En un inicio, los científicos creían que la creación de robots sexuales podría ayudar en sus procesos de sanación a personas con problemas de eyaculación precoz, disfunción eréctil, traumas sexuales, con alguna discapacidad o edad avanzada. En julio, la Fundación de Robótica Responsable advirtió que dichas máquinas con aspecto humano (en algunos casos dotadas de inteligencia artificial) también podrían representar un riesgo debido a que podían incrementar la objetificación sexual de las mujeres, alterar las percepciones del consentimiento y que se usaría para satisfacer fijaciones tipificadas como ilegales.
En pocas palabras, que los cyborgs eróticos propiciarían que estos comportamientos incrementaran y también que violadores y pedófilos se sintieran incentivados para llevar a cabo sus crímenes. “Imaginen tratar el racismo permitiendo que un fanático abuse de un robot café. ¿Funcionaría eso? Probablemente no”, ejemplificó Patrick Lin, profesor de la Universidad Estatal Politécnica de California. De acuerdo con los especialistas, estos no son los únicos problemas que los sexbots traerían consigo.
Nicholas Patterson, profesor de seguridad cibernética en la Universidad de Deakin en Melbourne, Australia, advirtió que estos artefactos podrían sufrir hackeos y ser maniobrados para cometer homicidios. “Los hackers pueden piratear un robot o un dispositivo robótico y tener el control total de las conexiones, brazos, piernas y otras herramientas conectadas, como en algunos casos cuchillos o dispositivos de soldadura”, mencionó el experto al tabloide británico Daily Star. No, no se trata de un nuevo capítulo de Black Mirror.
El peligro de los robots sexuales
Patterson indicó que estos robots pueden levantar más de noventa kilogramos y son muy fuertes. El catedrático de la Universidad de Deakin aseguró que una vez que los hackers toman control de las máquinas, “podrían usarse para realizar acciones físicas en un escenario ventajoso o para causar daños”. “Lo último que quieres es que un hacker controle uno de estos robots”, remató el científico. En julio, expertos detectaron un severo defecto de seguridad en un juguete sexual (vibrador anal) con conexión Bluetooth; esta falla permitía a los hackers tomar el control remoto del consolador.