La Secretaría de la Función Pública hizo oficial el día de ayer la asignación de 4 mil 431 hectáreas del vaso del Lago de Texcoco, de dominio público de la Federación, para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Fue Soraya Pérez Munguía, presidente del Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales. Quien emitió el acuerdo para destinar estas tierras al uso de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Los terrenos fueron recibidos de la Comisión Nacional del Agua apenas el 28 de agosto.
Aunque el acuerdo no hace referencia directa al Aeropuerto, es de saber público que ése es el lugar escogido por la administración de Peña para ponerlo. No se menciona que hubiera existido algún otro método de incorporación de tierras de este polígono al patrimonio federal, como compras a ejidatarios o dueños particulares.
Los únicos antecedentes del terreno mencionados son el decreto del 10 de junio de 1971, firmado por el presidente Luis Echeverría, quien delimitó un área de 14 mil 500 hectáreas del lago de Texcoco.
Posteriormente, un decreto del presidente José López Portillo modificó los límites de la zona federal y la redujo a 11 mil 600 hectáreas (las 2 mil 900 hectáreas que se redujeron fueron destinadas al Edo. De México y al D.F. para que regularizaran las partes que habían sido invadidas por predios).
Los terrenos… el talón de Aquiles del aeropuerto
Si algo ha habido en este proyecto ha sido la controversia acerca de los predios que serán utilizados para él. Por ejemplo, cuando anunciaron el proyecto y que se utilizarían los terrenos que habían sido adquiridos por la Conagua, José Luis Luege Tamargo, ex director general de esa institución, contestó no muy feliz:
«Durante mi gestión se adquirieron mil 700 hectáreas para fortalecer la vocación reguladora del lago de Texcoco frente a la temporada de lluvias en el Valle de México. Es falso que se compraran para construir un nuevo aeropuerto»
Es preocupante que no se tengan contemplados proyectos que recuperen el lago de Texcoco, ya que es nuestra última oportunidad para hacer a nuestra ciudad sustentable.
El crecimiento de la ciudad dejó de ser planeado y comenzó a ser caótico, las áreas importantes de recargue de agua (bosques, ríos, lagos y barrancas) han sido ocupadas y ahora estamos con una ciudad que toma más agua de la que permite que se recargue.
El sur y el poniente de nuestra ciudad se han llenado con millones de habitantes, y toda el agua que cae ahí, en vez de recargar nuestras reservas, se va por el drenaje hacia el Golfo de México.
El arquitecto Teodoro González de León expresó a Proceso en el 2001:
«Nosotros decimos que debe ser lago más que aeropuerto, no aeropuerto más rescate ecológico. Es al revés, el aeropuerto pone el rescate del lago en el centro de la discusión y nosotros creemos que puede beneficiar a impulsar el proyecto del lago. La diferencia es que para nosotros es fundamental rescatar al lago, y, para el gobierno, hacer un aeropuerto»
Atenco
Por otro lado, también está el problema de los terrenos de los ejidatarios de Atenco. Una parte de los atenquenses se enteraron a principios de junio de que la asamblea ejidal de ese pueblo, encabezada por el comisariado Andrés Ruiz Méndez de afiliación priista, cambió a «dominio pleno» casi 2 mil hectáreas de uso común, lo que permitirá convertir tierras que son hasta ahora de vocación agrícola en propiedad privada susceptibles de ser compradas y vendidas.
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y otros activistas sociales denunciaron a la asamblea ejidal de haber sido «irregular e ilegal», pues permitieron pasar a personas que eran ajenas, se las consideró ejidatarias y hasta se les dio derecho de voto.
También acusan que hubo duplicidad de representantes y que se impidió la entrada a campesinos opositores.