Ocurrió lo que todos sabíamos que iba a pasar.

Algunas veces bromeamos, algunas más mentamos madres, otras (las menos) inocentemente pensamos que nuestras autoridades harían bien su chamba, pero la única realidad es que Enrique Peña Nieto ha sido reconocido esta tarde como Presidente Electo de México.

Y sí, una noticia que habitualmente debería llenarnos, no digamos de alegría, sino al menos de esperanza, termina por convertirse en uno de esos momentos surrealistas, en donde Enrique Peña Nieto prefiere llegar en helicóptero a la sede del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para recoger constancia que lo acredita como Presidente Electo y después salir por la puerta trasera, como si estuviese  escondiendo algo o huyendo de alguien.  ¿Si ustedes fueran electos presidentes de este país, no saldrían a la calle a presumir su triunfo y celebrar con el pueblo, que a final de cuentas fue el que los eligió en las urnas?

Si, la situación no está pa darse esa clase de  lujos, dirán algunos; como tampoco está como para hacernos los “machines” y con una mano en la cintura decir que “Yo no voté por él, así que Peña Nieto no es mi Presidente”, pues si por algo se ha luchado durante muchos años, es por tener una democracia, en la que se debe reconocer a aquél que haya sumado la gran mayoría de votos, y en este caso, nos guste o no, se trata de Enrique Peña Nieto.    Digo, tampoco es que diciendo que “el no es mi presidente” las cosas fueran a cambiar.  Tristemente, la cosa no es así.

Y que en estos momentos en los que la sensibilidad está a flor de piel, es muy fácil confundirse e irse a los extremos, pues una cosa es que no hayamos votado por él, y otra es que hagamos berrinche y cual quinceañeras prometamos hacerle la vida de cuadritos, pues para ser justos, si le va bien a él, le ira bien a México. Si luchamos para que le vaya mal, estaremos luchando pa que las cosas sigan igual o peor.  ¿Ese es el cambio que queremos? Es pregunta.

Por el otro lado, tampoco se vale que a sabiendas de todas las irregularidades que rodearon esta elección (Relación EPN-Televisa, Monex, Soriana, etc. etc. etc.)  las autoridades electorales salgan a “felicitarnos” por haber participado en la “elección más limpia de la historia” pues la verdad, hasta parece burla.

No soy analista político, tampoco licenciado en derecho ni mucho menos magistrado, soy un simple ciudadano y en mi humilde opinión, me parece que el verdadero tema no es si ganó Peña Nieto o si perdió AMLO;  la verdadera bronca es ver qué vamos a hacer para evitar que sigamos teniendo procesos electorales en donde por algún resquicio o vacío legal, todos terminemos sospechando algo raro.

Hace seis años, legalmente no se pudo realizar el conteo voto por voto, que más allá de haberle cumplido el ‘capricho’ a AMLO, hubiera dado a Felipe Calderon el respaldo ciudadano del que careció por mucho tiempo.  ¿O soy el único que se acuerda de uno de los momentos más bochornosos en la historia de nuestro país como fue este?

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Hoy, resulta que el IFE no tiene facultades para realizar ninguna investigación por supuestos delitos electorales sino que todo tiene que ir a la FEPADE que depende de la PGR, y donde básicamente el ciudadano es responsable de dar todo el seguimiento a una denuncia electoral, lo cuál es bastante complicado, pues si a veces nos da flojera levantar un acta cuando nos roban la cartera o el celular ¿neta nos vamos a echar meses dando seguimiento por la compra de un voto?  Y dos, si la PGR no es capaz de resolver delitos mucho más importantes ¿neta se van a poner las pilas, cuando probablemente es al propio sistema al que le conviene no aclarar los delitos electorales?

¡Esa es tan sólo una de las cosas que tienen que cambiar!  Y justo cuando pensámos que vigilando las casillas podríamos librarnos de los problemas por los conteos de votos, nos encontramos conque los partidos y candidatos, esos que deberían ser los primeros en cumplir las leyes, decidieron inventarse una serie de artimañas para ganarse más votos, y aquí no hablo sólo de Peña Nieto, pues desgraciadamente TODOS los partidos y candidatos caen en este tipo de prácticas, bajo la justificación de que “todos lo hacen”.

El problema es la paupérrima clase política que tenemos. ¿Nos seguimos riendo de que la Senadora Ana Gabriela Guevara haya ido a tomar protesta a la Cámara de Diputados en vez de ir a la de Senadores? ¿O mejor nos ponemos de acuerdo para evitar que esta clase de ridículos sigan ocurriendo en nuestro país?

Si algo bueno nos deja esta elección, es ver que cada vez somos más los involucrados en esta clase de temas que nos afectan a todos, pero lo más importante es el mensaje que estamos enviando a partidos, candidatos e instituciones para que se den cuenta de que ya no es tan fácil taparnos el sol con un dedo.  A final de cuentas trabajan para nosotros y los estamos vigilando.

Sobre Enrique Peña Nieto, no hay más que darle el beneficio de la duda. Dicen que los mexicanos solemos crecernos en las circunstancias adversas, y en el argot futbolístico el Tri suele dar sus mejores partidos cuando todos los damos por descontados.  Ojalá, EPN sea uno de esos, y demuestre a todos sus detractores que si llegó a Los Pinos fue por su capacidad y no por su marketing politico.

A final de cuentas, todos queremos que le vaya mejor al país y por consiguiente, nos vaya mejor a todos; incluído el propio Enrique Peña Nieto.

 

 

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