Seguramente, en la preparatoria, te hicieron leer un par de tragedias griegas. Edipo Rey no escapa a los planes de estudios desde hace siglos, por ejemplo.

Ocurre a veces que, la forma en que nos acercan a estos textos no es la ideal y terminamos con la idea de que las tragedias son textos largos y cansados que nos obligan a leer sin tener mucha idea de por qué.

Pues este post está dedicado a hacer a un lado lo prejuicios que tengas sobre las tragedias e intentará hacer que abras otra vez estas increíbles obras por dos sencillas razones:

Primero, son obras basadas en la mitología y la historia, son relatos de grandes reyes, de dioses furioso o compasivos, de el honor y el deber, que se tejen en algunas de las más bellas imágenes de la literatura mundial.

En segundo lugar, las tragedias son las cosa más gore y alucinante que se haya escrito. Aquí te vamos a recordar por qué las tragedias le volaron los sesos a todos desde hace miles de años porque bueno, tienen de todo: traición, venganza, incesto, sacrificios humanos, caníbales, fantasmas, madres que asesinaba sus hijos por amor, padres que asesinan a sus hijas para ganar guerras, mujeres que destruyen reinos por amor y sangre, sangre y más sangre.

Siempre he creído que HBO debería voltear a ver las tragedias griegas, las historias alucinantes de los griegos y su pugna con el destino son fascinantes. Claro, todos conocemos la historia de Edipo, quien, por no querer ver los designios del destino, asesinó a su padre, se casó con su madre y tuvo con ella cuatro hijos.

Sin embargo, la historia de Edipo continúa luego de que Yocasta (su esposa y madre) muere al enterarse de la terrible verdad: ha compartido la cama con su hijo (aunque en textos de Eruípides, Yocasta muere mucho tiempo después). Edipo entonces aparece con los ojos ensangrentados, el símbolo de que desde siempre, prefirió la ceguera, prefirió no ver ni seguir su destino, y pide él mismo ser desterrado.

En este punto empieza otra gran tragedia de Sófocles: Edipo en Colono, en donde vemos a los cuatro hijos que tuvo con Yocasta: Polinices, Etéocles, Antígona e Ismene. La familia de Edipo está destinada a seguir una terrible senda: por ser producto del incesto, Edipo les manda una maldición a sus hijos varones, por la que se asesinarán el uno al otro.

Los hijos de Edipo deben heredar el trono de Tebas y turnárselo, pero Etéocles no quiere dejar el trono cuando termina su periodo, empezando así una guerra. Terminan entonces perdiendo la vida cada uno a manos de su hermano. Cumpliendo así con la maldición que su propio padre les había lanzado.

Edipo en Colono, de Fulchran-Jean Harriet (1798–1799).

Edipo también muere y todavía podemos seguir el camino de sus hijas en la gran tragedia que es Antígona, una de las mejores que podemos leer. En la Antígona de Sófocles, vemos a la hija de Edipo luchar con el Rey de Tebas, Creonte, con cuyo hijo, Hemón, está comprometida.

Antígona quiere enterrar los cadáveres de sus hermanos pero Creonte se lo prohíbe por la traición que los hermanos habían hecho a su patria al pelear por el trono. Antígona le dice que es más importante la familia que el trono, los valores y tradiciones sagradas que el poder, pero Creonte, empecinado, sigue con su prohibición.

Antígona entierra a sus hermanos y Creonte se entera, condenándola por violar su ley. Creonte la manda enterrar viva a pesar de ser su futura nuera. Hemón su hijo, no entiende la necedad de su padre y le pide que la perdone pero él se niega.

Cuando el vidente Tiresias (el mismo vidente que le reveló todo a Edipo), le advierte de las calamidades que resultarán de su empecinamiento, Creonte decide hacer lo correcto y al ir a liberar a Antígona; se encuentra entonces con que esta se ha suicidado colgándose y a sus pies se encuentra llorando Hemón quien ataca a su padre en un arranque de locura; finalmente Hemón se suicida enterrándose la espada.

Creonte vuelve a palacio y le comunican que su esposa también cometió suicidio al enterarse por un mensajero de la muerte de su hijo. Creonte se queda sin nada por darle más valor a las leyes del hombre que a las leyes divinas.

Hay también una Antígona Bertolt Brecht que es hermosa y pueden leer aquí.

Antígona de
Frederic Leighton

Está por otro lado Ifigenia, una historia de sacrifico y pérdida.

En la obra de Eurípides, Ifigenia en Áulide, Agamenón es elegido líder de los aqueos y comandante de la expedición a Troya (sí, para llevar a cabo la guerra de Troya), pero un adivino le dice que no habrá vientos favorables para los aqueos a menos que Agamenón sacrifique a su hija, Ifigenia.

