En estas épocas calurosas, el aire acondicionado —o ‘clima’ por si nos acompaña algún sopicuate de provincia— es como una bendición de los dioses de la comodidad. No hay nada como descansar en algún lugar artificialmente fresco mientras se te olvida que ahí afuera, las calles se convierten en un comal. ¿La bronca? Parece que nos está cobrando factura en la báscula.
Estudios recientes estarían encontrando una relación entre el aire acondicionado y el sobrepeso.
La razón está bastante interesante. Aunque es una zona poco explorada por la ciencia, como la admite El País en un breve reportaje sobre el tema, parece que entre más fresco el ambiente, más comemos.
¿Aire acondicionado y sobrepeso?
Esta extraña relación —según comenta el periódico español— comienza en la mente de un investigador del Instituto de la Grasa en Sevilla. Su nombre es Javier Sánchez Perona. “Con el calor se me quitaba el apetito. Solo me apetecía beber”, escribió el especialista en un blog de hace algunos años. “Pasábamos un calor tremendo, comíamos poco y bebíamos mucho”.
De ahí que pensara en la reacción opuesta: ¿sería posible que entre más fresco esté el clima, más comemos?
“No he encontrado ningún estudio que demuestre específicamente una relación causa/efecto entre el aumento del uso del aire acondicionado y el aumento de la obesidad”, le decía el investigador a El País. Sin embargo, pensaba que es “probablemente porque no se ha hecho”.
Lo que sí está probado es que comemos más cuando la temperatura es más baja.
Un estudio que tiene más de 60 años —se hizo con ratas— demostró que a 35ºC comían solo 10% de lo que comían a 24ºC y cuando la temperatura se ponía ridículamente alta, rasguñando los 40ºC, dejaban de comer. ¿Uno más reciente? La Universidad de Birmingham comprobó que, con cada grado de temperatura, los seres humanos comemos 85 calorías menos, en promedio.
Así es como los investigadores llegaron a un término curioso llamado sedentarismo térmico.
Aunque no se comprobó directamente la relación entre el aire acondicionado y el sobrepeso, los especialistas dicen que sí se ha comprobado la conexión que sentimos al vivir en ambientes que no cambian mucho de temperatura. “Las logramos con el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno”, explican.
Otro estudio de la Universidad de Birmingham explicaba que, gracias al aire acondicionado, pasamos más tiempo en temperaturas cómodas, por lo que casi no tenemos demandas energéticas.
Como no tenemos calor o tampoco tenemos frío, nuestro cuerpo casi no se esfuerza en regular la temperatura.
Y ahí es donde aparece el caso del sobrepeso o el aire acondicionado. Si comemos lo mismo —o incluso comemos más, con eso de los cambios alimenticios en el mundo—, pero gastamos menos: esos kilos extra se van a notar en la báscula. Está interesante, ¿no?
*Con información de El País
