Pareciera que aquí no pasa el tiempo. Ni nada más. La escena es la de un lunes normal. Salvo que este no es un lunes normal. La gente se arremolina en los vagones. El calor humano adentro del tren es casi sofocante. Los vagoneros ofrecen sus productos. Todo es justamente como uno lo recuerda. Lo único distinto son los torniquetes que están fuera de servicio y que para ingresar al Metro se tiene que pasar por la puerta del poli en la que, en condiciones normales, sólo pasan personas de la tercera edad, personas con alguna discapacidad o quien de plano no junta los cinco pesos y hace la chillona. Mentira. Hay otra cosa que hace un tanto diferente el viaje. Entre la masa de gente que se dirige a sus lugares de trabajo o sus escuelas, se pueden observar personas con chaleco y casco que vienen de los lugares de edificios derruidos o se dirigen hacia allá. No, no, no. Hay otra cosa más que es distinta: aunque todo pareciera exactamente igual a cualquier otro día, por dentro todos estamos un poco más rotos, un poco más paranoicos, un poco más tristes y mucho más alertas. El sismo nos cambió.

Foto: MetroCDMX

Casi una semana después del sismo magnitud 7.1 las cosas vuelven, poco a poco, a su normalidad. O eso es lo que intentamos. 103 planteles de educación básica y media superior regresaron a sus actividades este lunes 25 de septiembre después de ser revisadas por las autoridades. En las delegaciones Iztapalapa, Cuauhtémoc, Tlalpan, Xochimilco, Benito Juárez y Tláhuac no se reanudaron las clases debido a que en estas zonas aún operan servicios de emergencia, hay brigadas trabajando y se continúa revisando posibles daños en los inmuebles. A pesar de la desconfianza y el miedo que todavía sienten muchos, llegó la hora de regresar a trabajar. No somos nosotros, es el capitalismo. La economía no espera. Hay gente que tiene que regresar a un edificio altísimo de 38 pisos en el centro de la Ciudad. No importa que los de Protección Civil le haya dado el visto bueno, estar ahí crispa los nervios y rompe el quicio. Y este, quizás, es el mejor de los escenarios.

Hay otro bonche de trabajadores que no corren con tanta suerte. Un chorro de personas que tuvieron que ir a laborar, un día después de que el sismo nos sacudiera, a lugares con diagonales grietas profundas, con crujidos intramuros y cercanos a las zonas con mayor devastación. De esto dieron fe publicaciones como el semanario Proceso y la revista Chilango: jefes gandallas que obligaron a sus empleados a ir a chambear a lugares de riesgo. Este es el caso que se vivió en el taller de la diseñadora mexicana Sarah Bustani. Las versiones periodísticas señalan que los sellos de clausura del inmueble fueron retirados por la diseñadora y el dueño del mismo. Los trabajadores fueron forzados a ingresar al edificio a pesar de presentar condiciones inseguras. Para acabarla de amolar, el taller textil se encuentra en la calle Isabel la Católica, casi esquina con Lucas Alamán, a menos de dos cuadras de donde dos decenas de trabajadores murieron bajo los escombros.

Sismo en la Ciudad de México
Foto: Luis Arango

Alumnos de la UNAM y la UAM crearon un mapa interactivo en Google con información de los distintos centros de trabajo que han obligado a sus empleados a trabajar a pesar de que sus edificios resultaron dañados por el sismo. El mapa se configura a partir de las denuncias vertidas en un formulario anónimo. Varias empresas e instituciones, como Telmex, Grupo Salinas, Sanborns, hospitales del IMSS, la SEP, entre otras, han sido señaladas hasta el momento. En caso de que ustedes estén viviendo este escenario, o conozcan de algún caso similar, pueden realizar su denuncia en este enlace. Puedes estar al tanto de los lugares dañados y con jefes gandallas en este otro vínculo. Esta es una opción para evidenciar las injusticias en materia laboral que se están cometiendo después del virulento movimiento telúrico.

Sismo Ciudad de México
Foto: Luis Arango

De acuerdo con la Ley Federal del Trabajo, en los artículos 51, 66, 66, 67, 132 fracción 6 y 24, así como en el 135 en su fracción 2, los empleadores no pueden obligar a los trabajadores a asistir a un centro de trabajo que sea peligroso. En caso de hacerlo, podría ser acreedor a una multa de hasta 500 salarios mínimos o incluso sanciones penales. Si estás sufriendo uno de estos casos, puedes denunciar la situación ante la Secretaria de Trabajo y Previsión Social (STPS) a través del correo electrónico inspeccionfederal@stps.gob.mx o por vía telefónica: 30002700 ext. 65338 o 65388. Tu email debe llevar el nombre de la empresa u organización, su dirección, teléfono. Además hay que documentar la denuncia, es decir, mandar fotos o videos de las irregularidades. También puedes acercarte a la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo.

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