cuenta, eran dos pesos pesados del arte y de la política internacional, por lo que el conflicto que les vamos a contar pinta para tener información interesante (buen chisme, pues).
Un poquito de contexto:
De acuerdo con el libro “Siqueiros: Del paraíso a la utopía”, de Irene Herner Reiss, después de una entrevista que tuvieron David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera con Stalin en Rusia, en 1928, los pintores tuvieron algunas diferencias: mientras el nacido en Chihuahua se apegó más a lo que pensaba Stalin; Rivera prefirió a León Trotsky; diferencias tan irreconciliables como que a tu amigo no le guste la piña en la pizza y a ti sí.
Por esta y otras razones, para 1940, Siqueiros ya se había unido a una brigada soviética que buscaba atentar contra el “peor enemigo” del dictador ruso: Trotsky.
¿Y qué hay de León? En 1937, con su expulsión del Partido Comunista Ruso y de su país, anduvo de un lado a otro hasta que llegó, junto a su esposa Natalia, a México. Sí, justo a la alcaldía donde actualmente los elotes con mayonesa y queso están más caros que el kilo de tortillas: Coyoacán.
Esto porque tenía a un amigazo, aun camarada en esta parte de la Ciudad de México, que al parecer no atravesaba un buen momento con su pareja (aunque de eso les contamos un poquito más adelante)… ¿Aún no saben de quiénes les hablamos? De Diego Rivera y Frida Kahlo, que les prestaron la conocida Casa Azul.
¡Fíjate, Paty!
Momento oportuno para el chisme y prepararse para lo más bueno: Como les contábamos arriba, de acuerdo con Irene Herner, cuando el revolucionario ruso llegó a México, Rivera y Kahlo no pasaban por un buen momento, incluso estaban medio separados.
Pues fíjense que después de instalarse en la Casa Azul, Frida y Trotsky comenzaron a coquetearse, incluso frente a Diego y Natalia. Y no les estamos mintiendo, según el libro “Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán”, de Jean Van Heijenoort, secretario personal del ruso, él y la pintora mexicana se pasaban cartitas de amor por medio de libros.
Además, como Natalia no masticaba bien el inglés, Frida aprovechaba para hablarle en este idioma a León, a quien le brillaban los ojitos cuando ella le decía “All my love” al despedirse.
“En cuanto a Diego, no se daba cuenta de nada”, nos chismorrea Jean en este libro que recopila sus anécdotas trabajando para Trotsky y en el que agrega que el muralista tenía “celos enfermizos” con la autora de la pintura “Viva la vida”, de donde sacó Coldplay el nombre de su álbum (por si no lo sabían).
Después León y Frida terminaron su fugaz relación, y para no dar de qué pensar, la familia rusa decidió llevarse sus cositas a otra casa en Coyoacán, la cual ahora es conocida como el Museo Casa de León Trotsky.
En fin… ¿en qué estábamos?
Así fue el atentado
Según el libro “Trotsky en México. La vida política en tiempos de Lázaro Cárdenas”, de Olivia Gall, fue a las 04:00 de la mañana del 24 de mayo de 1940, mientras todos dormían en la casa de los Trotsky, que cuatro carros con 20 hombres bien armados llegaron vestidos de policías y militares a atacar al revolucionario ruso con metralletas y granadas.
Sí, primero un grupo se dirigió hasta la caseta de vigilancia que había mandado a poner el presidente Cárdenas y comenzaron a gritar “¡Viva Almazán!”, para luego amenazar y amarrar a los policías que estaban en el lugar. Mientras otros cortaban cables telefónicos y de alarmas.
Aquí es donde entra el guarura estadounidense de Trotsky, Bob Sheldon Harte, de quien aún se sospecha fue el que les abrió la puerta a los matones, ya que al momento del atentado se supone que él debía estar en la torre de guardia.
Así fue como se supone que entraron hasta el patio interior de la casa y comenzaron a disparar sus armas contra los guardias y hacia las habitaciones.
Por fortuna nadie resultó con grandes heridas, ya que solo el pequeño nieto de Trotsky sufrió una lesión por una bala en el dedo gordo de uno de sus pies.
Pero como cuenta Olivia Gall, quien contó con lujo de detalle este ataque fue Pierre Broué en un capítulo de su libro “L’assassinat de Trotsky”, que además citó la anécdota del mismísimo ruso: “Cuando se acabó la balacera escuchamos los gritos de nuestro nieto desde la recámara contigua: ‘¡Abuelo!’. La voz de este niño en las tinieblas entre el ruido de los balazos permanece como el recuerdo más trágico de esa noche”.
¿Cómo descubrieron a Siqueiros?
