Casi un siglo de exploraciones y la Pirámide del Sol sigue revelando secretos de nuestra cultura prehispánica.
En la cima de la Pirámide del Sol, en Teotihuacán, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizaron el hallazgo de la escultura más grande del llamado “Dios Viejo” o “Dios del Fuego”, Huehuetéotl, además de dos estelas integras de piedra verde, así como restos de otra.
Dicho descubrimiento fue realizado como parte de la temporada de exploración arqueológica de diciembre del año pasado el cual tuvo como objetivo despejar dudas sobre el sistema constructivo y el fechamiento de la gran pirámide. De acuerdo con los especialistas, los hallazgos realizados debieron decorar hace 1500 años la cúspide de la edificación.
Alejandro Sarabia, arqueólogo que junto con el investigador japonés Saburo Sugiyama lleva a cabo el proyecto denominado “Pirámide del Sol”, informó que las piezas se encontraban ubicadas en el interior de una fosa que podría datar del siglo V o inicios del VI d.C.
Además se señala que el templo que existió en la parte más alta de la Pirámide fue destruido por los propios teotihuacanos, sin embargo varios motivos de su arquitectura –como las estelas descubiertas– se dejaron en el lugar.
El equipo del proyecto “Pirámide del Sol” consideran que la fosa fue excavada en tiempos prehispánicos para recuperar la ofrenda principal de la construcción, con el fin de repartir su contenido en otros edificios públicos de la antigua ciudad.
Este descubrimiento junto con el hallazgo realizado en 1906 de un brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo, dan indicios de que la Pirámide del Sol fue escenario de cultos dedicados al fuego y de finales de ciclos calendáricos.