William Shakespeare es uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, considerado un clásico de la literatura universal, que no solo dio al mundo increíbles obras dramáticas, dramaturgia, sonetos, inventó palabras, sino que también trascendió las barreras del lenguaje y de la geografía para convertirse en uno de los escritores más leídos alrededor del mundo gracias a los recurso lingüísticos con los que contaba.
Romeo y Julieta, Macbeth, Hamlet, Otelo, Sueño de una noche de verano, La fierecilla domada, El Mercader de Venecia, Enrique VIII, son algunas de sus obras más famosas y que hoy en día se siguen interpretando, ya sea en cine o teatro. Muchos se han preguntado cómo llegó a escribir tantas obras y un nuevo estudio hecho por científicos sudafricanos de la Universidad de Witwatersrand podría tener la respuesta, pues se encontraron restos de marihuana y otras sustancias en las pipas utilizadas por Shakespeare.
Para analizar las pipas de hace 400 años, se utilizó una técnica llamada GCMS (gas chromatography mass spectrometry) que es capaz de identificar materiales aunque haya pasado mucho tiempo. En las pipas, que estaban enterradas en el jardín de la que fuera su casa, encontraron restos de marihuana, tabaco y hoja de coca peruana, lo que no sorprende mucho, pues durante el periodo isabelino estas sustancias eran consideradas como variantes del tabaco.
Aunque esto no signifique que el escritor fumara cannabis para inspirarse, pero si la consideraba como una sustancia que ayudaba a estimular su mente, como lo señalan en el estudio donde Shakespeare se refiere a esta planta en el Soneto 76: “Why write I still all one, ever the same/ And keep invention in a noted weed”.
Tal vez nunca sabremos exactamente si el autor inglés utilizaba estas plantitas para escribir o se la quería pasar tan bien como Dumbo, pero sin la cruda:
Si quieren leer el estudio completo pueden hacerlo por acá.