Por incitar el asesinato de opositores, que en 2012 se manifestaron en contra de su gobierno, el ex presidente egipcio Mohammed Mursi, fue condenado este martes por un tribunal a 20 años de prisión, un veredicto inédito en la historia del país.
El Tribunal Penal de El Cairo anunció la decisión esta mañana, mientras Mursi y otros acusados estaban prisioneros dentro de una celda improvisada en la Academia Nacional de Policía. Este veredicto es el primero de los cinco procesos que se le han imputado al depuesto líder.
Aunque el ex presidente fue absuelto de los cargos más graves a los que se enfrentaba, sí fue declarado culpable de intimidación e incitar a la violencia y a la tortura durante los enfrentamientos que tuvieron lugar en diciembre de 2012, cuando aún estaba en el poder. En dichos incidentes, murieron 10 personas, una de ellas un periodista.
Según el diario Al Ahram, la defensa de Mursi apelará la decisión del jurado. Aun no se sabe si harán lo mismo otros líderes islamistas que recibieron condena similar a la del ex mandatario, uno de ellos, el secretario general y uno de los principales líderes de la Hermandad Musulmana, Essam al-Erian.
Luego de las movilizaciones que derrocaron al dictador Hosni Mubarak, cualquier voz opositora a las nuevas autoridades fue reprimida: tal política arrojó aproximadamente 40 mil arrestos y más de 3 mil personas fallecidas en manifestaciones.
A pesar de que pudo haber sido condenado a la pena de muerte, el Tribunal consideró que no había suficientes elementos para imputar a Mursi el crimen de asesinato premeditado; sin embargo, los hechos ocurridos el 5 de diciembre de 2012, cuando 10 personas murieron como resultado de enfrentamientos entre partidarios y detractores del presidente islamista, fueron suficientes para que el ex líder de Egipto fuera condenado a 20 años de prisión.
La fiscalía consideró que Mursi es culpable de ordenar a sus seguidores el desalojo violento de los manifestantes que se encontraban instalados en las afueras de la sede de gobierno. Mohammed Mursi llegó a la presidencia de Egipto al ser elegido libremente en las urnas, sin embargo, su manera de gobierno, caracterizado por el autoritarismo, dio como resultado su destitución y posterior aprehensión.
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