Según Bryan Sykes, profesor de genética de la Universidad de Oxford, el yeti es nada más y nada menos que Elba Esther Gordillo un oso.
Así lo revela un análisis de ADN que el científico realizó utilizando pelo de dos criaturas en dos regiones separadas por mil 300 kilómetros y cuyos habitantes asociaron con yetis.
El científico hizo lo suyo con los pelos y para su sorpresa, descubrió que pertenecían a dos individuos de la misma especie. Buscando en su base de datos de ADN tipo CSI, para encontrar coincidencias genéticas con algún animal conocido, el más cercano candidato resultó ser un oso, antecedente evolutivo del oso polar y del pardo, cuya mandíbula fue hallada en Noruega y que data de hace unos 40 mil años.
El científico afirmó que es sumamente improbable que se trate de una especie que no ha evolucionado, pero con mucha probabilidad se trata de un oso aún no descubierto cuyas características se encuentran entre las del oso polar y el pardo.
“El ingrediente del oso polar en sus genomas pudo cambiar su comportamiento, su aspecto y su modo de caminar, haciéndolo andar en dos patas con más frecuencia”, conjeturó.
También resulta casi seguro que esta especie se sigue reproduciendo y que cuenta con una considerable población, pues
“No puedo concebir que hayamos conseguido muestras de los dos únicos ‘osos de la nieve’ en el Himalaya.”
Miembros de la comunidad científica han respaldado la plausibilidad de las conjeturas de Sykes, entre ellos Tom Gilbert, profesor de paleogenética en el Museo de Historia Natural de Dinamarca, quien comentó:
“Es mucho más fácil creer eso a que hubiese hallado otra cosa. Si hubiese dicho que era algún tipo de primate nuevo, hubiera querido ver todos los datos”.
Así que ya saben, si un día andan por el Himalaya y les parece ver un yeti, no se apuren, se trata tan sólo de un oso enorme y desconocido que camina amenazantemente erguido.
Vía: El Universal