Típico. Eres el encargado de un kínder y para divertir a los alumnos  les llevas un bonito show infantil. Va un viejito vestido de forma pintoresca, un cuenta cuentos que en algún momento de la función anuncia la entrada al salón de un oso panda.

Los pequeños se ilusionan y entonces…  aparece un extraño ser que por su apariencia espanta a los pequeños, quienes huyen por sus vidas.

Ellos esperando ver un pandita regordete y juguetón, y lo que salió fue un ser con cara diabólica, delgado como enfermo terminal y piel colgada.

Ah los chiquitines!!! (o chiquillos y chiquillas, como diría Fox), esas criaturitas capaces de guardar la ilusión. ¿Por qué romper su tranquilidad y alterarles los nervios sometiéndolos a un espectáculo de terror?

Vean nada más:

Lo anterior ocurrió en un centro infantil de Pensilvania.

Por fortuna esto no sucedería en México, y no porque los niños de aquí sean más valientes, sino porque desde chiquitos estamos acostumbrados a ver botargas horribles y mal hechas en las fiestas, en las calles, en las fotos con los Reyes Magos y Santa Claus, y en la propaganda política.

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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