El escándalo de prostitución que ensucia al PRI en el DF y específicamente a Cuauhtémoc Gutiérrez ha llegado a boca de todos en los últimos días. Fue después de publicar la nota que una mujer nos contactó diciéndonos que quería contar su historia cuando trabajó con Gutiérrez pues “ya era tiempo“. Aquí reproducimos lo que nos dijo.

Ya desde el 2003, el periódico Metro había publicado una foto del entonces diputado con un título como sólo ellos pueden sacar, “Diputeando“ se titulaba la nota que hace más de diez años abordaba por primera vez la forma en la que Cuauhtémoc había montado toda una red para satisfacerse sexualmente con mujeres contratadas por el PRI como edecanes.

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Cuando en Sopitas.com les platicamos de la investigación que publicó MVS, recibimos un correo en donde una mujer nos aseguraba haber trabajado con Cuauhtémoc y que quería contar su historia siempre y cuando la mantuviéramos en el anonimato. Luego de asegurarnos que de que en verdad había sido una de las edecanes que desde hace por lo menos diez años trabajaban para el entonces diputado platicamos con ella. Para efectos de la lectura de este post, la llamaremos “Clara“.

Le marcamos por teléfono y nos dijo: “cuando lo vi en Facebook lo primero que dije fue ¡por fin!, ¡por fin! y le hablé a una amiga que estuvo trabajo conmigo. Le dije ¿ya viste? ¡por fin!”.

Clara se contactó con la redacción de Sopitas.com, precisamente porque ahora que el escándalo se volvió más público ya no teme hablar de su experiencia. “Yo lo viví, lo viví perfectamente y lo viví por cerca de un mes”.

Clara nos cuenta que fue hace diez años cuando un amigo le dijo que había un trabajo fácil y que la podrían contratar para trabajar con Cuauhtémoc. “Yo estaba chavita, tenía unos 23 años, yo no tenía trabajo, siempre he vivido sola y mi amiga fue la que me dijo ‘fíjate que estoy trabajando con un diputado y están buscando chavas’. Yo le dije que sí, porque me urgía la chamba, le dije ‘sí, sí, ¿qué tengo que hacer?’, ‘Pues mira, me dijo, fíjate que están solicitando edecanes‘ y al otro día me citó en las oficinas”.

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Clara nos cuenta que al ver una de las fotos de Cuauhtémoc que empezaron a viralizarse en la red, reconoció inmediatamente el edificio en donde trabajó por 30 días. “Lo vi y me di cuenta de que era la misma puerta por la que pasé la primera vez”. Un día antes, su amiga le había advertido, “Ojo, tienes que llevar falda, no aceptan personas con pantalón, tiene que ser falda”. A Clara le angustiaba verse mal en falda porque era muy delgada, sin embargo, nos dice, esa fue la menor de sus preocupaciones cuando entró a la oficina.

“Me llevé falda y unos tacones pequeños, y pasé con él. Estaba sentado en sus escritorio, me preguntó mi nombre y mi edad… después de un silencio me dijo ‘oye, ¿puedes caminar?‘”. Cuauhtémoc le pedía que desfilara por la oficina, mostrando de inmediato cuáles eran sus intenciones.

Cuauhtémoc le dijo entonces que estaba admitida y comenzaron a hablar de horarios. Cerca de 15 mujeres trabajaban en ese entonces para cubrir horarios que iban desde las 8 de la mañana. Algunas salían a las 2 o 3 excepto si “Cuauhtémoc te elegía para salir“.

Clara recuerda que, muchas veces el trabajo se trataba principalmente de esperar. “Nos la pasábamos echadas en los sillones” nos dice, y nos aclara con risas que “en ese tiempo no había teléfonos inteligentes y demás, sólo hablábamos”.

Mientras esperaban, podía ocurrir que viniera alguien a decirles que se prepararan porque iban a salir. “Nos subíamos a una camioneta blindada y nos llevaban a la cámara de diputados“.

