Hasta ayer seguíamos enfiestados por el Vive Latino, pero lo pasado quedó en el pasado y es hora de tirar parranda en Veracruz. El festival Cumbre Tajín es una maravilla en todo sentido, pero si hay algo que nos gusta de el, es la curaduría musical. Los cinco días de festival están muy bien divididos en cuanto a géneros se refiere, lo cual le facilita a la gente escoger y venir a escuchar lo que realmente quiere. Y hoy le tocó turno a la gozadera, a la música que te obliga a mover el cuerpo y buscar una pareja de baile. Sabemos que por acá normalmente le damos más espacio a nuestro lado alternativo, pero quien se puede negar a pasarla bien con tanta música, cerveza y hermosas asistentes.
La fiesta empezó temprano con Recoveco, un buen rato de música latina que inició la ardua tarea de congregar gente al nicho de la música. A pesar de lo bien ejecutado y planeado que estuvo el setlist de Recoveco, si algo hay que rescatar de esta presentación, es la reacción de la gente. No importa qué estuvieran haciendo por allá: esperando a la arrolladora, curioseando o sólo buscando sombra, el cuerpo de todos respondía a la música. Es sumamente bello ver a la gente comenzar a mover los pies al ritmo de “El Cascabel” o “La Bruja” sin siquiera pensarlo. Definitivamente la sangre llama.
Para recibir la noche continuamos con la presentación de Timoneki y aquí me gustaría detenerme a aplaudir a la banda. Creo que muchos no conocíamos al grupo, pero fue una muy grata sorpresa encontrarnos con su música. La ejecución estuvo impecable, las composiciones muy bien armadas, los arreglos llamativos y tiene un gran concepto. Todo suena pensado, trabajado y redondo ¡Diez de diez a esta gran banda de Cholula!
Y ya comenzada la fiesta, pues quién nos iba a parar. Tiene apenas unos días que vimos a Tropikal Forever en el Vive Latino, pero escucharlos cerca de la costa es otra cosa. No hay nada que le vaya mejor a su música que este calor húmedo, la piel sudorosa y un montón de gente cantando y bailando “Su Chambelán” mientras las pelotas de playa rebotan sobre el público y los vocoders impregnan el ambiente.
En cuanto Los Ángeles Azules tomaron el escenario nos dimos cuenta de que sí necesitábamos todo el calentamiento previo. Es impresionante la cantidad de gente que congrega y todo energía que despliegan la banda, la experiencia que tiene los oriundos de Iztapalapa es evidente, saben perfectamente qué decir y cuándo decirlo para no perder la atención del público y mantener los ánimos en el cielo.
Y si después de casi hora y media de música a alguien le parecía que el show le debía algo, la banda llevó lo kitsch al siguiente nivel y para cerrar el show invitó a Jay de la Cueva a cantar y tocar la guitarra en “17 Años” ¡Magia en el aire!
Y aunque ya estábamos rendidos de tanto poder cumbianchero, nos quedamos a que La Arrolladora hiciera lo suyo con nuestras piernas. Nada te puede preparar para el poder guapachoso de una banda que lleva 40 años haciendo bailar a la gente. Sin importar que al otro día hubiera trabajo, canción tras canción, la gente no se cansó de corear y sacarle brillo a la piso a taconazos al ritmo de la banda de René Camacho y el -ya no tan sorpresivo- invitado Jay de la Cueva.
En resumen: puede que lo nuestro lo nuestro no sean los pasos de bailes, pero la noche de anoche fue una GRAN noche ¡Y nos quedan cuatro más de estas!
Fotos de Rodrigo Jardón: