Sabemos de antemano que las autoridades gubernamentales se dan una vida de lujos (como si los merecieran). La mayoría de las veces, agarrando el dinero del erario así nomás. Afortunadamente para eso existe la Secretaría de la Función Pública (SFP), la cual se encarga de la transparencia en el país y revisar que nuestros mandatarios no se pasen de la raya.
Pero, ¿quién los vigila a ellos?
En viajes recientes, varios de sus empleados se han dado una gran vida. Como Hilda García, funcionaria que lucha contra la corrupción en México, quien disfrutó de una cena con champaña, caviar y salmón ahumado en un restaurante de la tienda departamental, Harrods (uno de las más caras del mundo), durante su vista a Londres el año pasado, utilizando parte de los 450 dólares diarios que se le dio para el pago de viáticos.
Y no sólo ella, su colega, Jorge Pulido, quién fue a Kuala Lumpur por una conferencia, logró de alguna manera, gastar más en taxis y comidas (500 dólares) durante una escala a Frankfurt, que lo que dispuso durante su estancia de 6 días en Malasia.
O como Alejandro Bonilla, que en las negociaciones para el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) en Hawaii, donde disfruto tanto de una orden de calamares en su habitación de hotel en Kona, que decidió ordenar otras 2 rondas más, ese mismo día. Y con eso de que la comida de los hoteles es muy barata, bueno, no se podía negar el gusto ¿verdad?
Esta información, bastante escandalosa, fue publicada por la agencia de noticias Reuters. Y es que resulta que para comprobar los gastos de sus funcionarios, la SFP sólo les requiere entregar los boletos de avión y los recibos de los hoteles.
En este reportaje, también se revela en palabras de la misma agencia que:
“Admitimos que no tenemos mucha idea de como nuestros empleados gastan el dinero público en el extranjero.”
Los únicos registros que la SFP mantiene son en papel. Además, el área de finanzas no supo informar cuántos empleados de la Función Pública viajaron el año pasado, por cuanto tiempo y sobre todo, cuánto gastaron.
Virgilio Andrade, titular de la Secretaría de la Función Pública, expresó que estos casos se están investigando para tener un control sobre los gastos que tanto sus empleados, como cualquier otro funcionario realicen y se mantengan dentro de lo establecido por la ley.
El primer caso que Andrade tuvo que llevar fue el protagonizado por nuestro Presidente, Enrique Peña Nieto y su esposa, Angelica Rivera, así como a Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, por la adquisición de propiedades, las cuales fueron entregadas a Grupo Higa.
Jorge Pulido, jefe de asuntos legales, se excusó diciendo que:
“En Frankfurt, los taxis y las comidas son muy caros y que aún así, el no gasto más de los 450 dólares diarios en esos 2 días.”
Pero no hay mayor desfachatez, que la de Hilda García, quien dijo que la cena en Harrods:
“Yo lo veo, como una recompensa después de un día pesado de trabajo, en un proceso de extradición que involucró múltiples reuniones en inglés, discutiendo acerca de la ley británica, la cual desconozco.”
Pobrecita, como se atreven a mandarla a hacer su trabajo.
Y pues qué decir, ya ni llorar es bueno. Mientras estos funcionarios se dan la vida de reyes, nosotros seguiremos trayéndonos nuestros tuppers para calentar nuestra comida en el microondas.