Desde finales de los cincuenta, en el tercer miércoles de julio se celebra el día de las secretarias en México. Porque afrontémoslo, sin secretarias simplemente este país no funcionaría. Las oficinas públicas, los hospitales, las oficinas ejecutivas, las universidades y las colas para hacer trámites dependen de ellas. Si te parece que ninguna de estas cosas funciona bien, imagínate el pandemónium que se desataría si no hubiera secretarias.
El oficio ha evolucionado junto con la tecnología. Si antes ser una secretaria que sabía mecanografiar, contestar el teléfono y tomar dictado en inglés era una joya, ahora apenas se conseguiría trabajo. “Mecanografíar” parece una palabra en peligro de extinción (por aquello de “mecano”…), se ha cambiado por “manejar la paquetería Office”.
La evolución es inevitable, una secretaria debía tener conocimientos tan oscuros como cuál es la diferencia entre escribir una carta formal, un memo, una solicitud, un telegrama, etc. Hoy, la secretaria debe mandar un mail, un tweet, postear un video o hacer funcionar una conferencia por Skype.
La secretaria, afrontémoslo, siempre ha tenido que cargar con visión errónea de su trabajo. Mucho demeritan el papel de la secretaria, como si fuera un trabajo fácil o un trabajo que pides cuando no eres bueno en nada más. Esta situación tan triste se refleja incluso cuando se inventan otros nombres como “asistente ejecutivo bilingüe“ que no es otra cosa que el nombre elegante de una secretaria. Lo que no se ve es que la secretaria ha tenido que expandir sus labores, ha tenido que acoplarse a las nuevas industrias y tecnologías.
Las secretarias tienen una labor importantísima y cada vez más especializada, por ello es tan injusto el tratamiento que algunos le dan a la profesión. Ser secretaria es una de esas labores vitales, ellas hacen lo que nadie más puede o quiere hacer.
Probablemente las secretarias hacen más por el funcionamiento del país que todos los politicos juntos. Sin ellas los trámites que son difíciles serían imposibles, el orden no sería más que una quimera y la organización de un grupo de trabajo sería como tratar de alinear a una horda de monos salvajes.
No estaría de más recordar al siempre olvidado sector de los “secreatarios”. Antes se solía pensar que este oficio sólo se podía llevar a cabo por mujeres, pero así como los puestos directivos se han diversificado, los secretarios también son cada día más comunes. En la noble y ardua tarea de organizar las oficinas también participan los hombres, y el día de hoy también deberían ser reconocidos.
Sin duda se merecen uno y mil festejos. Seguramente por eso se llenan los hoteles el día de hoy, porque las secretarias celebran fiestas privadas con botellas de champán, albercas inflables llenas de gelatina y strippers con cuerpos moldeados por los dioses. Hagan lo que hagan las secretarias y los secretarios el día de hoy, festejen como festejen, se lo merecen.