Después, gracias a la prensa, se supo que León había sobrevivido gracias a su esposa, quien lo empujó de la cama al piso para que no recibiera 70 balazos que los policías luego contaron.
Obviamente, contrincantes de Trotsky negaron de volada toda relación que pudiera hacerse del atentado con ellos, como la Internacional Comunista, Lombardo Toledano y el Partido Comunista Mexicano, echándole la culpa a las “compañías petroleras” o al “Imperialismo Yanqui”. E incluso metieron el rumor de que se había tratado de un “auto asalto”.
Pero fueron saliendo datos que llevaron a los culpables, como que los guardias habían sido compinches sin quererlo de Juan Zúñiga Camacho, agente mexicano de la GPU (la policía secreta de la URSS), pues él había contratado a unas mujeres para que se hicieran amiguis de éstos y que el mero día del ataque los invitaran a una fiesta, además de sacarles información.
Cabe señalar, además, que el primero en sospechar de Siqueiros fue el propio Trotsky: “Permítanme también suponer que David Alfaro Siqueiros, quien tomó parte en la guerra civil en España como estalinista activo, también puede saber quiénes son los más importantes y los más activos de entre los miembros de la GPU… Interrogar al antiguo y al actual secretario general del PC al igual que a Siqueiros ayudaría enormemente a aclarar quiénes son los instigadores del intento de asesinato y descubrir a sus cómplices“.
¿La respuesta de Siqueiros? El 3 de junio de 1940 publicó en el diario El Popular que el asalto era “la última gran farsa de Trotsky”. Sin embargo, con los primeros arrestos de la policía, se supo que quien había dirigido el atentado había sido precisamente el pintor mexicano junto a su hermano, dos cuñados y un amigo… ¡qué bonita familia!
¡Patitas pa’ qué las quiero!
Y así todos se enteraron que David Alfaro Siqueiros formaba parte de la GPU desde 1928. Mientras tanto, como fueron sintiéndose acorralados, el Partido Comunista Mexicano se desligó de él y de otros acusados, a la vez que el muralista se vio orillado a escapar para el pueblo minero de Hostotipaquillo, en Jalisco, un lugar que conoció cuando fue secretario general de la Federación Minera de este estado, según Irene Herner.
En este lugar, el pintor se identificó como Macario Huizar (como Cosme Fulanito), durmió en cuevas y también en montes; pero de nada sirvió, pues ahí lo encontró la tropa federal, la cual lo amarró y torturó hasta que llegó el coronel Sánchez Salazar, jefe de la policía mexicana, quien ordenó que lo desataran de volada.
“El señor Siqueiros aquí presente es un delincuente, tendrá que pagar su delito, pero el señor Siqueiros es un veterano de la Revolución… El señor Siqueiros, pues, no es un prisionero, el señor Siqueiros… es su mero jefe”, cita Julio Scherer al muralista en su libro “Siqueiros. La piel y la entraña”.
Y lo más gracioso/curioso de este suceso, es que luego de su arresto, le organizaron un banquete en la presidencia municipal y de ahí se lo llevaron al Palacio de Lecumberri (otra vez), donde estuvo encarcelado de octubre de 1940 a abril de 1941, ya que más tarde el presidente Manuel Ávila Camacho estaría de acuerdo con su liberación siempre y cuando saliera de México, por lo que se fue a Chile con su compa Pablo Neruda.
¿Qué dijo Siqueiros sobre el atentado?
Después de que lo amarraran como al CANACA, David Alfaro Siqueiros declaró que el objetivo del atentado a León Trotsky no era matar a nadie, sino evidenciar que en su casa se encontraba “su cuartel general de lucha contra el gobierno soviético”..
Sí, según el chihuahuense, el punto era “hacer escándalo”, descubrir y mostrar que el ruso había construido una “fortaleza antisoviética” en Coyoacán.
30 años después, Siqueiros se mostraba reacio a hablar del tema, como se puede leer en la entrevista que le hizo José Tcherkaski, en la que muy a regañadientes el pintor soltó esta declaración: “También los grandes hombres, y Trotsky lo era, pueden cometer en un momento dado un error gravísimo por vanidad, por lucha personal (…) Él debió haber continuado su lucha humildemente dentro de la URSS y no convertirse en el aportador de elementos más importantes sobre los posibles errores o defectos de la Revolución Rusa. La burguesía internacional propagaba esas cosas (…) también los hombres grandes pierden la cabeza, también pueden cometer errores mortales“.
Aunque Trotsky sobrevivió al atentado de Siqueiros, en el siguiente intento no tuvo suerte: organizado por el Komintern, bajo la jefatura del agente soviético Jorge Dimitrov, murió a manos del ruso/español Ramón Mercader, también conocido como Vandrech, Jackson o Mornard, el 21 de agosto de 1940, pero esa es otra historia…