Hoy se cumplen 36 años de la muerte (¿suicidio?, ¿asesinato?) de Sid Vicious, bajista de los Sex Pistols y también símbolo del Punk.

John Simon Ritchie fue bautizado como Sid por el cantante de los Sex Pistols, Johnny Rotten, quien justamente tenía un hamster mascota llamado Sid (que a su vez fue llamado así por Syd Barrett de Pink Floyd). El bajista odiaba a Pink Floyd y desde luego aborrecía que le llamaran así, por lo que Rotten se empeñó aun más en ello para molestarlo. El Vicious se lo ganó cuando el sanguinario roedor quiso morderlo (“your Sid is vicious” le dijo esa vez), además de los evidentes vicios y su comportamiento violento pues siempre andaba metido en peleas y haciéndose cortadas en el escenario.

Como muchos otros chavos ingleses de mediados de los 70, Sid formaba parte del Bromley Contingent, un grupo de fans de los Sex Pistols que literalmente los seguía a todos lados. Incluso se le atribuye la creación del “pogo”, ese “baile” Punk en el que te avientas contra los músicos o la gente de la audiencia que no te agrada.

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Tras el despido del bajista original Glen Matlock (a quien, horror, le gustaban los Beatles), Sid Vicious se convirtió en el bajista de la banda. A pesar de los mitos que aseguran lo contrario, Sid SI sabía tocar, simplemente no era muy bueno. Sin embargo practicaba como loco para mejorar y que la banda sonara bien. Sid le pidió clases ni más ni menos que a Lemmy de Motörhead, quien sentía una gran afinidad con el movimiento Punk y viceversa, además que Vicious solía vender LSD a los 14 años en los conciertos de Hawkwind, la anterior banda de Lemmy. El bajista solía quedarse en casa de Lemmy con Viv Albertine, guitarrista de las Slits y ahí recibió sus pocas clases de parte del mismísimo Dios Verruga.

Así como Rotten era la voz de los Sex Pistols, Sid Vicious pronto se convirtió en su imagen y la de muchos jóvenes punks. Desafortunadamente la heroína comenzó a estar más presente en su vida, por via de Nancy Spungen, una grupi norteamericana que viajó a Londres con la intención de acostarse con uno de los Sex Pistols. Siendo que Rotten la rechazó, “se la pasó” a Sid y con ello selló su fatídico destino.

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Con Nancy alimentando su ego, Vicious intentó con mayor ahínco hacerle justicia a su “apellido”, así que cualquier destello de brillantez, timidez o cordura, quedó sepultado por una actitud beligerante y destructiva. Desde luego, esto contribuyó a incrementar las tensiones entre la banda que pronto se autodestruiría. Tras la separación, Sid aún grabó una sardónica versión de “My Way” para el mockumental de Malcolm McLaren sobre la historia de los Pistols, The Great Rock & Roll Swindle (conocida en México como La Gran Estafa Rocanrolera).

El 12 de Octubre de 1978, Sid se encontraba en el hotel Chelsea de Nueva York con Nancy y tras una noche de excesiva drogadicción, la mujer apareció asesinada. Hasta hoy en día no se ha comprobado si es que Sid lo hizo o no, él mismo no podía recordarlo debido a su memoria nublada por las drogas.

Se maneja la teoría que los dealers de la pareja (quienes vivían en el sexto piso del mismo hotel), los habían visitado para robarlos, pues faltaban varios objetos de la habitación y Sid muy frecuentemente solía quedarse dormido/desmayado tras drogarse. Además varios testigos afirman que Sid esa noche había tomado 30 tabletas de un poderoso somnífero llamado Tuinal por lo que debió estar inconsciente en el momento que Spungen murió. Y tampoco se descarta la posibilidad de que la propia Nancy se haya suicidado.

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Sid jamás pudo aclarar las cosas ni limpiar su nombre. Estuvo encerrado varios meses en una prisión de Nueva York hasta que la compañía Virgin Records pagó 50 mil dólares de fianza a petición de Malcolm McLaren quien había fraguado todo un plan para que Sid grabara un disco de éxitos con sus canciones favoritas, con el objetivo de que el dinero recaudad fuera usado en la defensa del juicio por homicidio que se celebraría posteriormente.

La noche siguiente de su celebración, y con Sid completamente limpio de drogas, se hizo una fiesta en su honor en casa de una nueva novia, Michelle Robinson. Sin embargo Sid quiso volver a inyectarse pero nadie quiso volver a enviciarlo.

Fue la propia madre de Sid, Anne Beverly, quien estaba también en la fiesta y se dice que intencionalmente le suministró la sobredosis fatal que le quitaría la vida, pensando en que su hijo seguramente iría a la cárcel y no aguantaría un mes ahí dentro. La intención de la señora fue “acortar el sufrimiento” de su hijo.

 

El documentalista Alan Parker, a petición de la madre de Sid, se dio a la tarea de realizar un documental para dejar claro que Sid era inocente entrevistando a policías y más de 180 personas cercanas a la pareja.

Irónicamente la versión de “My Way” de Sid se convertiría en su epitafio y desafortunadamente quedaría como lo que tanto odiaba: un cliché más del mundo de las drogas y el Rock & Roll.

@ivannieblas

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