Desde su primer día de gobierno el presidente electo de Estados Unidos tomará cartas sobre la continuidad o cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Según un documento elaborado por su equipo de transición —al que tuvo acceso la cadena CNN— Donald Trump ya analiza realizar una reforma al tratado comercial que su nación sostiene con México y Canadá.
Aunque esto no es sorpresa alguna: el empresario neoyorkino, recién electo como presidente de Estados Unidos, propuso un cambio en el acuerdo comercial desde que estaba en campaña. Según el magnate, hay una fuga de empleos en su país, los mismos que terminan recalando “debajo de la frontera”. Pero, y a todo esto, ¿qué tanto sabemos sobre el famoso tratado?
Hasta donde sabemos, y se nos dijo toda la vida, el acuerdo internacional siempre nos afectó. Fue firmado a inicios de los noventa por Carlos Salinas de Gortari, según lo que se nos platicó, y no trajo benefició alguno para el país. Al menos eso es lo que dice la versión oficial y que ha quedado arraigada en el inconsciente colectivo del mexicano.
En teoría el acuerdo se firmó para reducir los obstáculos comerciales y aumentar las oportunidades de inversión entre México, Estados Unidos y Canadá. Este tratado representaba para nuestro país la “cereza del pastel” en su proceso de apertura comercial que dejaba atrás un régimen proteccionista. El pacto entró en vigor el 1 de enero de 1994 después de varios años de negociaciones.
El TLCAN cambió las relaciones entre el bloque en dos aspectos puntuales: se eliminaron —virtualmente— los aranceles entre los tres países que lo conforman y también facilitó a las empresas invertir en la zona.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la firma? Sólo entre 1993 y 2012, las exportaciones de México a Estados Unidos crecieron 506%, convirtiéndose en su mayor socio comercial: EU es el primer mercado para las exportaciones mexicanas y además es el primer proveedor del país.
De acuerdo con uno de sus principales detractores, el presidente electo Donald Trump, el TLCAN es el “peor tratado de la historia” y lo culpa de ser la causa de que los estadounidenses ganen menos dinero y que millones de empleos de la industria manufacturera se hayan perdido desde que se le dio luz verde.
Al aceptar su candidatura como representante del Partido Republicano, Trump aseguró que Estados Unidos había perdido casi un tercio de su poder manufacturero desde 1997, además de afirmar que no firmará ningún acuerdo comercial que afecte a sus trabajadores.
También criticó a las empresas estadounidenses que trasladan sus empleos a México para reducir sus costos de producción y amenazó con cobrarles un impuesto para poder vender sus productos en territorio estadounidense, de acuerdo con Expansión.
¿De qué otra cosa se queja Trump? Según el sucesor de Barack Obama, México no está jugando parejo. A las empresas gringas se le carga el IVA del 16%, mientras que —de acuerdo con el empresario— las compañías mexicanas no pagan un impuesto similar en sus exportaciones. O todos coludos o todos rabones: el próximo mandatario de Estados Unidos buscará que las compañías de su país queden exentos de este impuesto.