Se armaron los cates en una de las áreas más inútiles de la discusión mundial: el Récord Guinness de uno de los vegetales más grandes del mundo. Aunque definitivamente no es importante, a veces el mundo prefiere —preferimos— discutir estas tarugadas que andarnos peleando por la política, así que espérense a que les contemos la polémica por una papa gigantesca… que resultó no ser papa.
Una polémica que, de paso, le hizo puré el corazón a una pareja de Nueva Zelanda.
Colin y Donna Craig-Brown estaban trabajando en su jardín, en agosto pasado, cuando desenterraron una cosa gigantesca. La sacaron con trabajos de la tierra y se dieron cuenta que era una papa gigantesca
El tubérculo estaba endemoniadamente grande. La mentada verdura pesa 8 kilogramos, o el equivalente a un perro pequeño. Se emocionaron tanto que le hablaron al Récord Guinness, pues ellos pensaban que tenían en sus manos, o bueno, en su jardín, la papa más grande del mundo y que además, había roto las antiguas marcas por bastante. El récord certificado —por un jardinero británico hace una década— apenas supera los 5 kilogramos.
La pareja se emocionó tanto que lo bautizaron como “Doug”.
Esta papa gigante se convirtió en una celebridad local: le construyeron un carrito para llevarlo a las ferias de jardinería y le fabricaron sombreritos graciosos para que luciera. Todo eso, mientras intentaban certificar que sí se tratara de la papa más grande del mundo.
De acuerdo con The Guardian, que entrevistó a la pareja, les enviaron fotografías desde todos los ángulos, documentos y cortaron un pedazo de Doug para que fuera analizado por un laboratorio de los Récord Guinness como un tubérculo verdaderamente gigante, merecedor de aparecer en el libro de marcas extrañas. Esta semana recibieron malas noticias.
En un correo, los especialistas les confirmaron que no se trata de una papa. Lo que desenterraron es en realidad un tubérculo similar a una calabaza, parecido a un porongo —como los conocemos en México.
“¿Qué les decimos?”, se reía la pareja de Nueva Zelanda que vio como se les escapaba el Récord Guinness de la papa más grande del mundo. Ahora, Doug —un tubérculo más, sin propósitos ni fama internacional— descansa en su congelador.