“Alicia empezaba a estar harta de seguir tanto rato sentada en la orilla, junto a su hermana, sin hacer nada: una o dos veces se había asomado al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía ilustraciones ni diálogos. ‘¿y de qué sirve un libro –pensó Alicia—si no tiene ilustraciones ni diálogos?’”. Así comienza Alicia en el país de las maravillas y así comienzan muchos de nuestros pleitos, declarados y no, con lo que las voces por tanto tiempo legitimadas nos dicen que es “lectura en serio”, o sea, lectura de muchas páginas llenas de sólo palabras. Y no está mal, pero ¿qué pasa si a veces no queremos ser lectores serios y necesitamos pedir a los libros algo más, algo distinto?
Entonces llega el libro álbum (también llamado álbum ilustrado o simplemente, álbum), un soporte que plantea una lectura tripartita y que seguramente haría a Alicia muy feliz, porque está hecho para que se lean el texto, las ilustraciones y su conjunto, simultánea e inseparablemente. La idea es que si sólo se accede a las letras o sólo a las ilustraciones, nos va a faltar un mundo; como dice María Fernanda García, estos libros consideran a su lector “un observador de detalles con un amplio criterio estético”. Por si esta primera revolución fuera poco, el libro álbum se ha caracterizado desde sus inicios por transgredir las normas lingüísticas y literarias, y por desmontar de maneras magistrales los discursos hegemónicos. Entonces, no es solamente un texto con dibujitos o unos dibujitos con texto, sino un género potente que pone en crisis los temas de siempre y las estrategias de lectura tradicionales para hacernos sentir lectores nuevos y distintos, cada vez.
Dicho lo cual, aquí va una lista de seis libros álbum que nos van a poner, por lo menos, en aprietos:
El libro de los cerdos: el patriarcado en carnitas
La señora De la Cerda vive entre auténticos marranos. Su esposo y sus dos hijos son dignos representantes del machismo más puerco y parece que tienen todo ganado, excepto porque en su invasivo existir olvidan que la mujer que oprimen y agotan tiene agencia sobre sí misma. Justo en el marco del Paro Internacional de Mujeres hay que retomar este libro, perfecta demostración de que basta aludir al enorme poder político que tienen el trabajo doméstico y las labores de cuidados para que al machín más pintado se le ponga la piel de gallina. O de chicharrón.
Anthony Browne, El libro de los cerdos, FCE, México, 2014.
Bandada: lección de vuelo para falsas sociedades
A veces la humanidad necesita verse en espejos que le muestren no lo que quiere ver, sino lo que elige no ver. Este libro álbum es uno de esos espejos, porque plantea una alegoría de lo humano a partir de aves egocéntricas, ensimismadas e irreflexivas, tan precisamente ilustradas y descritas que nos hacen detenernos a pensar si no serán demasiado familiares. De autores mexicanos, Bandada ganó el Quinto Premio de Santiago de Compostela de Álbum Ilustrado y es uno de esos libros a los que se puede acudir cada vez que se necesite una sacudida a la polilla del pensamiento.
David Daniel Álvarez Hernández y María Julia Díaz Garrido, Bandada, Kalandraka, España, 2012.
Camino a casa: de patronus y desaparecidos
Este libro álbum pone la luz sobre una niñez que en ciertas circunstancias debe suplir con imaginación las desapariciones, en un contexto de violencia y precariedad, de una adultez que supuestamente debería estar ahí para proteger, pero no está. Esta historia nos duele porque sabemos que es más común de lo que quisiéramos aceptar y porque nos conecta con la vulnerabilidad, propia y ajena, de quien necesita narrarse de otras maneras para tener, al menos, algo de qué aferrarse.
Jairo Buitrago y Rafael Yockteng, Camino a casa, FCE, México, 2008.
La isla: discursos de odio y vulnerabilidades
Todos hemos conocido más de alguna historia de xenofobia, propagación de discursos de odio y discriminación a migrantes, y justamente por eso es que verlo potenciado en un libro álbum es doblemente perturbador. Basta ubicarnos en el contexto de una isla a la que llega un pescador de otras tierras pidiendo refugio para que salgan a relucir todas las formas existentes de relatar a ciertos extranjeros como intrusos, amenazas y demás etiquetas terroríficas que, una vez puestas, parecen justificar los más monstruosos actos cometidos en nombre de una ficticia defensa al ficticio territorio al que asociamos nuestra ficticia identidad.
Armin Greder, La isla, Lóguez Ediciones, España, 2015.
Humo: el Holocausto a colores
Las posibilidades del libro-álbum son inmensas y eso se demuestra con Humo, un poderoso relato en el que se cuenta cómo se ve un campo de concentración nazi no sólo desde dentro, sino desde los ojos de un niño judío. Todos los referentes al respecto se activan y se comprometen de una forma tan viva como dolorosa, porque texto e ilustraciones nos llevan de la mano por lo que sucede en un tiempo que se repite cada vez que se vuelve a sus páginas, junto con el miedo y la tristeza. Es uno de esos libros que todos decimos que es “necesario” que exista pero que, al decirlo, se siente en la boca la amargura de una vocecita interior que nos repite: “ojalá no hubiera tenido que ser necesario”.
Antón Fortes y Joanna Concejo, Humo, OQO, España, 2008.
Los pequeños macabros: ¿cómo te quieres morir?
Edward Gorey era un gran macabro y sus historias son delicias de contrasentido e incomodidad. Este libro álbum es un listado con nombres de niños en orden alfabético que mueren de formas también alfabéticas pero sobre todo muy horrendas. Y chistosas, tanto como para hacerte soltar unas buenas carcajadas culposas, de ésas que te ponen de nervios y a pensar. Hay grandes debates en torno a si este libro, como todos los que conforman la presente lista, “deberían o no” ponerse en manos de las infancias y juventudes. Quizá lo que podría proceder es que todos leamos todo, muchas veces, a ver si llegamos a alguna conclusión o, con más suerte, se nos olvida un rato ese afán por normar obsesivamente las lecturas ajenas.
Edward Gorey, Los pequeños macabros, México, Libros del Zorro Rojo, 2010.
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Alejandra Eme Vázquez es profesora y ensayista. Estudió en la UNAM la maestría en Letras Latinoamericanas.
Twitter: @alejandraemeuve