Aunque el término ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género) pueda parecer muy técnico y destinado a aparecerse únicamente en las publicaciones académicas, la realidad es que estas prácticas —conocidas popularmente como terapias de conversión o de deshomosexualización— tienen repercusiones muy reales y violentas en la vida de sus supervivientes.

“A mi me privaron de la libertad durante varios días”, cuenta el activista Iván Tagle. “Sin poder comer, sin poder dormir y sin poder tomar agua. Todo para cambiar mi sexualidad”.

Foto: Iván Tagle

Con unos cuantos días preguntando, podrías escuchar cientos de historias similares.

Manuel León, otro joven activista LGBT+, también fue obligado a participar en una de estas terapias de conversión.

Tenía solo 15 años cuando salió del clóset con sus padres y las reacciones no fueron positivas: fue enviado a un lugar alejado durante varios días. Al igual que Iván, a Manuel no le permitieron dormir, no le dieron comida y tampoco le dieron agua. Fue violentado para revivir los momentos más dolorosos de su vida.

“Todo fue con muchísimo morbo”, comenta. En ese momento, recordaba las incómodas preguntas que le obligaron a responder.

Cuando platicamos con Jazz Bustamante, mujer trans e integrante de la Red de la Diversidad Sexual y de Género, nos contó una historia muy parecida. La única diferencia es que ella llegó con engaños pues le dijeron que se había inscrito a un retiro espiritual.

En tan solo unos cuantos días de encierro —en los que en todo momento ignoraron su identidad— fue forzada a revivir eventos traumáticos e incluso la amenazaron con “morir de SIDA, mutilarle un brazo, perder una pierna o quedarse ciega” si seguía teniendo relaciones sexuales.

En una extraña ceremonia nocturna, la obligaron a nunca contar lo que sucedía ahí.

Foto: Jazz Bustamante

Además de Jazz, Iván o Manuel quienes, como muchos otros, han roto el silencio para, con su activismo, cambiar la situación, hay miles de escalofriantes testimonios mexicanos que cuentan el verdadero alcance violento de los ECOSIG.

Escuchamos de privaciones de libertad o de medicamentos forzados, pero otras prácticas excesivamente vulnerantes son comunes en nuestro país: desde violaciones “correctivas” hasta barbáricas terapias de aversión en las que los jóvenes “pacientes” reciben choques eléctricos cada que les muestran imágenes eróticas.

“No es que te cambien, es que te torturan”, cuenta Iván Tagle. ”Es que te generan un trauma psicológico. Imagínate que cada que quieras disfrutar de tu sexualidad empieces a vomitar o a sentir miedo irracional. Te destruyen la vida básicamente”.

¿Lo más preocupante? Todo este sufrimiento sucede bajo una controvertida premisa ideológica: que la homosexualidad “se debe curar”.

La ideología de una ECOSIG

“Quiero ser muy enfático en afirmar que la homosexualidad no existe”, escribía el psicólogo Everardo Martínez Macías en una publicación digital. “Sólo existen los engañados que creen que son y los que quieren serlo”.

Martínez Macías se presenta, en redes sociales, como especialista en Desarrollo de la Heterosexualidad.

Foto: Cuartoscuro

Su trabajo y las técnicas que aplica día con día en la Clínica Venser —una clínica de psicólogos cristianos dedicada a “rescatar” personas de la homosexualidad— son accesibles públicamente. “Todos ellos están engañados”, señala en sus textos.

Según su ideología, las personas LGBT+ están “poseídas por espíritus de homosexualidad”.

En sus publicaciones sobre terapias de conversión ha afirmado cosas como que la identidad de género está causada por madres solteras, madres sobreprotectoras, padres ausentes, enfermedades de autoestima, consumo de pornografía, aburrimiento o moda.

Incluso escribió que el abuso sexual era esperado. ¿Sus razones? Asume que son jóvenes “hambrientos de amor, cariño y afecto físico”. Esta situación, “crea en el niño una fuerte confusión, puesto que le causó placer”.

Sí, esas son sus palabras textuales.

Captura de pantalla de un texto publicado por la Clínica Venser

En el mismo tenor de ese tipo de declaraciones, también lo son sus tratamientos.

La Clínica Venser enfoca sus prácticas en simbolismos religiosos. Quienes llegan a sus instalaciones son presionados con sentimientos de culpa, tristeza y autodesprecio.

¿Terapia? Un ejemplo de ECOSIG

En la breve descripción de su tratamiento, Martínez Macías explica que este tratamiento está enfocado en etapas distintas, con simbolismos religiosos y la participación de las familias, todas distribuidas en un largo plazo. “Que sepan que puede ser de más de dos años este proceso”, señala.

La primera parte busca conocer a las personas que llegan a su oficina.

Una vez acordados los costos, las citas y la confidencialidad, comienza a brindarles atención. “(Que la persona sepa) que no podrá ser feliz sin ser lo que Dios diseñó para él”, es uno de los principales consejos que brinda, en las primeras sesiones de terapia.

Foto: Shutterstock

Luego intenta “fortalecer las ideas de cambio” a través de citas bíblicas o argumentos de dudosa procedencia científica.

Posteriormente viene la presión, enfocada en sentimientos de culpa.

En sus textos, Martínez Macías llama a las personas de la comunidad LGBT+ como “pedófilos en potencia”, “Inmaduros al amar” o que se enfrentan a “Satanás y sus maquinaciones”.

“Cuando ven que Cristo los ama y los espera, entenderán que le han fallado y ellos mismos pedirán ser guiados al arrepentimiento”, comenta en su guía de terapia.

Luego presenta una serie de consejos para otros psicólogos que quieran seguir sus pasos.

“En mi experiencia, primero se deben sentir amados antes de enfocarnos en declararles su pecado y decirles lo malos que son”, señala. “Para muchos de ellos, seremos los primeros hombres o mujeres que los han amado de una forma legítima y genuina”.

A diferencia de otros testimonios en México, la Clínica Venser sí rechaza la realización de una terapia obligatoria.

Públicamente intentan deslindarse de ideas de homofobia —”Nosotros solo estamos a favor de ayudar a quienes no son felices con un estilo de vida homosexual. Es muy diferente”— y se pronuncian en contra de todo tipo de terapia que atente con la libertad.

Sin embargo, las técnicas e ideologías practicadas en esta clínica o cualquier ECOSIG, para el caso, prenden las alertas en la comunidad internacional.

“Te das cuenta que hay algo sistemático y ahí te asustas porque no solo pasa en México”, señala Iván Tagle, activista y director general de Yaaj México. “Hay toda una educación a nivel mundial que te dice estas personas están mal, estas personas son un riesgo para la sociedad y tienes o que exterminarlas, o castigarlas o tienes que hacer todo para que cambien”.

*El equipo de Sopitas.com buscó al psicólogo Everardo Martínez para conocer su postura ante esta publicación, pero no se concretó una entrevista. Sin embargo, la publicación a la que se hace es pública, está firmada y puede ser accesible en su página de internet.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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