La Fiscalía General de Veracruz difundió ayer que el caso de los sacerdotes asesinados en Poza Rica, Veracruz, no estaba relacionado con la delincuencia organizada y que más bien se trataba de un entuerto entre borrachos. La Iglesia Católica ha calificado la versión como irresponsable, apresurada y vergonzosa.

El cura Jaime Suárez Silva señaló que los asesinatos del 19 de septiembre han sido minimizados por las autoridades. En este enlace pueden consultar una recapitulación sobre el caso.

Que no chingue el Fiscal, no mataron a un sacerdote y a un sacristán, fueron dos compañeros presbíteros: el párroco y el vicario (…) si este señor quiere minimizar estos datos, cómo creerle que por culpa del alcohol los maniataron y les pegaron nueve tiros”, cuestionó Suárez Silva al fiscal general del estado, Luis Ángel Bravo Contreras, de acuerdo con SinEmbargo.

Según la versión oficial, un robo es el principal móvil que tienen las autoridades sobre el asesinato de dos curas católicos en el norte de Veracruz. De acuerdo con El Universal, Bravo Contreras, señaló que los curas conocían a sus victimarios e incluso convivieron y tomaron bebidas embriagantes con ellos.

El sacerdote Jaime Suárez Silva no negó que sus compañeros pudieran haber estado consumiendo bebidas alcohólicas —algo que no está prohibido para los sacerdotes— pero no está satisfecho con las versiones que han dado las autoridades encargadas de investigar el caso. “Que digan que por unas copas alguien te va a robar y pegarte hasta nueve balazos… las voces de mis feligreses dicen que los matones son malosos”, afirmó el clérigo al Blog Expediente.

Los padres ejecutados —párroco y vicario— tenían, de acuerdo con Suárez Silva, 13 y tres años de servicio respectivamente. Nabor Alejo Jiménez tenía 50 años y era originario de Zoquitán, Puebla, era comisionado de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima. José Alfredo Suárez nació en Misantla, Veracruz y estaba a unos meses de cumplir cuatro años como sacerdote.

Él era vicario de la parroquia Nuestra Señora de Fátima. Que no chingue el fiscal, ¿por qué minimizar su oficio?

FRUTSIS Y PINGÜINOS

Una respuesta similar se contó el pasado 18 de septiembre, un día antes del crimen contra los curas, sobre la agresión a seis jóvenes de Orizaba en un establecimiento conocido como Shine. El Gobernador del estado, Javier Duarte, tuiteó al respecto que el enfrentamiento que dejó un muerto —el exfutbolista Éder Gutiérrez Hernández— se debió a un pleito entre muchachos.

¿Qué opinan sobre este caso? ¿Por qué las autoridades veracruzanas se esfuerzan en minimizar los delitos que ocurren en su entidad? ¿Por qué se busca sistemáticamente criminalizar a las víctimas en Veracruz?

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