“Yo fui a la cámara de diputados. Había que llevarle el café, frutita, preguntarle cómo estaba o si necesitaba algo“. Las llevaban también a lugares caros a comer, “la neta la neta tenías que tomar, siempre te decían que tenías que tomar a fuerzas y además tenías que hacerlos reír, que tu trabajo era hacer que Cuauhtémoc se la pasara bien“. Terminaban tarde, cerca de las 3 de la mañana, “te ponían en un taxi y te lo pagaban”.

Clara recuerda que era una mujer pequeña, delgada y de cabello chino, la secretaria personal de Cuauhtémoc, quien  les daba las instrucciones a las mujeres. Ella las contrataba y les pagaba. Les pagaban en efectivo cerca de 2 mil pesos semanales.

Cuando Clara vio el reportaje de MVS reconoció las mismas dinámicas por las que había pasado “es todo, es lo mismo, aunque parece que con los años se ha vuelto más horrible y denigrante“.

Un día, nos dice Clara, incluso las llevaron a visitar a Cuauhtémoc al hospital pues lo habían operado. “Ahí fuimos todas, éramos como 7 cuando yo fui. La secretaria nos decía ‘por fa cuando lo vean denle cariñitos, trátenlo bien, sonríanle, háganlo reír, está triste‘, etc.”

Clara recuerda que le costaba trabajo fingir las sonrisas frente a Cuauhtémoc pues es muy mala en esas situaciones, sin embargo, las otras chicas, sí entraban en el juego y le hacían “todo tipo de cariñitos“.

“Un día fuimos a su casa a verlo, entramos y nos ofrecieron una copa, él no tenía esposa y vivía en una casa tipo Guicho Domínguez, de pésimo gusto. Pasamos a su recámara pero algunas decidimos irnos”.

Ocurrió entonces lo que Clara temía cada vez más: su amiga llegó con lágrimas a decirle, “Salí con Cuauhtémoc y me dijo que nos fuéramos a un hotely que le ofreció 25 mil pesos que, en ese entonces nos dice Clara con risas, era un buen de lana.

Dice Clara que cuando su amiga se negó, Cuauhtémoc no reaccionó violentamente “él es bien raro, es incluso tímido aunque no lo creas“. Cuauhtémoc entonces le pidió un taxi a la amiga de Clara quien sería despedida al siguiente día.

Clara necesitaba el trabajo, y pensó que, mientras no le hicieran proposiciones de ese tipo, tendría que aguantar, pero sabía dentro de sí que era cuestión de tiempo para que la secretaria de Cuauhtémoc le propusiera tener sexo con el entonces diputado.

La secretaria de Cauhtémoc le preguntó a Clara que qué estaría dispuesta a hacer por el diputado. Clara no contestó porque sabía hacia dónde se dirigía esa pregunta. “Me dijo, sabes qué, fíjate que le gustaste a Cuauhtémoc, no queremos que lo tomes a mal, pero a él le gustaría tener un encuentro un poco más cercano contigo y pues, obviamente se te va a remunerar… si aceptas perfecto, pero si no, te quedas sin trabajo“.

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Clara se indignó muchísimo en ese momento, y decidió renunciar… les dijo que no. Clara recuerda que cuando volvió con las chicas muchas estaban indignadas y comenzaron a decir que no era posible “y una de ellas dijo, ‘güey, vamos a ponerle un periodicazo, hay que hacer algo, hay que destaparlo porque esto es prostitución'”. Ellas tuvieron miedo, nadie se atrevió en ese momento a levantar la voz.

El testimonio de Clara es apenas uno de los tantos que debe haber. Más de diez años han pasado y es hasta este 2014 que los actos de Gutiérrez tienen el foco necesario. Así como la voz de Clara se levantó, se debe levantar la voz de tantas mujeres que, en este caso o en cualquier otro, son orilladas por la necesidad a tener relaciones sexuales.

Este problema va más allá de un dirigente del PRI, habla de toda una estructura social y económica en la que descansa el abuso de la mujer y se normaliza.

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