Agamenón mada traer a su hija para cumplir con su deber y la engaña diciéndole que requiere su presencia para llevar a cabo una boda entre ella y Aquiles.

A la mitad de todo, Agamenón se arrepiente pero Menelao, su hermano, le reclama que no cumpla con el plan del adivino por el bien de todos los aqueos, así que Agamenón continúa con sus actos.

Aquiles e Ifigenia se enteran del engaño y esta llora abrazada a los pies de su padre quien le dice que si no cumple con su destino los aqueos matarán a sus familiares, amenazan con matar a Aquiles y desde luego a Ifigenia.

Ifigenia acepta su destino en una de las más horrorosas escenas de las tragedias griegas: el sacrificio de Ifigenia.

El sacrificio de Ifigenia de Bramer Leonaert, 1623

Está también la historia de Fedra, una historia de locura y amor. Se trata de la obra Hipólito de Eurípides que se desarrolla en Trecén, en donde Teseo es Rey y se ha desposado en segundas nupcias con Fedra. Teseo había tenido un hijo con una amazona: Hipólito, quien era muy casto, no planeaba casarse y no se dejaba llevar por las pasiones carnales.

La diosa Afrodita, enojada con Hipólito por ser tan casto y no sucumbir a sus provocaciones, hace que Fedra, su madrastra, se enamoré perdidamente de él. Fedra le confiesa su amor a la nodriza quien le cuenta a Hipólito los deseos de su madrastra. Hipólito se escandaliza de que le propongan que se acueste con su madrastra.

Fedra, ciega por el amor, se suicida dejando una carta en donde culpa a Hipólito por su muerte e inventa que fue él quien la sedujo.

Teseo, el rey, descubre la carta y enojado le pide a Poseidón que castigue a su hijo, quien mientras viaja en su coche por la orilla del mar, es arrastrado y azotado en las piedras por una enorme ola. Agonizando, Hipólito le dice a su padre que la culpable es Afrodita y entonces muere.

Fedra de Alexandre Cabanel, 1880

No nos podemos olvidar tampoco de Medea, tragedia de Eurípides que es una de las mejores del dramaturgo. Luego de haber cometido una serie de asesinatos y traiciones, Medea y su esposo Jasón (que acababa de conquistar el Vellocino de Oro) huyen y llegan a Corinto, en donde reina Creonte.

El problema llega cuando Jasón le promete a Glauce, hija de Creonte, que se casará con ella.

Medea se llena de odio porque su esposo deshonra su lecho y sus pactos. Jasón trata de convencerla de que esto les dará posición y les asegurará el futuro pero Medea desde luego no lo acepta.

El rey, conociendo que Medea era intempestiva la destierra del lugar. Medea finge calma al inicio y decide irse, no sin antes regalarle un presente a la futura novia: una corona de oro y peplo (Euphorbia peplus, una planta que es tóxica). Glauce muere inmediatamente al usar corona.

Medea vuelve entonces en el carro de Helios, dios del sol y su abuelo también, dispuesta a huir de la burlas de su honor. Mira a Jasón a los ojos y le entrega los cadáveres de sus hijos a quienes había asesinado Medea misma gritando “¡Oh niños, cómo habéis perecido por la locura de vuestro padre!”, desapareciendo finalmente.

Medea de Delacroix

Menos leídas pero igual de buenas, son las tragedias del renacimiento: para darles una probadita, les recomendamos que lean El cerco de Numancia de Cervantes. Se sitúa en el momento en el que el imperio romano se expandía por lo que conocemos como Europa. Numancia era una cuidad celtibérica, (ubicada al norte de lo que hoy se conoce como Soria, en España).

Los romanos, comandados por Escipión, han cosechado muchísimas victorias y nada parece detener su avance. Al llegar a Numancia, los numantinos les proponen una tregua pero Escipión se niega, seguro de que triunfará. Luego les proponen un combate uno a uno entre los comandantes pero los romanos también se niegan y en su orgullo deciden cercar la ciudad y esperar a ver cuánto tiempo pasará antes de que el hambre haga que los numantinos se rindan.

Los habitantes de Numancia son advertidos por un hechicero que resucita a un cadaver, acerca de la inevitable caída de Numancia pero su futuro resplandeciente.

Los numantinos deciden que ninguno será un trofeo de los romanos así que asesinan y se comen a los pocos rehenes romanos que tenían capturados, matan a sus mujeres e hijos para que no sean insultados por los romanos, prenden fuego a la ciudad y se suicidan todos. Los romanos no tienen victoria y la ciudad se convirtió en una figura de resistencia  a lo largo de los años.

¿Alguien dijo Shakespeare, Racine, Goethe? Esperen la segunda entrega de este post dedicado a  las tragedias en la literatura.

 

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