“I can’t believe you don’t own this fucking record. That’s insane! JESUS!”
-High Fidelity.
Cuando la gente se esfuerza demasiado uno puede percibirlo. No es del todo raro que un artista -en su afán de vender boletos, la aprobación de su disquera, o simplemente conseguir el aplauso de los fans- adopte una linea conservadora y segura. Se cree que el verdadero arte es aquel que causa polémica, que se presta a la subversión, o que cuestiona las convenciones establecidas por otros artistas, pero incluso la rebeldía puede parecer forzada. El que te vistas como punk no quiere decir que eres un enemigo del sistema opresor, de la misma manera que vestirse como hipster no te otorga un buen gusto en música.
Entran William y Jim Reid al escenario. Aquí tenemos el caso de dos hermanos escoceses de clase obrera que se inclinaban por la capacidad que tiene la música punk por incomodar a través del puro volumen. Pero no eran muy afines que digamos a las poses de los punks, su tendencia a brincar de un lado del escenario a otro, gritar consignas a la gente, ni estaban tan interesados en el lado estético de la subcultura. En sus propias palabras, toda esa escena les daba hueva, y si fuera por ellos, sería mejor darle la espalda al público mientras tocaban su música (cosa que hacían solo para que los hooligans provocaran disturbios a los 20 minutos de que empezara un show).
Cuando los hermanos Reid formaron The Jesus and Mary Chain (sin duda uno de los mejores nombres para una banda de rock) a mediados de los 80, su dirección artística era muy sencilla. Mezclar las melodías poperas de su música favorita de los 60 (mucho de los Beach Boys y Phil Spector) con RUIDO. Pero un chingo de ruido. Como nunca se había escuchado hasta ese momento. Los Reid tomaron una página prestada del manual de la Velvet Underground para borrar su sonido de toda pretensión y dejar lo suyo: La voz con efecto de eco de Jim, un linea muy simple de bajo a cargo de Douglas Hart. Y Bobby Gillespie pegándole a dos tambores con toda la despreocupación del mundo. Más abajo entró en detalle sobre la guitarra, aunque cabe mencionar que fue Gillespie quien puso a esta nueva revelación en contacto con Alan McGee para que éste firmara a la banda con el extinto sello Blanco y Negro Records.
Tras generar bastante anticipación en la prensa británica con sus primeros sencillos, Mary Chain lanzó su primer álbum de larga duración bajo el nombre de Psychocandy, un disco de 14 canciones que no llega a los 40 minutos. Muy apegado a la fórmula pop de las girl groups como The Ronettes o The Supremes, la banda creía que todo lo que tenía que decir en una canción podía ser encapsulado en dos minutos y medio. A pesar de contar con todas las alabanzas de la prensa especializada (Psychocandy fue el mejor disco de 1985 según la NME) el álbum fue un fracaso comercial, siguiendo los pasos de sus mentores, la Velvet Underground, incluso en ese aspecto. El mercado simplemente no estaba listo para el aspecto más revolucionario de su sonido: la barrera de distorsión.
Los hermanos Reid eran punks, cierto, pero no deseaban hacer el ridículo en el escenario, entre piruetas y gritos eufóricos. Su método para confrontar a la sociedad partía a raíz de la agresividad de su sonido. Así que descubrieron una manera de brindarle una distorsión armónica al feedback generado por sus guitarras eléctricas con solo subirle el volumen a los amplificadores. La distorsión de sonido mezclada con bonitas letras de amor, sexo y ocio era un punto de transgresión tan efectivo que se convirtió en el sello de la banda, y de paso nos dio la base sobre la cual se construyó el nuevo movimiento conocido como shoegaze. Si no fuera por Mary Chain quién sabe si bandas como My Bloody Valentine, Ride, o Slowdive hubieran existido como las conocemos ahora.
Aunque la banda era notoria por tocar como muertos vivientes, fríos y distantes de lo que ocurría en su entorno, sus conciertos no pasaban de dos o tres rolas antes de que el público arrasara con todo (típica manera en que la juventud británica se expresa para decir que le gusta algo). Sin tener una intensión o un plan al respecto, the Jesus and Mary Chain prendieron la mecha del rock alternativo en el Reino Unido, y las ramificaciones todavía se pueden escuchar en el mundo indie moderno, en bandas como A Place to Bury Strangers, The Raveonettes, y Ringo Deathstarr. Por lo tanto, resulta algo irónico que los hermanos Reid no intentaron replicar ese sonido en los discos sucesivos de la banda.
En 1987, Mary Chain lanzó Darklands, un buen disco de eso no hay duda, que sin embargo carece de la distorsión agresiva que caracteriza al Psychocandy. Darklands y los demás discos que lanzaron antes de su primera desintegración en 1999 fue música que bien pudo pertenecer a cualquier otra banda de alt-rock. William y Jim Reid no tenían interés alguno en capitalizar sobre una tendencia que ellos mismos crearon, sino su interés radicaba más en escribir canciones que fueran de su agrado. Bobby Gillespie, por su parte, tenía una mejor idea del rumbo que estaba tomando la industria en el Reino Unido, por lo que abandonó Mary Chain para lanzar su primer disco con su propia banda, Primal Scream, en 1987. Pero esa ya es otra historia que dejaré para otra ocasión…
Dicho sea todo eso, ahora viene el comercial: The Jesus and Mary Chain se presentan el jueves, 21 de mayo, en el Auditorio Blackberry (al parecer todavía hacen conciertos en este foro pero muy de vez en cuando). La banda escocesa se encuentra de gira en conmemoración del 30mo aniversario de su Psychocandy, motivo por el cual les presento esta retrospectiva. Todavía puedes encontrar boletos en la taquilla del inmueble o por Ticketmaster. En un mundo ideal esos boletos ya se habrían agotado, pero afortunadamente no vivimos en un mundo ideal, por lo que tienes tiempo para comprar tu pase y ver en vivo a una de las bandas más influyentes del siglo XX.
T: @ShyTurista