Lo que necesitas saber:
Una epidemia de soledad empieza a sonar en el mundo. Se ha encontrado que las personas que viven solas y que no encuentran una comunidad corren más riesgo.
¿Cuándo fue la última vez que hicieron algún amigo nuevo? ¿Cómo se conocieron? Otra pregunta: ¿a dónde irían para encontrarse nuevas personas? Sabemos que la respuesta no está nada sencilla y podría estar relacionada con la desaparición de nuestro Tercer Espacio.
En el mundo cada vez está sonando la preocupante idea de una epidemia de soledad, impulsada por la pérdida de espacios públicos —y de un constante encierro en nuestra vida digital.
Pero, ¿qué changos es el Tercer Espacio?
Un Tercer Espacio o Tercer Lugar es un concepto bastante sencillo de entender —pero bastante más difícil de encontrar en nuestras vidas.
Tenemos un primer espacio: nuestra casa. Ese está perfectamente ubicado, ¿no?
También tenemos un segundo espacio que se trataría de nuestra oficina o nuestra escuela; lugares donde sí tenemos relaciones sociales —o incluso amistades— pero se crean dentro de un contexto formal.
Sin embargo, una teoría interesantísima, creada por el sociólogo Ray Oldenburg en los años ochenta, explica que los humanos necesitamos de encontrar un Tercer Espacio donde podamos formar parte de una comunidad. Un lugar en el que podamos convivir con más personas, compartir nuestros intereses, pláticas o buenos ratos.
Pero ojo, que no cualquier lugar puede considerarse un Tercer Espacio. Los especialistas han creado 8 reglas para que un espacio pueda serlo. Ahí les van:
- Tiene que estar en terreno neutral; o sea, un espacio público, cómodo y con acceso libre.
- Un lugar de nivelación social en el que no existan requisitos de participación, donde tus intereses en común sean más importantes que el estatus económico, por ejemplo.
- Centrado en la conversación sin muchos prejuicios y sin muchas formalidades. Aunque, claro, no necesariamente es la única actividad.
- Idealmente, tiene que ser abierto y accesible; sin restricciones de horario.
- Un tercer espacio, además, tiene participantes regulares en el que un grupo de personas asiste continuamente, lo mantienen vivo y al mismo tiempo, atraen y aceptan a las nuevas personas.
- De preferencia es un lugar donde las pretensiones quedan fuera y la convivencia no tiene muchas reglas.
- El ánimo de un Tercer Espacio se mantiene divertido o amable. Tenemos que salir de ahí pensando: “me gustaría hacerlo de nuevo”.
- Un lugar cálido, íntimo, donde se valora la pertenencia. Es una casa fuera de casa.
¿Se les ocurre algún lugar así? ¿Están pensando en algún lugar donde hemos creado un Tercer Espacio para nuestra vida? La cosa está complicada… porque cada vez están desapareciendo.
Ahora los lugares cobran, tienen barreras o se enfocan en el privilegio
Acá es uno de los primeros problemas y es que, conforme la modernidad llega a nuestras ciudades, estamos perdiendo los espacios públicos donde podemos estar sin tener que pagar nada.
Una cafetería cobra el consumo, un club te cobra inscripción o en un gimnasio tienes que pagar la mensualidad; y no estamos diciendo que eso esta mal —están dando un servicio—, pero sí han surgido muchas conversaciones sobre la desaparición de un Tercer Espacio donde podemos estar gratis.
La gran mayoría de parques se encuentran en zonas pudientes, ¿no? Un estudio reveló que las áreas verdes, públicas, se alejan cada vez más de regiones con bajos ingresos. Lo mismo sucede con los “nuevos desarrollos” que se crean en las ciudades, que privilegian jardines o caminos, lugares que, desde su diseño, privilegian el movimiento por encima de quedarse a platicar.
Si acaso pensamos en los parques de perros, de patinaje o donde podemos tomar alguna clase pública, pero… muchas opciones no nos quedan, ¿no?
En gran parte del mundo nuestras ciudades han perdido centros gratuitos o accesibles para realizar actividades deportivas, puntos de reunión donde podemos estar seguros o donde podemos hacer amigos nuevos… la desaparición de un Tercer Espacio.
¿Una epidemia de soledad?
Un estudio de la BBC, que se publicó en Londres pero que tuvo participantes de México, encontró que el 40% de las personas menores de 34 años se sienten solas. Eso es casi la mitad de todos nosotros.
La Universidad de Harvard le dedicó un número completo de su revista a la epidemia de soledad que se presenta en las grandes ciudades. Describieron sus efectos en la salud mental y entre otras cosas, se enfocaron en los sistemas sociales que lo han causado —desde la tecnología, el aislamiento, las agendas apretadas o la vida ocupada.
Sin embargo, aunque millones de personas se sienten solas en el mundo, llegaron a una preocupante conclusión: la epidemia de soledad es mucho más grave entre quienes viven solos y no tienen el apoyo de una comunidad cercana.
En 2012 —hace cerca de 10 años— las personas pasaban aproximadamente 6 horas a la semana rodeados de amigos y conocidos. En este año, por culpa de las largas distancias, el tránsito, las agendas apretadas, o la “facilidad” de las conexiones por internet, las personas apenas pasamos, en promedio, 2 horas y media a la semana con nuestros amigos.
En apenas una década, el tiempo con nuestros seres queridos se recortó a la mitad.
Además, en este mundo cambiante, cada vez más personas viven solas. En México, según el INEGI, el 13% de los hogares tiene solo un habitante. No suena a que sea mucho, pero eso equivale a 4 millones 250 mil personas que viven solas en nuestro país.
Y eso nos ha distanciado: una encuesta con datos oficiales —enfocada a adultos que vivían solos— descubrió que más de la mitad de los mexicanos nunca recibió llamadas de amigos y tampoco le llamaron, ni escribieron a nadie.
Esta epidemia de soledad que se está presentando en México y otras grandes ciudades del mundo no solo es un problema de salud emociona. Estudios internacionales han encontrado que la soledad tiene efectos médicos que están ligados con el aumento de enfermedades como la presión alta, las condiciones cardíacas, la obesidad, la depresión, la aparición de Alzheimer o incluso la muerte prematura.
Y eso nos trae de vuelta a la desaparición del Tercer Espacio.
Aunque las causas de la epidemia de soledad son muchas y muy variadas, la pérdida de comunidad en nuestras ciudades es notoria. No es sencillo encontrar tu Tercer Espacio y tampoco es fácil —menos si eres penoso— animarte a asistir regularmente, pero los vecinos cada vez estamos encontrando nuevos lugares para convivir.
Piensa en pasear a los perros, en clubes de lectura, parques —con lugares para patinar, para tomar clases, para sentarse— o sonideros al aire libre, son espacios que nos pueden ayudar a entender mejor nuestra ciudad… y de paso, el lugar que ocupamos en ella.