Como cada año, el premio Nobel se entrega a personas u organizaciones que aportan avances en diferentes disciplinas. En el caso del ámbito de la Fisiología o Medicina, este 2015 el galardón fue concedido al irlandés William Campbell y el japonés Satoshi Omura, por el desarrollo de terapias contra enfermedades parasitarias causadas por gusanos. Además, se reconoció el trabajo de la científica china Youyou Tu por nuevos tratamientos contra la malaria.
Anunciados la madrugada de este lunes, los ganadores compartirán el galardón anunciado por el Instituto Karolinska. En el caso de Campbell y Omura, la organización del premio señaló que los investigadores han desarrollado procesos que han “revolucionado” el tratamiento de algunas de las enfermedades parasitarias, las cuales han sido una plaga para la humanidad durante milenios, constituyéndose como un gran problema de salud mundial.
Gran parte del trabajo realizado por el irlandés y el japonés se basa en el descubrimiento de la avermectina, cuyos derivados han servido para reducir la incidencia de la filariasis linfática y la oncocercosis.
Por su parte, Youyou Tu descubrió la artemisina, compuesto con el que se ha logrado salvar la vida de muchos de los infectados con malaria, otra enfermedad parasitaria. Su caso merece reconocimiento especial, ya que gran parte de su trabajo en lo desarrolló en la década de 1960 y 70, a la altura de la Revolución Cultural de China. Fue una época caótica y atemorizante, cuando los científicos y otros intelectuales eran vistos como enemigos de clase y arbitrariamente enviados a trabajar en el campo de la “reeducación”. En esa época la publicación científica estaba prohibida, describe el portal científico News Cientist.
Las enfermedades provocadas por parásitos afectan a millones de personas en el mundo, especialmente a pobladores de países pobres. Según el comunicado dado a conocer por la organización de los premios Nobel, el trabajo que han desarrollado estos tres científicos ha impactado en la mejora de la salud global, así como en la reducción de sufrimientos de quienes padecen tales enfermedades. Por esto, su aportación es sencillamente “incalculable”.