Antes de que se supiera que la canciller de Panamá, Érika Mouynes, había enviado una carta oficial a México pidiendo que no enviaran —enviáramos, técnicamente— a Pedro Salmerón como Embajador al país canalero, platicamos con algunas de las mujeres del colectivo que pedía que este historiador acusado de acoso sexual no obtuviera un puesto diplomático.
Platicamos, obvio, sobre el caso de #UnAcosadorNoDebeSerEmbajador, pero también de la importancia de estos puestos.
Lo que significa que una persona con señalamientos de abuso sexual, un acusado depredador puede, primero, poner en riesgo a muchas personas. “De cajón se pone en peligro a todas las mujeres”, cuenta Berenice Dorantes, participante del movimiento. “Esto significa a las diplomáticas mexicanas que están ahí y a quienes trabajen en la Embajada”.
Y al mismo tiempo un personaje crea un espacio que rompe con los compromisos que una Embajada debería cumplir con sus ciudadanas.
Las embajadas o consulados son espacios en los que lo mexicanos y mexicanas deberían sentirse seguros. Acompañadas. “Si llegan a tener un problema, es ahí donde deben darles acompañamiento”, explica Grecia. “Con ese embajador, ¿si eres mujer vas a llegar ahí buscando protección?”
¿Y qué significa para el Servicio Exterior Mexicano?
En meses recientes, México presentó la adopción de una política exterior feminista. Un cambio de paradigma que podría sacudir la cancillería desde lo más profundo en búsqueda de la equidad de género, pero luego llega este nombramiento con forma de “cachetada” —así le dijeron— que tiraría los avances.
“El mensaje que da la cancillería es que quieren tener la etiquetita pero sin hacer todo el trabajo necesario”, comenta Grecia Macías, abogada y también miembro del movimiento #UnAcosadorNoDebeSerEmbajador.
Recalcaba de paso, que aunque ni siquiera habían podido cambiar el nombramiento de Pedro Salmerón —recordemos que se bajó después de la petición de Panamá—, en esos momentos ni siquiera existe una respuesta oficial para atender estos casos.
“Falta un protocolo específico para tener todo tipo de denuncias, de agresiones, de violencia. Nos es el primero, ha habido varios escándalos de violencia de género”, señala Macías. “Luego dicen que no denuncies porque ‘les vas a arruinar la vida’, pues al parecer los están premiando”.
¿Y al respecto de una política exterior feminista? Pues se sigue quedando a deber.
Dalia Grinberg, estudiante de Relaciones Internacionales, comentaba sobre las deudas pendientes. Sobre cómo está quedándose corta y más aún cuando no empiezan ni con los nombramientos.
“Es hacer las relaciones internaciones con enfoque de género”, explica Dalia. Nos enseña —con bolitas y palitos, que expertos no somos— que implica que México debería presentarse a un tratado, sobre migración, cambio climático o economía, pensando en las mujeres o en la violencia.
En la inclusión y paridad.
“Cuando salió esto, hasta me emocioné”, dice en la larga conversación de Zoom que tuvimos. “Yo estudio Relaciones Internacionales y que más, a mi me gustaría que pertenecer a un servicio exterior con una con una política feminista. Pero me dieron solamente una hoja que dicen que son feministas y de eso no tienen nada”.
De cartas blancas y elegir a tus diplomáticos
Una parte importante de la plática que tuvimos fue hablar de la importancia del nombramiento de Pedro Salmerón y qué significaba ser Embajador de un país como México.
“A lo largo de la historia de México hemos visto que se usan mucho estos nombramientos políticos para gente que sea cercana al presidente”, comenta Dalia. “Pero es muy interesante que muchas veces quieren sacar de México a gente que les causa ruido”.
Y es que, al salir de México, pueden tener inmunidad diplomática. “Es la personificación de pacto patriarcal: te dan una carta blanca”, señala Grecia.
De ahí que sale la importancia de elegir bien a nuestros embajadores. Ya sea Salmerón en Panamá, Muñoz Ledo en Cuba o cualquier cargo político que llegue por dedazo. No solo se juega la imagen de México o la representación de los mexicanos, es un premio a la impunidad —o también, el permiso gubernamental de seguirlo haciendo.