La violencia en nuestro país se ha disparado exponencialmente en la última década. Esa no es noticia nueva. Las impactantes postales de descabezados, fosas clandestinas y colgados se han vuelto el pan de cada día. De acuerdo con el Estudio de Conflictos Armados, realizado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), México ha superado a países como Irak y Afganistán en niveles de violencia; nuestro país se ha convertido en la segunda zona de conflicto más mortal del mundo, sólo detrás de Siria. Para poner en contexto: según el informe, durante 2016 se registraron 23 mil víctimas mortales relacionadas con la guerra contra el narcotráfico, mientras que en Afganistán e Irak se reportaron 17 mil y 16 mil bajas respectivamente. John Chipman, director de la institución que elaboró el estudio, aseguró que las cifras del conflicto en México son sorprendentes debido a que en nuestro territorio, en teoría, no se hace uso de la artillería pesada, tanques o aviones de combate. Es decir, que la mayoría de las muertes en la guerra contra el narcotráfico son causadas con armas pequeñas.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la Secretaría de Gobernación (Segob) salieron a desacreditar y minimizar la información contenida en el informe del IISS. El Gobierno mexicano argumentó que el reporte utiliza cifras con origen desconocido, sus estimaciones están basadas en “metodologías inciertas”, además de utilizar términos jurídicos de manera equivocada. En pocas palabras: que la investigación no tiene rigor. En un comunicado conjunto, ambas dependencias dijeron que es incorrecto que exista un conflicto armado en México, ya que “la existencia de grupos criminales no es un criterio suficiente” para considerarlo un conflicto internacional. Nuestras autoridades indicaron que tampoco el uso de las Fuerzas Armadas en las calles es factor que abone a esa consideración y se quejaron de que a México se le compare con esas naciones cuando afrontan “fenómenos completamente diferentes” que “no son comparables ni medibles entre sí”.
El Gobierno encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto señaló que el estudio partió de una presunción equivocada: que todos los homicidios en México durante 2016 estuvieron relacionados con el crimen organizado. “Es inverosímil la suposición”, sentenciaron las autoridades al alegar que en los registros oficiales también se incluyen casos por muertes en riñas y muertes por armas blancas, además de que el INEGI todavía no publica las cifras de homicidios correspondientes al 2016. Como argumento final, nuestros representantes argumentaron que México, de acuerdo con el último reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2014, no figura entre las naciones más violentas del mundo. Y para poner un ejemplo, pues, ahí están Venezuela, Honduras, Belice, Colombia o Brasil, arguyeron en el comunicado. Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos.